7. Alejo

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No contestó.

Ese día me la pasé dando saltos cada vez que el celu sonaba. Inclusive lo revisaba cuando no sonaba.

«Me clavó el visto», no lo puedo creer todavía. Veo las dos tildes azules y me debato entre la ira y el llanto.

Me pasé la semana refunfuñando. También dibujando.

Casi todos mis dibujos se parecen a él.

Me saqué un seis rasposo en un proyecto por pensar en Damien.

Gastón: Salimos hoy?

Yo: depende... dónde?

Gastón: primero casa, después donde pinte.

Yo: ok. Voy con Ema, sigue bajón.

Gastón: (emoticón triste)

No aclaro que yo también estoy bajón. Ni que me hice adicto a los Lucky convertibles esta semana.

Lo sé. Me estoy martirizando, no puedo evitarlo.

Conocí a Damien en la escuela, es un año mayo que yo. Siempre fue lindo, también algo popular. No al estilo Yankee de las películas de adolescentes, sino más bien líder de manada. Ya saben, el que los demás del curso le siguen las jodas.

Pero también el que podía pararlas.

Una vez lo hizo, no conmigo, sino con Lucas, mi primer novio.

Siempre se metían con él. Yo no soy amanerado, nunca lo fui. La gente me mira con sorpresa cuando digo que me gustan los hombres; siempre agregan un «no se nota» que es de lo más irritante.

«Perdón, todas mis camisetas con el lema: soy puto, estaban para lavar».

Como sea, a Lucas sí se le notaba y lo molestaban a morir.

No es que a mí no me haya pasado nunca. Desde que decidí manejarme de manera abierta respecto a mi homosexualidad, muchos chicos de la escuela intentaron meterse conmigo. Pero soy un poco más difícil de intimidar que mi ex. Tuve que agarrarme a trompadas un par de veces o humillar a algún flaco en la cancha —soy muy bueno jugando al fútbol— para enviar un mensaje claro. Por desgracia, eso trajo aparejado cierta notoriedad, haciendo que tanto en mi escuela, como en la de Lucas, se supiese mi orientación sexual.

Todo el mundo habla del Bullying, pero nadie hace una mierda.

Damien sí.

No fue algo así, al estilo Capitán América ni nada. Más bien le dijo al matón que si era un reprimido y por eso molestaba, que, si quería salir con Lucas, le regalara flores. Los demás se rieron, y el matón pasó a ser el foco de burlas durante un buen rato.

Desde ese día me lo pasé mirándolo. En los recreos me quedaba embobado. Cuando me sentaba en la esquina de la escuela, esperaba el momento en que él llegase para entrar. Pero jamás me hice ilusiones. Damien tenía novia, o, mejor dicho, novias. Salía con chicas, hacía chistes de putos... Nunca, hasta ahora, pensé que existiera ni la más mínima chance.

No es que ahora la tenga. Salió corriendo de mi casa, nunca contestó mi mensaje.

«Pero te besó», me repito y vuelvo a construir el castillo de naipes con las esperanzas.

—Me peleé con Johnny —me dice Gastón ni bien llego a su casa y me saca del torbellino de pensamientos.

—Qué cagada, boludo. ¿Qué pasó? —Lo abrazo.

—Es un pelotudo, eso pasó. Empezó a criticarme por todo, porque no voy al gim, porque no estoy todo marcado, porque no voy a la cama solar... Me dijo... me dijo que yo no estaba a su altura.

—Gracias a Dios por eso, Gastón —le digo molesto con su ex—. Si estar a su altura es ser un gil superficial, entonces mil veces mejor que no lo estés.

—Ya lo sé, pero igual lo extraño. Creo que le gusta uno de los que va a cross fit con él.

—Si se le parece, se merecen el uno al otro.

Dejo que se siente a upa mío un rato mientras llega la gente.

Los jueves siempre son de joda, porque los viernes los que somos de afuera nos vamos, entonces es el único día que podemos juntarnos todos y emborracharnos sin demasiado problema. Cuanto mucho, al otro día nos tambaleamos un poco, pero después dormimos en el micro.

Aunque Gastón, Ema y yo estamos hechos una lágrima, la fiesta se pone bastante. Vienen Lore y Martina y veo que Ema le sigue hablando como amigos. No sé cómo lo hace. Si Damien estuviese acá, le saltaría a la yugular.

Sigo tomando, al rato alguien prende un porro y fumamos. Estoy bastante borracho cuando agarro el teléfono y vuelvo a leer el mensaje que mandé.

«En línea», dice debajo del nombre.

—Gastón ¿le escribo?

—¿A quién? —me pregunta; le patina la voz, está más borracho que yo.

—A Damien.

—¿Quién es ese?

Caigo en que no le conté lo de la previa en casa, así que me encojo de hombros y hago como si nada.

—¡Ah! —me dice al rato—. La razón por la que no te va polvo consuelo...

Trato de sonreír. Me sale una mueca.

Gastón prende otro porro. Debería frenar, mañana me voy a sentir fatal. Vuelvo a leer «en línea» y aspiro una bocanada.

Gastón me abraza, lo tengo pegado a mí. Le pegó un pedo melancólico mortal. Yo me río a carcajadas, y él me repite cosas como «no es gracioso, es la vida».

Habla del camino a la felicidad, de la energía del Universo, de la importancia del sahumerio... Yo sigo a las carcajadas y él sigue intentando que lo escuche.

—No podés esperar que el amor llegue a vos si vos no lo das primero, Alejo. Es la ley del universo. Tenés que proyectar esa energía en Él si deseás que te vuelva.

—¡Te amo, Universo! —grito, y los dos nos reímos a carcajadas.

—No, menso. Tenés que escribirle a tu amor, mostrarle amor, y entonces el Universo te lo va a traer.

Voy a dejar las drogas. ¿Cómo llegué hasta acá?: no lo sé. Sólo sé que mi charla me hace abrir el celular, buscarlo en Facebook, enviar solicitud de amistad y estar convencido de que eso hará que el universo me regale a Damien con moño.

Por desgracia, no tiene envío express. Y peor aún, me queda demasiada noche por delante para estar en estas condiciones.

Reviso su muro desde el celu de Lore cuando ella se distrae. Está conectado, posteó un tema de Megadeth hace un rato. Tiene que haber visto mi solicitud y no la aceptó.

¿Lloro? No, mejor hago fondo blanco.

Gastón está dándole su teoría del universo a alguien más. Me acerco y le planto un beso. Me lo devuelve. A los cinco minutos estamos tan enredados que no se sabe dónde empiezo yo y dónde termina él.

El Universo sabe; esa debeser la única razón por la que no la cagamos astronómicamente. Cuando nosseparamos, no dijimos nada. Él no se iba a acostar conmigo para sacarse aJohnny de la cabeza, y yo no lo iba a hacer pensando en Damien.    

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Entonces, me besó (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora