5. Sanctum Sanctorum

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Wanda y Visión se encontraban frente a la puerta de la gran mansión, la cual les parecía majestuosa. El androide motivó a la castaña para tocar con la aldaba. Después de unos minutos de espera, la puerta se abrió, dejando a la vista a un hombre de mediana edad con rasgos asiáticos y una sonrisa amigable.

—¿Qué se les ofrece?— preguntó éste amablemente sin apartar su vista del humanoide.

—Hola, nosotros somos Visión y Wanda Maximoff... quisiéramos hablar con el Dr. Stephen Strange

—Oh, me temo que eso no es posible querida, el Dr. Strange no está en disposición de recibir visitas— Wanda se giró para mirar a Visión en busca de ayuda —, pero puedo preguntarle, si me permiten un momento por favor— el hombre asiático entró nuevamente a la residencia.

—Señor, tiene visitas... una chica muy linda con un peculiar acento busca verlo— poco a poco fue acercándose al escritorio en donde se encontraba su jefe.

—No Wong, en este momento no puedo atender a nadie, discúlpame con ella y haz que se vaya— el hechicero respondió autoritario

—Muy bien señor...

—Y bien, ¿qué estás esperando?— Strange mantenía una expresión tranquila, pero en su tono de voz comenzaba a notarse un poco exasperado.

—Bueno, la chica no viene sola. La compañía un espécimen magnífico

—¿A qué te refieres con espécimen magnífico?— cuestionó con curiosidad

—Se trata de un humanoide... y en su frente tiene insertada una de las gemas del infinito: la gema-mente— ante esta afirmación, el hechicero supremo se inmutó, ¿acaso era posible?

—Muy bien, haz que pasen

La castaña se estaba desesperando, pero una sonrisa iluminó su rostro al ver salir al hombre oriental.
—Buenas noticias, el Dr. Strange los recibirá— dijo el hombrecillo pasivamente, abriéndoles pasó al lugar —sean bienvenidos al Sanctum Sanctorum

Los invitados entraron a la mansión, quedando impresionados ante lo que veían. Estando dentro de ese lugar parecía aún más grande de lo que se veía en el exterior. Contaba con muchos amplios pasillos cuyas paredes estaban recubiertas de múltiples pinturas e imágenes cósmicas y místicas, así como un sin fin de objetos extravagantes. Tantos pasillos simulaban un laberinto.

»Seguramente se preguntarán si todo el que entra a este sagrado lugar puede observar lo que ustedes ven... la respuesta es no, el Sanctum Sanctorum está protegido y no cualquiera tiene el privilegio de entrar. Ustedes mis amigos son de los pocos privilegiados...— en ese momento se abrió una de las puertas —El Dr. Strange los espera— extendió uno de sus brazos a modo de bienvenida.

Visión y Wanda entraron a la sala, en su interior se encontraban múltiples sillones de color vino, una gran mesa de cristal al centro y al fondo una chimenea. Las paredes que recubrían la sala estaban tapizadas de madera.

—Bienvenidos sean— escucharon una voz, sin embargo no había nadie —ya conocieron a mi mano derecha y gran amigo Wong, y ahora me presento yo: Dr. Stephen Strange— y de la nada apareció ante ellos. Wanda no pudo evitar emocionarse.

El hombre frente a ellos era de mediana edad, pero eso no le quitaba lo atractivo. Alto, caucásico, delgado, ojos azul celeste, una nariz afilada y unos labios delgados. Su cabello negro y bien peinado con franjas canosas laterales. Vestía una larga túnica azul petróleo múltiples cinturones café y una larga capa roja oscura. Colgando de su cuello llevaba lo que parecía un enorme amuleto dorado con forma de un ojo.

—Es un gusto conocerlo Dr., mi nombre es... Wanda Maximoff—tartamudeaba la chica a causa de la emoción —y él es mi amigo Visión

El hechicero se acercó a ellos, estrechó la mano de la castaña y los observo fijamente. Eso puso aún más nerviosa a la chica, y el hombre frente a ellos lo noto.

—Y ahora puedo preguntar ¿Qué los motivó a buscarme?

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