19. Alejo

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Estoy a punto de cortarme los dedos para no escribirle. Rinde hoy y no puedo molestarlo. Le escribí sólo para avisarle que había llegado y desearle buena suerte, nada más en todo el día. Un record.

—Alejo, a Martina se le rompió no sé qué del tablero de dibujo...

—Que use el mío.

Tengo uno de esos de antes, que era de mi papá, de madera. No de los portátiles. Casi no lo toco, salvo cuando empiezo algo que me va a llevar demasiado tiempo y no quiero dejarlo en la mesa. Mis trabajos no requieren de tantas medidas ni precisión.

—Pensé que ibas a decir eso, pero no me cree.

Yo: Podés usar mi tablero.

Martina: En serio?

Yo: No, en broma :P

Martina: Es sólo hoy, para mañana voy a tener el mío arreglado...

Yo: No hay drama, lo que necesites.

Al rato llega con Lore a casa. Ema y Lore se ponen a leer unos apuntes y a resaltarlos. No entiendo para qué, si marcan todo.

—¡Qué bueno está! —dice Martina cuando ve el dibujo que estoy haciendo.

—Gracias.

—¿Es para Damien? —me pregunta y me pongo medio colorado al asentir. Ella me sonríe.

—Dejalo ahí, sobre la carpeta, así no molesta.

Me agradece por quinta vez en la tarde y se pone a trabajar. Yo hago lo mismo en la compu. Lore, que es la que más se distrae, ceba mate.

Damien: Ya salí. Quiero verte.

Yo: Veníte si querés, estamos en casa con las chicas.

Damien: ok.

Chau productividad. Pongo música no muy fuerte y tomo la posta con el mate. Al rato toca el timbre y bajo sin contestar; él ya sabe que el portero no funciona.

Lo abrazo y me da un beso.

—¿Cómo te fue? —le pregunto por el parcial cuando ya estamos en el ascensor.

—Creo que bien...

—Genial —lo vuelvo a abrazar—. Te amo.

Las palabras se me escapan de los labios. Lo dije sin pensar. Todo el fin de semana estuve dándole vueltas al asunto y ahora, me da una buena noticia, y no puedo contenerme.

No espero que me diga «yo también». Ni siquiera se trata de la declaración más romántica... Pero mentiría si dijese que no tengo un poco de esperanzas.

Damien me mira con los ojos desmesuradamente abiertos y me pongo colorado. Intento restarle importancia al asunto.

—¿Te quedan muchos parciales?

Abre la puerta del ascensor sin contestar y empiezo a preocuparme. Cuando la cierra detrás de nosotros, se gira.

—Damien, no signifi...

Me estampa contra la pared. ¡Dios! Vamos a tener que hablar sobre el tema de su fuerza... en otro momento. Porque ahora me está besando. ¡Y cómo me está besando!

Estoy inmovilizado entre su cuerpo y la pared. Con una mano me agarra del cuello hasta el mentón y me deja la cabeza fija mientras su boca me devora. Intento tomar aire sin mucho éxito.

Entonces, me besó (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora