capítulo 7

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Me desperté exaltada, estaba transpirando y tenía frío, el miedo se apoderó de mi por completo y apenas sí pude comprender que todo había sido una pesadilla, la misma pesadilla de siempre, con el final de siempre, y yo nunca conseguía salvar a Luke, él siempre se me escapaba de las manos.

Logré ver los reflejos de la puerta así que me levanté, comencé a buscar el interruptor tocando la pared hasta que lo encontré, al encender la luz pude ver la hora en mi reloj de mano, eran las tres de la mañana, nada raro para mí, era la hora a la que me levantaba usualmente al tener pesadillas, o sea siempre. Me miré al espejo, todavía tenía el vestido, por lo que salí del baño a la habitación, me saqué la hermosa prenda, la colgué en el placar y me puse el pijama, volví al baño, me mojé la cara y me dispuse a ir a beber una leche fresca con galletas. Apagué la luz del baño y dejé la de la habitación prendida, no me calcé, ya que después de todo era la madrugada y supuse que estaría bien salir así.

Luego de cerrar la puerta, choqué con la pierna de mi guardia, me asusté, pero al instante noté que era Liam, durmiendo en el suelo como un niñito agotado, lo observé por un instante, noté que era muy apuesto, demasiado, pero enseguida retiré ese pensamiento al recordar quien era, y era el hermano de un monstruo, estaba a punto de irme cuando despertó, no esperó ni siquiera un minuto y se levantó del suelo.

- ¡Hey! ¿Qué crees que haces?

- Intento escapar, ¿me puedes dejar hacerlo tranquila?, tú sigue durmiendo – Bromeé irónicamente. Me miró algo confundido, cualquier desconocido notaría que acababa de levantarse. Luego su rostro exigió una respuesta sincera, y no tenía ganas de discutir así que se la di – Tuve una pesadilla e iba a buscar algo de beber en la cocina – Su cara ya no parecía tan confundida.

- Bien – Dijo mientras se levantaba – Voy contigo – Lo miré con la misma expresión que un niño cuando su mamá le pide que ordene su habitación.

Me llevó por los pasillos, los cuales trate de memorizar y me guio a la cocina.

Al llegar, me sirvió un vaso de leche, eso era justo lo que necesitaba, luego de un largo sorbo de leche que casi vació el vaso, Liam ya me estaba sirviendo galletas, lo que faltaba para ahogarme en mis penas, como siempre me puse a pensar en todo, absolutamente en todo, cada recuerdo de mi vida se cruzó ante mis ojos, estaba triste, enojada, pero en especial asustada, nunca había sentido tanto miedo en mi vida.

Liam estaba sentado delante mío, del otro lado de la mesa, sacó conversaciones varias veces pero nunca contesté, estaba tan enojada, con él, con Frederick, creo que con el mundo, luego de comer decidí ir a mi habitación y dormir, apenas toqué la almohada caí en un sueño profundo.

Me puse el vestido que me había probado en el baño, antes de tener mi usual pesadilla, me peiné, pero al mirarme al espejo me sentí culpable de tanta elegancia así que lo dejé suelto, sin siquiera peinarlo.

Recordé aquella vez, teníamos unos nueve años cuando Kate y yo estábamos jugando al spa, yo era la chica que la arreglaba y luego lo era ella. Al rato, después de estar tan arregladas y coquetas con nuestros vestidos, jugamos a ser princesas, cuando llegó mi mamá y me dijo. "que lindas princesas, pero umm, ¿qué es eso?, me parece que las reinas perdieron la pelea contra el reino del peinado", era verdad, Kate y yo no nos habíamos peinado, pero no nos habíamos dado cuenta hasta que mi mamá nos lo dijo. Luego se acercó y nos peinó, al terminar nos dijo que estábamos hermosas y se fue, nosotras corrimos hacia el espejo, obviamente mi mamá nos mintió o tenía un grave problema en el lente del anteojo. Nos había hecho unos rodetes súper ajustados, tanto que si teníamos a esa edad arrugas, con ese rodete de bailarina nos las sacó seguro, y detrás una rosca de cabello que parecía caca de perro, Kate y yo nos miramos, y como si pudiéramos hablar por la mente nos quitamos los rodetes y nos despeinamos el cabello exageradamente al mismo tiempo. Me hiso pensar que esos tiempos en los que no te importaba la opinión de los demás eran los mejores.

La amistad está subestimada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora