Capitulo XIV: En Buenos y Malos Terminos

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La iglesia estaba lista, al igual que los invitados que lentamente tomaban lugar en sus asientos; no eran demasiados, no se trataba de una boda real después de todo, o de la un millonario octogenario que puede o no haber puesto tu nombre en su última voluntad, sino la de dos personas entradas en sus 40 que encontraban la oportunidad de ser felices una vez más.

Se limitaba a algunos familiares, amigos, y conocidos del trabajo que no tenían mejor manera de pasar el primer día del último mes que escuchando un servicio aburrido y comer platos de mariscos a expensas de la billetera de otro. Los hombres lucían impecables en sus trajes, y las mujeres bellas y sofisticadas en sus vestidos.

Inclusive aquellas que no querían estar “bellas” ni “sofisticadas”.

—Si hubiera algo de justicia de género en realidad, los hombres usarían ropa tan incomoda como la de nosotras —Allyson comentó, tomada del brazo de Sarah, ambas en sus vestidos con los que engalanarían la velada, si bien la pelirroja batallando un poco con su paso.

—¿Te sudan los pies con esos zapatos?

—¡Eso es algo completamente aparte!

—Ya sabías que la piel siempre te hace sudar, ¿por qué elegiste ponerte eso entonces?

Allyson no quería decir su verdadero motivo. De algún modo, decir que “porque le encantaba como se veía con ellos” la hacía sentir banal y superficial.

—¿Por qué elegiste un vestido negro, Sarah? ¿No crees que es algo fúnebre para una boda?

—¡Hey! ¿Qué tiene de malo agregar un estilo gótico al evento?

—Nada, pero es la boda de mi madre, no la de Gerard Way.

De todos modos, era una curiosidad, y nada más, y dentro del universo de excentricidades que Sarah ha hecho a lo largo de los años, un pequeño faux pas de usar un color no apropiado no llega ni al top 1000.

—¿Pasa algo? —la morena preguntó tras percibir la mirada de Allye sobre ella.

—¿Y ese...pañuelo? —indicó al ver un trozo de tela negra rodeando su antebrazo derecho.

—Oh, bueno...ya sabes: celacantos.

—Claro.

En frente de la iglesia, Allyson logró ver desde la distancia a Jake, vestido de un traje demasiado fino de un color gris oscuro, casi negro. Quizá se lo compró a un detective medio corrupto encargado de analizar escenas del crimen, pero lo importante es que se veía imponente, y apuesto.

—No te pongas nerviosa Allye —se decía la pelirroja—. Pasó lo que pasó, ya lo pasado, pasado, y bueno o malo, lo hice a mi manera, y...todo está bien.

Las dos se acercaron finalmente al encuentro de Jake.

—¡Que elegante muchacho! —Sarah saltó hacia él encontrandolo en un abrazo.

—¿De verdad lo piensas? —cuestionó el muchacho.

—Luces diferente: no como un criminal de poca monta que roba bolsos o tapones de autos, ¡sino como un delincuente de cuello blanco que defrauda bancos, naciones y le chupa los ahorros a millones de trabajadores decentes!

—La ilusión está completa entonces...y tú, Allye...rojilla...¿qué puedo decir?

—¿Qué no tiene caso que se ponga vestidos bonitos porque de todas formas ya viste lo que hay debajo de ellos?

—¡Sarah, ahora no por favor! —la pelirroja reclamó.

—Y dime, ¿todo entre nosotros...bien, no bien?

Casarse en DiciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora