¿Capítulo 3? ¿Recién? Evidentemente estaba escribiendo el libro no solamente con el prefacio más corto que haya visto, sino que también el más rápido.
Pensé en cuando daba catequesis. Siempre supe que había dejado tantas cosas sin decir, pero con Mara parecía todo innecesario. Ella no necesitaba catequistas, ni Biblia, ni Iglesia, ni clases. Ella hablaba con el mismo Jesús. Lograba lo que ninguno de ellos, incluyéndome, podía lograr.
Yo lo sabía, pero ¿y el resto? Tal vez crean que lo hacen... de cualquier forma: ¿cómo se les ocurre enseñarles? Aunque ellos no decían "enseñar" sino "hacer dar cuenta de"; que no daban "clases" sino "encuentros" (para mí enseñaban y daban clases, sin dudas) da igual: que los encuentros los den ellos que son los que hablan (y no-hacen-que...) con Jesús.
Cada palabra que escribo más los admiro... y más me doy cuenta de por qué se llaman "especiales".
Un mundo hecho por especiales debería ser especial también. Y sin embargo...
Había algo molesto en el ambiente en la tarde del lunes. Y mucha matemática, según la facultad.
No hacía ni calor ni frío, o tal vez las dos cosas.
Todo el día estuve esperando el momento de verla a ella, a Mara.
- ¿Sabes? Una vez viaje a un mundo imaginario- dijo mientras volvíamos a la plaza que nos quedaba cerca de ambos.
- Jajajajajaja... ¿siempre viajas a mundos imaginarios?- la interrumpí sin querer. Me resultaba gracioso oírla decir esas cosas tan inocentemente.
- ¡Claro Andrés! ¿Cómo quieres que sea feliz sino?
"Valla" pensé "siempre me pregunté como poder ser feliz en un mundo donde no lo es".
¡Qué manera tan "especial" de encontrarle la solución!
- En ese mundo imaginario- continuó luego de mi silencio- las personas habían inventado una nueva forma de decir "te quiero", más fácil.
- ¿Más fácil aún que dos palabras ni siquiera tan largas? ¿Qué no ocupan más de dos segundos?
- Si, imagínate que tan fácil era, que toda la gente no pasaba un día sin "decirlo" cientos de veces.
- Mi imaginación no debe estar en su mejor momento parece- le dije sonriendo y regalándole una caricia- dime, ¿cómo era?
- Todos, absolutamente todos los habitantes se habían puesto de acuerdo en que decir "te quiero" era igual que mirar a la otra persona a los ojos y luego muy lentamente, pero muy lentamente cerrarlos sin dejar de mirar los ojos de esa otra persona hasta que a tu vista todo sea negro y finalmente abrirlos sintiendo el placer de haberle hecho sentir al otro que tu lo querías, casi siempre este sentimiento causaba una sonrisa por parte de ambos.
Yo volví a quedarme en silencio.
Mis ojos estaban hipnotizados por los suyos, por sus palabras, por su vida, por su emoción y la mía.
Por ella.
Mara tuvo otro impulso fuera de lo normal: se lanzó a mis brazos, abrazándome con fuerza.
Todo se volvió más hermoso aún.
¿Cómo hacía para saber como hacer que todo sea más hermoso?
Aunque quede mal literariamente ser reiterativo, no puedo dejar de decir que otra vez me vi sorprendido... y emocionado.
¡Hay! Mara – le dije-¿alguna vez me invitarás a alguno de tus mundos imaginarios?
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Incluso "AMAR"
Short Story"La curiosidad mata al hombre" dicen, y es verdad. Pero no solamente la curiosidad descontrolada, en exceso, sino también es la falta de curiosidad lo que puede llegar a matar a los hombres. Siempre dije que la gente entiende mal eso de que es "mejo...