R E D E M P T I O N

16. Indulgencia.

—¡Buck!

Cuando Steve Rogers ingresó a la enfermería lo que menos esperaba era que su amigo perdiera el control. Sin embargo estaba ocurriendo. El pelinegro sostenía a la castaña por el cuello, elevándola y ejerciendo presión a su agarre dificultando el paso de oxígeno al cerebro de la chica.

Palideció al percatarse de la falta de movimiento del cuerpo de la castaña, en cambio ahora sus extremidades yacían flácidas. Corrió a auxiliarla y un halo escarlata la cubrió separándola finalmente de su agresor. En un movimiento fugaz Steve la tomó entre brazos para evitar que cayera estrepitosamente al suelo.

Inspeccionó a Bucky en un intento por comprender lo acontecido, encontrando en su expresión un estado puro de consternación. La gemela no daba muestras claras de estar respirando por lo que Steve gritó en busca de ayuda. Los segundos corrían a una velocidad que parecía irreal. La colocó en el suelo buscando su pulso y al no encontrarlo comenzó a darle compresiones.

Bucky observaba la escena aterrado pero se sentía incapaz de reaccionar. Simplemente no comprendía lo que acababa de ocurrir. Esa chica le parecía tan frágil, tan inocente...

—Vamos Wanda, reacciona. Reacciona.— musitaba Rogers antes de posicionarse para dar respiraciones boca a boca a la afectada.

Las maniobras de rcp persistieron hasta que finalmente Wanda empezó a toser en un intento por recuperar el oxígeno perdido. Steve soltó un suspiro aliviado y la abrazo. En un acto reflejo la bruja escarlata llevo sus manos al cuello pues el dolor en esa región era insoportable. Trató de tragar saliva y al instante se arrepintió. Las lágrimas no tardaron en aparecer, intentó hablar y la voz nunca apareció.

—Tranquila, todo estará bien.— el rubio la sostuvo entre sus brazos y comenzó a frotar su espalda a modo de consuelo. Al momento de levantar la vista se encontró con la tormenta gris en los ojos de su agresor que amenazaban con salir de sus órbitas. Ella mantuvo su vista fija en él con expresión atemorizada, finalmente desvío su vista a causa de que ésta se estaba volviendo borrosa a causa de las lágrimas.

En ese instante llegó la ayuda, separándola del capitán para auxiliarla. Cuando quedaron solos en la habitación, Steve lo enfrentó:

—¿Qué demonios ocurrió?—pronunció en un tono frío y calculador. Barnes se quedó en silencio mirando un punto fijo en el suelo —. Háblame... Dios, si no hubiera entrado... Dios— cubrió su rostro con ambas manos.

El silencio regresó tornándose cada vez más incomodo, más tortuoso...

—Es por eso que debía mantenerme "dormido". No es seguro tenerme en este estado. Soy un asesino Steve, me entrenaron para eso y no estoy en mis 5 sentidos...

—¡Por favor Buck! Deja de martirizarte. Eres un hombre, compórtate como tal— el pelinegro levantó la vista enfrentándolo —. No puedes seguir evadiendo tu realidad. Entiendo que no ha sido fácil todo lo que has vivido pero debes salir adelante. Te he apoyado y lo seguiré haciendo pero debes poner de tu parte

—Tú no sabes lo que es, no tienes ni idea—masculló.

—No, tal vez tengas razón. No tengo ni idea pero también he sufrido contigo, y no sólo yo. Todos hemos sacrificado algo por ayudarte así que levántate y haz algo... Y discúlpate con Wanda, es lo menos que puedes hacer.

Y salió de la enfermería, dejando reflexivo al ex soldado del Invierno.

***

La noche fue difícil, pero estaba acostumbrada a vivir con insomnio. El cóctel de analgésicos IV lograba atenuar el dolor físico, sin embargo el dolor emocional permanecía latente consumiendo su alma. Bucky no tenía ni idea que quien era ella, todos los recuerdos se removían en su cabeza torturándola. La había dañado sin contemplaciones y eso era suficiente para guardar la distancia con él. Lo amaba, lo hacía pero ahora sabía que lo que habían vivido juntos tan solo quedaría en sus recuerdos.

Los rayos del sol comenzaron a colarse en su habitación. Se puso en pie e inició su rutina. Una vez terminada su ducha se envolvió en una toalla y se posicionó frente al espejo de cuerpo completo. Examinó las magulladuras de su cuello, algunas ya presentaban la coloración violácea y otras verdosas. Trató de emitir palabras mas continuaba afónica. Se colocó con una blusa con cuello de tortuga pero la presión avivaba su dolor. Nuevamente eligió un vestido, esta vez rojo de mangas largas, escote en V y a la altura de medio muslo, se calzó unas botas largas y cubrió sus heridas con una bufanda. Se dirigió a la cocina encontrándose con Steve.

—¿Cómo estás?— la chica sólo alzó un pulgar y esbozó una ligera sonrisa. —No sabes cuánto lo lamento, de haber sabido que reaccionaría así...— la castaña negó levemente con la cabeza, lo que ocasionó que una mueca apareciera en su rostro a causa del dolor.

—Te ofrezco una disculpa por parte de él—la gemela colocó su dedo índice en la boca del rubio impidiendo que siguiera hablando. El ojiazul asintió y señaló hacia la barra que tenían detrás de ellos. Wanda volteó y contempló una charola que contenía lo que sería su desayuno.

—El doctor sugirió alimentos blandos, por lo menos una semana hasta que puedas deglutir sin dolor.

—Gracias— expresó la chica en una voz apenas audible acompañada por una amplia sonrisa que Rogers correspondió.

—Bueno, tengo que irme, hoy será un día ocupado... Desayuna tranquila.

Wanda frunció el ceño pero se sentó a degustar en medida de lo posible aquel "apetitoso" desayuno que consistía en un plato de avena y jugo de naranja. Cuando terminó con el último bocado tomó sus trastos para lavarlos. Un ruido la hizo girarse al instante para encontrarse con Bucky Barnes.

Con un Bucky Barnes muy diferente a lo que estaba acostumbrada. Vestía un pantalón chandal gris oscuro y una sudadera a juego que cubría en toda su extensión al brazo biónico. Mantenía sus manos dentro de los bolsillos del pants. Pero lo que más la asombraba era su rostro. El cabello ahora era corto y su cutis libre de vello facial, dandole un mayor relevancia a los ojos grises.  Estaba muy guapo y los nervios comenzaron a aflorar. Ahora la contemplaba apenado.

—Yo... vengo a disculparme.— la ojiverde parpadeó múltiples veces —No es excusa pero creo que no estaba en mis cinco sentidos, lo lamento no fue mi intención... lastimarte.

La chica permanecía inmóvil, no dando crédito a lo que escuchaba, al ver que no había respuesta el pelinegro se removió incómodo, elevó una ceja y se aproximó a ella, quien retrocedió temerosa.

—Bien, yo no pedí tu ayuda— bufó. Wanda enfureció.

—No, Steve lo hizo. Y si te iba a ayudar fue solo por él— no sabía de dónde había sacado el valor para decirle eso pero ya estaba hecho, su voz salía distorsionada pero era firme. —Si buscas mi indulgencia para estar más tranquilo con tu conciencia, bien. La tienes, te perdono, pero te quiero lejos de mi. ¿Entiendes?— apretó la mandíbula y se dio la vuelta dejando a aquel hombre estupefacto.