*Capítulo 11: Rumbo a Kuraigana*

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LEER NOTA FINAL POR FAVOR, ES IMPORTANTE.

POV's Nami

Un llanto me despierta y hace que abra los ojos en busca del origen de este. Suena a mi derecha, así que me giro lentamente. Increíblemente es la persona que menos me esperaba encontrar por un llanto. Está llorando a mares a mi lado mientras me sujeta fuertemente la mano y me acaricia la cara.

Zoro: Por favor Nami. No me dejes. No nos puedes dejar. Soy un desastre, si no he sido capaz de ayudarte, ¿cómo voy a hacerme cargo yo solo de una niña?

¿De qué me está hablando? ¿Cómo que dejar? ¿Qué niña? Y lo más importante ¿dónde estoy y qué ocurre?

Poco a poco voy dándome cuenta de la situación al ir moviendo la cabeza hacia los diferentes lados de la habitación. Es muy extraño, parece el Sunny pero nunca antes había visto este cuarto. Hay una cama de matrimonio, que es donde estoy tumbada, varios carteles de "Se busca", mapas, botellas... ¿Qué es este sitio?

Entonces paso a mirar mi cuerpo. No puedo moverme, hay algo que me impide hacerlo, pero no es ninguna incógnita imaginarme el que.

Tengo sangre por todos lados, las cicatrices que me envuelven el cuerpo son notables, parece que alguien me ha estado curando, pero no lo suficientemente bien. La sábanas de la cama tienen una gran mancha de sangre alrededor de mi cuerpo, y ahora que me fijo, la ropa de Zoro también está manchada. Repito por enésima vez. ¿Qué ocurre?

Zoro: Nami, te lo suplico. No nos abandones. Por favor. Ella te necesita. Yo te necesito.

¡Zoro suplicando de rodillas! ¡Por favor que alguien me diga que está pasando! No para de hablar de que aguante, que no le deje, que tanto él como ella me necesitan. ¿Ella? ¿Hablará de Ayra? ¿De Robin?

De repente mis ojos se cierran y la respiración se me va calmando. ¿Me estoy muriendo? Poco a poco la tenue luz del cuarto se va apagando en mi mente a la vez que oigo un grito desgarrador a mi lado y una gran presión en mi mano que se va desvaneciendo de todo contacto con el mundo exterior. Y en un momento, todo se vuelve negro.

Despierto sudando y chillando. Era una pesadilla. Una horrible pesadilla.

Me estabilizo en mi cama comprobando todo mi cuerpo en busca de señales de sangre pero por suerte consigo confirmar la teoría de la pesadilla. Sigo en mi habitación compartida con Robin. Poco a poco estabilizo mi respiración junto con el gran temblor con el que me he levantado. Que miedo. Parecía tan real. Apostaría cualquier cosa a que casi puedo sentir todo contacto recibido en la pesadilla.

A veces he oído sobre ese fenómeno. Dicen que mucha gente que vive en estos mares suele tener este tipo de "sueños". Se lo oí comentar una vez a Robin. Dijo que a veces esa gente veía el futuro, otras, simplemente acababan siendo una pesadilla y nada más que eso.

Decantándome más en la segunda opción decido levantarme e ir a darme una ducha caliente. Estar tantos días en el bosque ha hecho que acabe hecha una pocilga y me siento muy sucia. Aunque llegue tarde para cenar voy a ducharme sí o sí. Estoy hecha un asco y ni loca me voy a presentar así ante los demás en la cena. A demás de que sería una muestra de poco respeto hacia la exquisita comida de Sanji-kun.

Una vez me he dado un baño decido vestirme con algo abrigado. No hace precisamente calor en esta isla por la noche. Cojo algo calentito de lo poco que tengo así en el armario, una sudadera fina color granate junto con unos tejanos azules algo subidos por los tobillos y unos botines de tacón bajo negros. Tengo el pelo empapado y me da mucha pereza peinármelo, así que al final decido hacerme una trenza de lado e ir a la cocina.

Te quiero, brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora