capítulo 11

14 2 0
                                    

- Kim – La luz me cegó, no podía ver nada y me costó reincorporarme para entender la situación, pero al fin recordé todo, Liam, la casa, el acantilado, la historia, y la canción.

Liam estaba allí, frente a mí, intentando despertarme – Kimi debemos irnos o se darán cuenta que no estamos.

- ¿Qué?

- ¡Nos quedamos dormidos, vamos!

Al fin caí en la cuenta de lo que estaba sucediendo, Liam me ayudó a levantarme de la cama y salimos corriendo hacia la casa principal.

Ni siquiera hablamos, solo corríamos y corríamos esquivando los arboles del bosque, yo estaba perdida, solo seguía a Liam que estaba delante mío muy seguro de sus pasos.

En un momento me tropecé, no sé cómo lo logro pero Liam me atrapó antes de que callera, pareciera que tiene ojos en la espalda.

Mi corazón latía ferozmente y empeoró cuando me di cuenta que Liam me estaba llevando a la casa principal, a ser de nuevo su prisionera, a esperar a que me maten, ayer hubiese jurado que me iba a dejar escapar pero no lo hiso.

Cuando salimos de los arbustos estábamos a solo tres calles de la casa, pero Liam se detuvo. Me miró con la misma mirada cómplice de un niño cuando le pide a su amigo hacer una travesura.

- ¿Cómo la pasaste anoche? – Otra vez estaba demasiado cerca de mí.

- Bien, muy bien, descubrí que eres buen bailarín – Sonreímos pero al instante seguimos nuestro camino.

Entramos por el mismo agujero por donde salimos, al llegar a la casa principal recorrimos los pasillos sigilosamente, cuando alguien nos veía actuábamos de manera convincente de que éramos inocentes y así llegamos a mi habitación, la luz estaba apagada y no se veía absolutamente nada dentro, debí haber cerrado las cortinas, seguro.

Entré a la habitación pero antes de encender la luz Liam me tomó la mano y me acercó a él, nuestras narices volvieron a rosarse, y yo sentí que era un tomate muy rojo a punto de estallar.

- Kim, tengo que decirte algo que...

Unas manos me tomaron bruscamente de los brazos haciéndome gritar. Pero no lograba ver nada entre tanta oscuridad.

- Kim, ¡¿qué sucede?!

Quien fuese que me tenía atrapada me golpeó detrás de las rodillas haciéndome caer de rodillas al suelo mientras Liam encendía la luz, estaba detrás mío y ahora tomaba mis muñecas con solo una mano y me tapaba la boca con la otra, no podía verlo ya que no me podía mover, pero fuese quien fuese a Liam no le había gustado, estaba asustado, muy asustado, lo pude ver. Entonces se dispuso a hablar y supe de quien era esa temible voz.

- Saben, entré a la habitación a buscar a mi futura esposa y no estaba aquí – Era Frederick.

- Yo acompañé a Kim a que tome café porque tuvo una pesadilla.

- Ah ¡claro!, y me imagino que se dieron cuenta que en el bosque no hay café, lo digo porque se tardaron mucho tiempo.

Nadie habló, tenía miedo, no peor, me sentí aterrada.

- Ja, eso creí – Frederick me tomó del pelo sin vacilar, arrastrándome por el suelo como si fuese una bolsa de basura.

- Suéltame, suéltame – Pero Frederick me levanto, todavía tirándome del pelo, gemí del dolor y sentí que unas lágrimas comenzaron a caer de mis ojos – Maldito...

La amistad está subestimada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora