Capítulo 2

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"Una nueva amiga" me dije. ¡Qué lindo es cruzarse o chocarse con gente así!

Al otro día fui a la facultad. Cuando volví supe que ya había empezado otro libro. Escribí lo que había ocurrido (lo que acaban de leer en el primer capítulo) y me llamó la atención lo rápido que había ocurrido todo. Todo en un par de horas solamente.

Me preguntaba que más iría a pasar.

Para conocer parte de la respuesta, al menos, no dude en cumplir con lo que le había dicho a Mara y fui hasta su casa.

Al llegar, ella estaba sonriendo.

- Creí que no ibas a venir- dijo al verme.

- En cambio yo pensaba que ya estaba aquí.

Y salimos a caminar.

La sensación era extraña para mí. Hasta el lugar, que no estaba más lejos que un par de cuadras de mi departamento, parecía nuevo.

¿Cómo puedo, todavía, pensar en decidir cuando escribir o no una historia?

- ¿Qué haz hecho hoy?- pregunté.

- Nada interesante. Estuve esperándote.

- ¿Y eso no es interesante?- bromee. Ella rió.

Estar cerca de ella, mi personaje, que ni siquiera sabía (o parecía no saberlo) era maravilloso.

Recordé cuán especial eran estos chicos para mí.

Nos sentamos en un banco de una plaza, ella pareció leerme la mente.

- ¿Alguna vez tuviste a alguien como yo cerca?

- Sí, de hecho les di catequesis no hace mucho.

- Comprendo. Y como te viniste aquí dejaste. ¿Sabes? ¡Yo a veces hablo con Jesús! Es tan fácil...

- No dejé porque tenía que venirme. Digamos que no soy muy católico que digamos y eso parece que hace que no sea apto para hablar de Jesús.

- ¿Y quién lo es?- preguntó.

- Nadie. Pero para ellos fue una buena razón para invitarme a irme...

- Ellos te querían.

- No lo sé. Lo peor era que había gente que yo si quería allí.

- Me refiero a los chicos especiales, como yo- dijo con orgullo.

- ¡Ah! Sí, ellos sí...

- Entonces estas aprobado.

- Jajajajajaja ¿tu crees?

- Por supuesto.

- Pero mira que yo era de esos que en vez de hablarle de Jesús los hacía reír, jugar, divertirse aunque sea unas horas por semana. No me importaba si me dibujaban la cara, si me ensuciaban la ropa... en otras palabras no los trataba como a los normales. Imagínate que ni siquiera les impedía mil besos y abrazos...

- ¡Oh! Andrés ¡Qué cómico eres!

Yo me quedé pensando. No había dicho nada más que la verdad.

No pude evitar extrañar aquella vida. Ella notó mi tristeza.

- ¿No fue un chiste?- dijo cambiando poco a poco su cara.

- No. Eso me dijeron para demostrarme que no soy un buen ejemplo para ellos a la hora de hablar de Dios. Nunca voy a dejar de preguntarles por qué tanto interés en hacer que se parezcan a nosotros si el mundo sería más lindo si nosotros nos preocupásemos por parecernos a ustedes. Imagina que la gente se salude mil veces... ¡semejante cariño!

- ¿Sabes? Jesús me dijo una vez que le aburre que le hablen de él. Que ni se quiere poner en lugar de todos esos que deben aguantar eso como si nada.

- ¿Cómo es que hablas con Jesús?

- ¡Es tan fácil!

- Jajajajaja no tengo dudas en que para ti lo es.

- Una vez viaje a un mundo imaginario dónde aprendí que la vida es como un abecedario.- dijo.

- ¿Un abecedario?- me causó un poco de gracia oírla decir eso.

- Sí.

- ¿Por qué?

- ¡Oh! Tú sabes por qué... – y se puso de pie y comenzó a caminar para que yo la siga.

- ¿Adónde vamos? – pregunté.

- A otro banco.

- ¿Por qué? Ese estaba bien, el sol... – pero no me dejó terminar de hablar que se sentó en otro banco de la misma plaza.

Permaneció en silencio mientras yo la observaba.

Ese silencio la hacía más especial aún. Se disfrutaba mucho verla así.

Pero, otra vez, el reloj me obligaba a interrumpirla.

- Mara, lamento desconcentrarte - dije burlándome con cariño- pero debo regresar a mi departamento. Tengo cosas que hacer.

- Claro, está bien. – respondió como si nada.

La acompañé hasta su casa y al ver la hora que era rechacé su invitación a pasar.

- ¿Podrás venir mañana?- me preguntó.

- Temo que no. Será hasta el Lunes. – y me acerqué para saludarla, pero ella me frenó.

- Andrés- dijo- Jesús dice que eres un buen catequista.

Yo casi la abrazo con las fuerzas, aún, que no tenía.

Ella sabía lo importante que era para mí oírla decir eso y también se emocionó.

- Te quiero- le dije.

- Te quiero- contestó... riendo con luz.

Incluso "AMAR"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora