Capítulo 14: Dragón Asesino

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Aria

-¿Por qué hay chicos con camisetas moradas corriendo por la calle?- pregunté para romper el silencio. Fui la única que se había quedado despierta durante todo el viaje, mirando a la ventana y ahora que estábamos entrando a San Francisco, era que veía algo interesante.

-Haz silencio y déjame dormir en paz antes de que algo nos quiera matar otra vez- replicó Jordan con voz soñolienta mientras se revolvía en el asiento para darme la espalda. Gunther debía de estar por el décimo sueño, seguía roncando y babeando como si nada estuviera pasando.

Seguí el rastro de los chicos de las camisetas moradas hasta que de súbito entraron a un túnel bajo una montaña. Se perdieron de vista y unos 5 minutos después, algo camuflajeado con un borrón chocó con algo invisible a la entrada del túnel para luego desaparecer. Capaz era un monstruo, pero quién sabe.

Unos 15 minutos más tarde, llegamos a una estación en el centro de la ciudad y desperté a los chicos a base de cachetadas, lo cual fue muy divertido.

Me miraron con odio hasta que llegamos a una cafetería por ahí cerca y como cosa muy usual, mi estómago rugió.

-Ni de chiste, niña. Ya no hay dinero para que a tu estómago de mastodonte se le quite el hambre- advirtió mi hermano postizo y le entrecerré los ojos mientras Jordan se carcajeaba.

Unos momentos después de haber estado rebuscando en los bolsillos, zapatos y mochilas de los tres; encontramos un total de 20 dólares y entramos corriendo a la cafetería.

Nos sentamos a la mesa del fondo e hicimos la orden a la mesera, una chica como tres años mayor con tatuajes y piercings que el rubio a mi lado no perdió tiempo en escanear apenas se fue al mostrador.

-Saca el libro que robamos del bar, tengo que ver qué se fumó el que lo escribió- susurré después de rodar los ojos ante lo que había hecho Jordan.

-Como quieras, pero no dice mucho y hay páginas arrancadas- Gunther se encogió de hombros más indiferente de lo usual, sacando dicho objeto de su mochila.

La cubierta era de cuero gastado, se mantenía cerrado con una cuerda del mismo material y soltó una gran nube de polvo al aterrizar sobre la mesita de madera que yo tenía en frente.

Tosí un poco y abrí el libro. Parecía escrito a mano y era tan viejo que parecía que cualquier página se haría polvo en mis manos.

-¿Será un diario de investigación?- murmuré.

El punto es que tenía información sobre cada dios por separado, monstruos, sobre los semidioses, el Campamento Mestizo, mitos particularmente importantes y básicos de saber para sobrevivir en el mundo de la mitología griega, etcétera.

El caso es que en cuanto llegué a la página que hablaba sobre las manzanas de las Hespérides, vi que la página siguiente decía algo que casi pude leer. Era como una separata y decía algo como "Ro... a... os..."

Al pasar la separata, habían muchas páginas arrancadas, algunas quemadas, con tachones en tinta que parecía moderna y algunas estaban tan corroídas por haberles vertido líquido encima que no se podían leer tampoco. Después de la destrucción, se hablaba un poco más de los griegos en páginas tan intactas como las del principio y así terminaba el libro.

Disaster II: El Trato MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora