Capitulo IX: Drama Inclinant, Sed Non Obligant

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El sol bañaba de calor la piel de una joven mujer que disfrutaba de un descanso a orillas de esa playa caribeña; increíble que de hecho lograron financiarla, pero él dijo que el dinero no sería problema alguno. En momentos así, aún se preguntaba si conocía en realidad a esa persona con la que se había unido en la aventura de la vida en matrimonio, pero eran dudas que se esfumaban a través del sabor de la tercera piña colada del día.

—Pensé que las pelirrojas no podían asolearse —comentó Jake acercándose a su nueva esposa, haciéndole sombra mientras ella disfrutaba recostada de la visión de un agua cristalina y pura.

—Lo sé, ¡pero mirame! —Allyson anunció con gran agrado, alzando una parte de su antebrazo—. ¡Estoy agarrando color! ¡Por primera vez en mi vida mi piel luce casi humana! En lugar de esa pasta amorfa que parece un puré de papás mal batido.

Y no era la única que padecía verse en su mejor momento, en su mejor apariencia posible: Allyson posó su mirada en aquel pedazo de hombre con el que se había casado; su cuerpo fornido parecía el de una escultura del más diestro de los artistas del Renacimiento. Su torso definido y desnudo le provocaba un deseo de querer más de él al descubierto, y sus brazos gruesos y tonificados le daban la sensación que podían albergarla y protegerla de todo mal y peligro.

Y el dorado de su piel, irradiada por las caricias de Febo Apolo. ¿Él era posible? ¿Era una persona real, o una representación de una divinidad de todo lo bello y al mismo tiempo, masculino? Cierto que una relación a largo plazo no puede basarse únicamente en lo físico, y que el lazo que compartían era innegable, pero en momentos así, aún si fuera algo meramente carnal, digno de una telenovela brasileña o del último libro de E.L. James, le daría un enorme gusto disfrutarlo mientras dure, en especial, mientras dure dura.

—¿Piensas en algo, rojilla?

—¿Quién, yo?

—Bueno, sólo estamos tú y yo...y Manuel, el tipo que nos trae los tragos, pero si quieres lo puedo mandar lejos.

—¿Qué quieres decir? —Allyson preguntó sonrojándose.

—Que es un hermoso día...y te ves...siempre he sabido que eres una mujer bellísima, pero en ocasiones así, luciendo ese bikini, con tu cabellera borgoña suelta al aire...y completamente más atractiva qué Sarah.

—Oh, gracias cariño —Allye replicó, guiñando su ojo.

Jake entonces se le acercó aún más.

—¿Q-qué haces?

Jake posó su ser sobre el de ella, casi juntando sus dos pieles; acercó sus manos a las mejillas de la pelirroja para acercar su rostro y unirlas en un apasionado beso.

—Jake, basta, por favor... —Allyson rogó en sus jadeos, ignorados por completo por un Jake llevado por el deseo.

—Allye...

—Jake, yo...

—¡Caramba, quieres dejar de hacer ruido, mujer! —Sarah le gritó tras propinarle una patada en la espalda, despertando a Allyson de su fantasía, y tumbándola de la cama.

—¡Eso no era necesario! —reclamó la pelirroja —. Además, ¿mira quién habla? ¡Tú haces ruido cuándo duermes también! Hablas como si estuvieran en una conversación con un extraterrestre, o algo así.

—¡Oye, lo que haga yo con el Consejo de Seguridad del Planeta Myxzglob en nuestras reuniones secretas en los sueños es asunto privado!

—No voy a hacer caso a eso —Allye declaró conforme se levantaba del suelo—. Que va, creo que aún haciéndole caso no es algo que entienda...

Casarse en DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora