La amistad está subestimada.

capítulo 9

Dejé el libro en el estante más cercano al sillón donde me encontraba y corrí hasta mi habitación. Primero me dispuse a bañarme así que prendí la ducha y recogí las toallas, además de la ropa interior. Al salir de la ducha me acomodé una de las toallas en el cabello y me sequé con el otro, me puse la ropa interior y luego me envolví en la toalla con la cual me había secado el cuerpo, me puse las ojotas y me acerqué al lavabo, primero me cepillé los dientes y procedí a arreglarme. Tomé la base para la cara y la apliqué suavemente sobre mi rostro, me pinté los labios de un color natural, era como un marrón tirando tenuemente a rojo, me delinee y me puse rímel, me iba a pintar los ojos pero primero tenía que ver el color del vestido que me iba a poner. Fui hasta mi placar y comencé a buscar, lo cierto es que no supe qué usar, probé con cinco vestidos distintos, algunos me parecieron demasiado elegantes y con otros no me decidía, los volví a guardar a todos cada uno con su percha y estaba a punto de colgarlos cuando pisé uno de los vestidos que llevaba en la mano y que era tan largo que iba arrastrándolo por el piso, entonces me caí, justo delante del placar, y dentro de él, debajo de todos los vestidos colgados, vi un bulto de tela azul en una de las esquinas. Me levanté, colgué los vestidos que me había probado y me agaché a tomar la tela. Cuando la levante para estirarla y mirarla, me puse feliz, era el vestido perfecto. Parecía obra del destino que lo haya encontrado, era el vestido que había usado la primera vez que había hablado con Liam, aquel vestido que el eligió para mí la primera vez que salí del calabozo. Estaba arrugado, así que miré la hora para ver si tenía tiempo de plancharlo, eran las 19:02, tenía que apurarme, busqué por toda la casa hasta que al fin una mujer me dio una tabla y una plancha. Llegué y me apuré a planchar el vestido, siempre con cuidado de no quemarlo, luego me lo puse y luché unos dos minutos tratando de abrochar el broche de mi espalda, y me rendí sin éxito, decidí dejar la lucha para lo último, fui al baño y me pinté color azul los ojos, solté mi pelo lacio por el enjuague pero no lo peiné, simplemente le hice unas pequeñas ondas con mis dedos. Finalmente me puse los zapatos negros y estaba a punto de intentar abrochar el vestido cuando me miré al espejo. Todavía me dolía la cara por el corte que Frederick me hiso cuando golpeó a Liam con el látigo, aunque ya había cicatrizado. Pero no me importó. Me sentía feliz. O al menos estuve feliz unos segundos. Otra vez me sentí mal por sentirme bien, no puedo soportar la idea de estar aquí a punto de ir a no sé dónde con mi enemigo, mientras mi familia está en peligro. Pero no, no debo estar así, en cualquier momento me matarán, así que tengo derecho a sentirme bien. Traté de evitar estar triste. Cuando golpearon la puerta, la abrí inmediatamente, y ahí estaba Liam vestido de traje negro pero sin corbata, sus ojos seguían azules y su pelo estaba peinado tan lindo que tuve que admitir que Liam era demasiado atractivo.

- Wow, estás muy guapo – Una risa, un poco tímida quizás, se me escapó.

- Bueno, si yo fuese un espejo y estuvieses frente a mí pensarías que soy la persona más bella de este mundo – Me sonrojé, de repente mi cara parecía estar dentro de agua hirviendo. Él rompió el silencio con una leve tos.

- Bien, em... ¿Ya estas lista?

- Si, eh, digo no... Eh, un segundo – Me dirigí al baño, dejé la puerta de la habitación abierta y Liam avanzó unos pasos entrando a la sala.

Me puse frente al espejo. Comenzaron los intentos para abrochar el vestido. Estuve intentando unos minutos cuando Liam entró, se ve que también dejé la puerta del baño abierta así que Liam no se preocupó al entrar.

- ¿Todo en orden?

- Tengo un problema con el... vestido – Me sentí avergonzada por la situación en la que me había encontrado – La última vez tardé media hora en abrocharlo, es que no llego a cerrarlo.