Sentado en el frío suelo del pasillo, estoy atento a cualquier movimiento.
Veo a las enfermeras y doctores correr de un lugar a otro, gritando cosas que no entiendo. Hace solo horas todo estaba bien.
Pero... ahora estoy en el hospital, esperando alguna noticia acerca de ellos.
Sólo me distraje un segundo, pero ese segundo quizás le cuesta la vida a ella y a él. Aunque él aún no ha nacido.
Ella me dijo que estaba embarazada mientras iba conduciendo a la casa de sus padres.
La miré un segundo, y en mis labios creció una gran sonrisa por la gran noticia. Hace muchísimo tiempo queríamos un bebé, alguien que completara mucho más nuestra vida.
Cuando dirigí la mirada nuevamente a la carretera vi como un camión venia en nuestra dirección. De la sorpresa perdí el control del auto. Y caímos a un barranco.
Luego todo se volvió negro y desperté en una habitación con olor a alguna clase de esterilizador y con unos cuantos hematomas en el cuerpo. Estaba bien, estoy bien. Solo que ella se llevó la peor parte. No ha despertado aún, y ya tendría que haberlo hecho.
Miro hacia la derecha e izquierda antes de entrar a la habitación en la que se encuentra ella. La veo en una camilla, con un camisón blanco. Miro su cara, con un parche en su frente tapando un corte. Y sus brazos con unos cuantos cortes.
-Perdóname – pongo una mano en su estómago y con la otra tomo su mano y la acaricio- debí ser yo el que esté de esta manera, no tú. Te amo preciosa, nunca lo olvides. Quiero que despiertes, para que sigamos con nuestra vida, con el fruto de nuestro amor en tu interior. Por favor despierta, para que luego vayamos a ver alguna película, dar un paseo, o simplemente observarnos en silencio. Por favor preciosa, sé que eres fuerte, me lo has demostrado a lo largo de conocernos, por favor – las lágrimas caían por mis ojos, cayendo a su mano. Siento un leve apretón en mi mano hasta que una enfermera entra y me obliga a marcharme, suelto su mano y beso su frente, camino a la puerta y escucho su voz.
- Robert – dice en un susurro. Me giro rápidamente y la observo, tiene los ojos abiertos levemente y una pequeña sonrisa en sus labios. Y en ese instante, me doy cuenta que la amo más que a mi vida y nunca la dejaré ir.