Capítulo 11

48 9 4
                                        




LA mayor, FA menor sostenido, SI menor, MI mayor, La mayor, RE mayor, SI menor, MI mayor y otra vez lo mismo.

Ritmo lento, acordes alegres en su mayoría, pero la música que sonaba esa tarde era triste.

Al otro día el estado de Mara era desgarrador.

Era increíble, realmente lo era: un día pasar toda una tarde riendo y al otro apenas poder murmurar palabras.

Ritmo más lento aún.

¡Cómo puede cambiar nuestro mundo en apenas días horas o incluso segundos!

A veces no es tan necesario cambiar.

A veces uno no lo desea.

Pero igual siempre cambia.

Ritmo más lento aún. Aún más.

Mara estaba en su cuarto sola con su padre. Él parecía ausente. No hablaba, no lloraba, no había nunca ningún gesto en su cara.

No fue nada raro que nos dejara solos.

- Andrés - dijo alegre

- ¿Cómo te sientes?

¡Estúpida pregunta! ¡Basta de mentirte, Andrés!

Mara esta muriendo...

- Bien, muy feliz.

- Me alegro - dije sin pensar- Oh Mara...

- No hay nada que temer -dijo rápidamente.

- Es que verte así...

- Recuerda mis mundos...

- Lo sé. Gracias Mara.

- ¿Por qué gracias?

- Porque me invitaste al fin a uno de ellos. ¿Sabes?...

- ¿Qué?

- Serás mi nuevo personaje en una novela que estoy escribiendo...

Ella sonrió, emocionada.

- ¿Sabes? - seguí- hay personas que hacen que tu mundo sea más bello aún, solamente estando en él. Gracias por eso también. Mi mundo es más bello desde que te conocí. Es más bello contigo.

Mara comenzó a llorar, pero no dejó de reír.

Estaba emocionada, no triste. Yo si lo estaba.

- No importa el destino -dijo rompiendo el silencio tan feo -depende de nosotros aprender a leer, a escribir, a organizar de modo tal que cada una de las letras de nuestra vida se transforma en cualquier historia, en cualquier frase, en cualquier palabra: incluso "amar".

Yo me recosté a su lado. Mis ojos apenas podían verla así. Mi corazón apenas podía sentirla morir.

Luego de haber dicho esto último, Mara no volvió a hablar. Sus fuerzas habían acabado, tal vez. O Tal vez no haya tenido más nada que decir.

Su mirada sonreía aún. Como pude, yo también le sonreí.

De repente sentí algo en su mirada: sus ojos estaban mirando fijamente a los míos.

Yo le tomé las manos.

Luego muy lentamente, pero muy lentamente, los cerró sin dejar de mirarme.

Finalmente los abrió y sin querer, ambos sonreímos.

Segundos más tarde los volvió a cerrar, pero esta vez nunca más se abrieron.

Afuera estaba comenzando allover. 

Incluso "AMAR"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora