-Una vez viaje a un mundo imaginario- Dijo Mara haciendo fuerzas para poder hablar- y en ese mundo se decía que si una gota de lluvia caía sobre ti y tú al mirar el cielo no sabes de dónde provino esa gota ya que en el cielo no hay ni una sola nube, es porque alguien se acuerda de ti de manera muy especial.
- ¿Y alguna vez te cayó una gota así?
- Muchas veces. Pero reconozco que hice trampas.
- ¿Trampas? ¿Cómo se podría hacer trampas en algo así?
- Cuando levante mi vista hacia el cielo, lo hice con los ojos cerrados.
Yo sonreí.
- Tal vez no haya habido ninguna nube - dije acariciándola.
Su cuarto seguía ordenado. Todo estaba como siempre. Pero la tristeza y la amargura que allí habitaba se había hecho más visible.
- Tristeza y amargura.- dijo mientras yo recordaba lo que había pensado segundos antes. No le sería tan difícil adivinar que en eso estaba pensando. De cualquier forma intenté disimularlo.
- ¿Cómo dices? ¿Tristeza y amargura?- dije dándome cuenta de lo tonto que estaba siendo.
- Si, eso es lo que significa mi nombre.
- ¡Ah!... y ¿por qué me lo dices?
- Porque quería que sepas.
- Está bien. Para mí significa tanto Mara... mucho más que eso.
- ¿De veras?- pregunto alegrándose. Su voz era cada vez más parecida a un susurro.
- Sí, de veras...
- Por ejemplo...
- Por ejemplo... mmmm cariño... y fuerza, mucha fuerza y mucho cariño.
Ella comenzó a llorar. Eso hizo más amplios sus esfuerzos para hablar.
- ¿Andrés? – llamó mientras se recomponía.
- ¿Qué Mara?-conteste mientras intentaba con fuerzas no quebrarme. No delante de ella.
- No quiero morir aquí.
- Entonces no mueras –alcancé a decir mientras me arrepentía. Mientras parecía morir yo.
Permaneció en silencio. Sus ojos embellecieron y otra vez llamaron a sus lágrimas.
Me acarició.
- Peor que morir es estar muriendo.
Yo no sabía que decir.
- Estar acostada aquí, sin poder hacer nada es aburrido y más aburrido aún si sabes todo lo que está pasando afuera.
- Tengo una idea – dije sin saber que iba a decir luego. Un segundo después tuve una idea de verdad. -¿Qué te parece si ya que no podemos buscar la diversión allí afuera, la traemos aquí adentro?
Ella me sonrió agradeciéndome mi intención, pero no había entendido mucho.
- ¿Cómo se hace eso?
- Mmm puedo hacerte una función personal de magia...
- ¿Magia?
- ¡Claro!- dije- sólo tengo que improvisar algo y listo...
Y así lo hice. Con pañuelos poco profesionales y papeles sin ningún secreto oculto. La función de magia que hice con menos materiales en toda mi vida.
También la más mágica.
Me encantaba verla divertirse. Verla reír.
Fue la tarde más divertida que recuerdo.
Pero cuando se cansó de hacerlo me tomó las manos y me invitó a sentarme a su lado.
- Una vez viaje a un mundo imaginario -dijo otra vez. Yo sentía que mis lágrimas presionaban con todas sus fuerzas, esta vez totalmente a vencer a mi orgullo.- donde me dijeron que la mejor forma de morir, puesto que todos moriremos alguna vez, es estar en los ojos de quien más quieres y a la vez que quien más quieres esté en los tuyos; porque como será lo ultimo que veas con ellos, será lo más fácil de recordar...
Mara no lloraba, eso me sorprendió.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Y no aguanté más. La abracé con mis fuerzas (que eran pocas) y supe que Mara no lloraba, porque algo de ella le decía que era mi turno para hacerlo.
De repente ella sonrió muy lentamente y me miró fijo, sin perder la sonrisa.
- ¿Sabes cuál fue el mundo más lindo que conocí de todo?
- No, no lo sé – dije- ¿Cuál fue?
- Un mundo en el que la gente tiene los ojos abiertos, un mundo donde las cosas malas se cambian tan solo con amor. En ese mundo no hay niños tristes, puesto que está lleno de magia. El mundo más lindo que conocí de todos mis mundos imaginarios, fue el tuyo Andrés... y nunca voy a dejar de agradecerte que me hayas invitado a ser parte de él.
Quedarme sin palabras ante ella se había convertido en algo tan común...
"¿Mi mundo, Mara?" pensé "¿y el tuyo?".
Oír cosas lindas es muy importante, pero oír este tipo de cosas superaba el límite de esa palabra.
Yo moría por ella, yo vivía por ella y ahora también seguía por ella.
El aire era pesado, se hacía difícil respirar con tanta tristeza y tanta emoción juntas.
- ¿Sabes una cosa Mara? En los millones de mundos que hay en la Tierra, jamás uno me enseñó tanto como el tuyo. ¡Maldita sea! –dije sin ya poder contener mis lágrimas- ¡ni siquiera puedo imaginármelo sin ti!
En ese momento, abrazados, nos sentimos orgullosos de sentir cómo su mundo y el mío eran uno solo.
Sobre el aire estaban las millones de combinaciones de las letras del abecedario que formaban, esta vez, una sola palabra:
"VIDA"
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Incluso "AMAR"
Short Story"La curiosidad mata al hombre" dicen, y es verdad. Pero no solamente la curiosidad descontrolada, en exceso, sino también es la falta de curiosidad lo que puede llegar a matar a los hombres. Siempre dije que la gente entiende mal eso de que es "mejo...