capítulo 4

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-eso estuvo cerca – Rompió el silencio Kate.

- Sí, ahora me vas a explicar lo que está pasando.

- Por supuesto, pero primero vamos a buscar donde pasar la noche.

- ¡Kate! – Odio gritarle pero no podía dejar que no me explicara todo aquello, después de todo parecía estar en peligro mi propia vida.

- Mira, yo te juro que te explicaré lo que está pasando pero primero necesito que encontremos un lugar, es por tu propio bien, lo juro.

- Está bien, ¿A dónde iremos?

- Ni idea – Kate comenzó a reírse, primero esbozó una enorme sonrisa y luego dejo salir miles de carcajadas.

- ¿Vos estás loca? ¡Decímelo eh! Tranquila... ¡con confianza! si lo estas decímelo porque en cuanto resolvamos todo te encuentro un psicólogo, no tengo problema – Lo que le dije solo sirvió para lograr que ría aún más – Kate, ¿qué te pasa?

- ¿recuerdas cuando entraron a robar a tu casa? Pues, me sentía igual que tú – Kate reía como una morsa bostezando, lo que siempre me hacía reír, y aunque intenté no hacerlo, entre su risa y el recuerdo de aquel momento, no pude evitarlo.

Teníamos catorce años, lo recuerdo porque estábamos hablando de nuestros quinces, los cuales se acercaban cada vez más en aquel momento, en fin, hablábamos por teléfono cuando escuché el ruido de la puerta, estaba sola porque mis padres habían salido al cine, por lo que mi única compañía y salvación era Kate. Le avisé que escuché a alguien entrar y me dijo que probablemente me equivocaba, le dije que estaba segura, pero aun así me asome por las escaleras y confirmé esa pesadilla, ella avisó a los padres para que llamaran a la policía y se quedó hablando con migo para tranquilizarme, me escondí bajo la cama y me eché a reír, Kate no paraba de preguntar porque me reía pero ni yo lo sabía así que se echó a reír ella también, el resto fue un acto normal para esos casos, llegó la policía, entró a la casa, arrestó a los ladrones, me hicieron un par de preguntas y llamaron a mis padres, pero aquel momento nunca lo hemos podido olvidar .

- Está bien, vallamos a buscar alguna cueva en el bosque – propuso Kate

- Me parece bien.

Nos subimos las dos a la plataform y echamos a andar por el bosque, por suerte mi cartera había sobrevivido al ataque así que teníamos abrigos, solo había que encontrar un lugar donde utilizar los abrigos, pero a Kate se le ocurrió la brillante idea de ir más rápido, había comenzado a reírme de la velocidad cuando chocamos con un árbol y caímos al suelo, solo recuerdo una luz blanca apagándose cada vez más.

- Kim. Ven aquí, el agua esta genial –esa cara de súplica que Luke me ofreció era irrechazable, por lo que me saqué la remera y el short quedándome así en bikini para meterme al rio con Luke, el día estaba soleado y los árboles y el pasto eran de un verde tan hermoso que parecían de un sueño. El agua estaba fría pero no me importó, aun así yo y Luke pasamos la mejor tarde de nuestras vidas. Al anochecer la corriente se puso muy agresiva por lo que salí y convencí a Luke de que también lo hiciera, pero quería quedarse unos minutos más, cuando por fin salió nos quedamos conversando un largo rato más hasta que todas esas palabras se fueron de mi cabeza para poder concentrarme en las próximas más hermosas palabras que haya escuchado.

- Kim, yo... – Luke lanzó una sonrisa vergonzosa – Quiero que sepas que eres lo mejor que me ha pasado en la vida y decidí demostrártelo con esto – Luke saco de su bolsillo una cajita de cristal muy elegante, apenas pude contemplarla unos segundos porque Luke siguió con su charla al mismo tiempo que abría la cajita mostrando una bella sortija. ¡O por dios! ¿Sería posible? ¿Luke me compró una sortija? – Tu... em. Lo q... Eh, lo que quiero decir es...– Se tomó un respiro, cerró los ojos y respiró hondo... ¡¡por favor ya dilo!! –Te amo, te amo tanto, y no creo que haya otra persona en el mundo que pueda enamorarme de la manera que tú lo haces. Y en un mes es nuestro aniversario, y quería saber si serías tan amable de acompañarme a un crucero, a Brasil, claro... si estás de acuerdo – Mi emoción fue tan grande que lo abrase tan fuerte que casi lo ahogo.

La amistad está subestimada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora