R E D E M P T I O N

6. Aprendiz.

Wanda no sabía por donde empezar a contar el motivo por el que se encontraban ahí. Decidió que lo primero sería el incidente de Lagos y lo ocurrido en la granja de Clint. El hechicero escuchaba atento el relato, fijando la vista en la chica.

—Muy bien, entonces vienes a mí porque quieres aprender a controlar tus poderes...— exclamó escéptico —, mira niña, es muy conmovedor lo que me cuentas pero no puedo ayudarte, lo lamento

Wanda se quedó en shock, no entendía que estaba ocurriendo.

—Dr. con todo respeto, pero nos podría decir al menos la razón por la que no ayudará a la señorita Maximoff... sus poderes son muy inestables y en cualquier momento se puede descontrolar. Eso sería una situación muy grave— comentó Visión con la mayor calma posible.

—Ella es muy débil... y no me refiero a su poder. Es muy débil emocionalmente...— Strange tomó asiento enfrente de ellos mirando fijamente a la chica quien desviaba la mirada ", la señorita Maximoff está rota— se acercó más a la chica haciendo que ésta posara sus orbes en él.

—Posees habilidades extraordinarias, casi inimaginables. Se podría decir que casi comparables con las mías... quizá no tanto, pero tienes mucho potencial. Al igual que tu amigo aquí presente. ¿Cómo lo sé? Bueno soy el Hechicero Supremo y cuento con esto— señaló el objeto que colgaba de su cuello, el cual se iluminó una milésima de segundo —. Les presento el Ojo de Agamotto. Este posee un poder místico inigualable y también me permite conocer la magnitud del poder que ustedes poseen. Sin embargo, para poder ayudar a tu amiga requiero que ella esté en completo dominio de sí misma.

—Estoy dispuesta a hacer todo lo que me indique, quiero aprender...

—Bien, primero que nada, tendrás que quedarte acá... no podrás salir en un buen tiempo hasta que hayamos logrado algún avance. Necesitamos completa concentración, aunque eso implique alejarte de tu amigo— ante esto Wanda volteo a ver al androide quien se mantenía en silencio y con una mirada melancólica —. Y en cuanto a ti, es de suma importancia que te mantengas a salvo. Eres un ser único y muy valioso. Hay seres que están detrás la preciada gema que te dio vida... yo no puedo mantenerlos a ambos en un mismo sitio. Pero quiero que te mantengas en un bajo perfil, si es posible mantenerte lejos de la civilización, eso sería lo mejor

—Entiendo la gravedad del asunto, y estoy dispuesto a aceptar sus condiciones con tal de que Wanda mejore— comentó con su melodiosa voz el androide.

—Muy bien, entonces así será. Les daré unos minutos para que se despidan y le diré a Wong que prepare la habitación de la señorita Maximoff

Wanda y Visión quedaron solos en la habitación. De nuevo otra despedida... la chica se sentía desconcertada, no esperaba tener que alejarse de nuevo de su amigo. Se sintió desnuda ante la mirada penetrante del humanoide y eso la hacía sentir incómoda. Sabía perfectamente que Visión tenía sentimientos por ella, sin embargo ella no se sentía de la misma manera.

—Creo que me tengo que ir Wanda, pronto nos veremos nuevamente— se acercó a ella y le dio un pequeño beso en la mejilla. La castaña sintió un sutil cosquilleo en su mejilla, el cual recorrió el resto de su cuerpo y esbozó una pequeña sonrisa. En su cabeza surgió la idea de darle alguna muestra de afecto y sin pensarlo acercó sus labios a los de él, aunque el contacto no duró mucho.

De pronto ella recordó su primer beso. Tal vez no había sido en un lugar ni en el momento ideal, estaba segura de que el hombre que la había besado por vez primera no la recordaba, pero en ese momento el rostro del soldado se dibujó en su mente y no pudo evitar rememorar ese precioso momento. Ahora estando frente a su amigo, se sentía culpable al comparar ambos besos. Visión la abrazo para después salir de la habitación sin más... ¿se habrá dado cuenta?

No pudo evitar soltar un suspiro dejando caer sus hombros. Al poco tiempo Wong la dirigía a su estancia para que se instalara. La habitación era amplia con una gran cama en medio y un dosel, muebles y una gran alfombra.

—Puede acomodar a su gusto señorita— le dijo el hombre oriental —El Dr. Strange quiere verla en una hora en el tercer piso, usted sabrá cómo llegar— complementó y cerró la puerta tras él.