Capítulo 5: Venganza

19 1 1
                                    

Aria

Sophie desapareció.

Sí, esa niñita de la cual me quejaba esa misma mañana. La que es la más irritante de todas cuando se lo propone, pero la hermanita con la que puedes hablar sobre lo que te pasa y te entiende. Si yo alguna vez tuviera una hermana pequeña, habría querido que fuera ella.

Vamos ¿Qué otra niñita se pelearía por quién usaba una patineta en una bajada en la cual posiblemente te podías romper la cabeza? ¿O por quién usaba el balón de soccer desde las dos de la tarde hasta la noche, con raspones en las rodillas y brazos asegurados? ¿O por quién golpeaba a Gunther al hacer alguna de sus clásicas imbeciladas?

¿Qué es de Gunther y yo sin Sophie? ¡Es como que falte uno de los tres mosqueteros! ¡No son nada si falta alguno de ellos!

Y ahora que no está y no sé qué pasó con ella... que no tengo idea si está muerta o si alguien se la llevó a otro continente...

Ese sentimiento de pérdida es horrible. Creo que la ansiedad te afecta más que saber que alguien sí está definitivamente muerto.

Gunther y yo seguíamos callados por el shock, mirando a la nada sin movernos del sitio. Las armas seguían en nuestras manos y como siempre pasa, comencé a balancear un poco la espada para que la hiperactividad me dejara de molestar por un momento.

-¿Sophie?- la llamé y sin poder evitarlo, mi voz se quebró. Un nudo se me formó en la garganta mientras mis mejillas y mi nariz ardían un poco, ya que capaz lloraría.

-¡Sophie!- se puso a gritar mi hermano postizo y él sí se pudo mover de su lugar.

-¡Sophie!- lo imité y empezamos a caminar entre la espesura de la noche. Mientras más buscábamos sin encontrar nada, más me iba dando algo en el pecho. Parecía que iba a estallar o algo.

-Mira, ya tenemos que ir al campamento. Tenemos que comer, dormir y buscar ayuda- en cuanto dije eso, Gunther dejó de estar encogido sobre sí mismo y se giró hacia mí con indignación.

-No. Para ese entonces ya no habrá rastro de ella- se revolvió el cabello.

-No te ofendas- pasé mis nudillos por mi nariz -Pero ni siquiera ahora tenemos rastro. Tal vez cuando salga el Sol podamos ver algo.

-¡Si Sophie te importara, no la dejarías de buscar hasta encontrarla!- gritó de súbito y yo apreté mis puños.

-¡Claro que me importa, imbécil! ¡Ella es como la hermanita de sangre que nunca tuve!- mi cara enrojeció por la rabia. Nunca pensé en tener esta discusión con nadie, menos con Gunther -¡Hasta estoy llorando por no poder saber dónde está, demonios! ¡¿Alguna maldita vez me has visto llorar por algo que no sea serio y que no signifique nada para mí?! ¡¿Eh?!

Dejó su semblante a la defensiva y por un momento me miró con una expresión que no supe diferenciar entre miedo, decepción o confusión.

-Ya hay que calmarnos- recapacitó -Esto está mal. Nosotros nunca peleamos ¿Qué Hades está pasando?

Bufé soltando mis puños y el aire retenido en mis pulmones -Y me lo vas a preguntar a mí- rodé los ojos.

-Vamos, ya escuché algo por el bosque- cortó él y recogimos las mochilas (incluyendo la de Sophie) de el interior del auto vuelto añicos por la revolcada de hace una media hora, antes de la pelea con el ejército de monstruos mutantes.

Disaster II: El Trato MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora