PARTE 3 (CAP..........11)

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Aridai se adelantó para que el peso de su cuerpo me obligara a recostarme sobre la cama. No opuse mucha resistencia. A punto de perder el control, la suerte, quizá como último recurso antes del cataclismo, me permitió ver un trozo del pote de crema azul debajo de la cómoda.

¡Veinticuatro horas antes había hallado a mi hijo inconsciente en esa misma habitación! 

-No -la empujé poniéndome de pie-. No puedo.

-¿Pero porqué? 

-  Algo no esta funcionando. Mi cuerpo te desea como un loco pero mi mente sabe que no está bien. 

-¿Pero por qué? No estamos haciendo nada malo. Tú ya eres un hombre divorciado.

No quería fijarme en los papeles firmados o procesos legales.

-Ya firmé, pero aún me considero un hombre casado. 

-No seas ridículo y ven, tengo mucho frió.

La contemple con el vestido desabotonado; era la tentación  encarnada y lo peor de todo es que sentía una gran ternura por ella, algo muy cercano al amor, pero todavía no amor. Aprendí recientemente que el amor es una planta que crece según se riega y se abona. Lo que sentía por ella, en todo caso, era la semilla del amor, y si tenía relaciones sexuales, sería tanto como darle una fortísima dosis de fertilizante a esa semilla. Después de una entrega apasionada, Aridai ya no sería para mí la misma mujer ni yo para ella el mismo hombre. Nos volveríamos amantes y de entonces en adelante estaría íntimamente unido a ella, me gustara o no ... 

Me abrazó y comenzó a acariciarme desenfrenadamente. La disponibilidad de esa mujer era, para mi débil naturaleza masculina, simplemente imposible de rechazar; la calidez de su cuerpo se había metido en mi sangre y me quemaba; respiré  hondo tratando de controlarme, mas al instante me di cuenta que no iba a lograr eso con yoga o meditación trascendental, así que cambié el plan. Dejé que sus caricias continuaran, la ayudé a estimularme y me concentré con intenciones de alcanzar el clímax. Cuando éste llegó, la joven se separó asombrada; supuestamente eso no tenía que ocurrir, pero yo lo propicié deliberadamente para truncar la aventura. En ese momento descubrí con sorpresa que la fórmula de sofocar el fuego extrayendo el oxigeno podía salvar a cualquier hombre de la calcinación sexual. Lejos de experimentar vergüenza por mi eyaculación egoísta, me sentí triunfante, había recuperado el control.      

Me disculpé. Fui al baño en busca de papel higiénico. 

 Es verdad que "el uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice su finalidad" y que "la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado", pero también es cierto que los hombres podemos cometer de errores a errores y que el recurso de provocarse un orgasmo usado por los adolescentes para desfogar sus pasiones contenidas en la etapa critica, puede servirles como arma infalible para regresarnos a la ecuanimidad, antes de engarzarse en un episodio carnal comprometedor. 

Cuando salí del sanitario, totalmente libre de excitación, encontré a Aridai despojada de su ropa. Verla ya no provocó mayor impresión. Era simplemente una mujer desnuda. Se acercó para abrazarme, pero mis hormonas se habían echado a dormir. Casi de inmediato comprendí que había tenido mucha suerte. Probé la ruleta rusa y, por azar, la bala no me mató; jugué a ser un poco infiel y gané, pero no era una garantía que las cosas terminarían así, si volvía a jugar... 

-¿Qué te ocurre mi amor ? -preguntó consternada. 

-Me siento enfermo. Física y mentalmente. 

-Es natural que estés deprimido, para eso he venido yo. Refúgiate en mí. No sigas sufriendo... 

Sentí una gran ternura; sin atracción química, sólo quedaba la amistad; 

Aridai me jalo hacia la cama. Me resistí. el gesto seductor se tornó en forcejeo. 

-Por favor ... -espeté liberándome de ella. 

-No te pongas bribón -amenazó con dulzura-. Estoy comenzando a sentirme despreciada. 

Se estrechó nuevamente. La recibí en mis brazos, la tomé por las mejillas y le di un beso suave. 

-Aridai, entiéndeme, no es desprecio... Mi honestidad es lo único a lo que podré asirme para vivir si mi hijo fallece y mi esposa se va.

-Ya terminaste con  ella -insistió

-Casi... 

-¿De veras crees que tu matrimonio tiene alguna solución? 

Guardé silencio... La idea de que Tn_____ se hubiese acostado con otro hombre me enfermó, pero después, al saber que el tipo a quien le rompí la nariz era el pastor de la familia y no su amante, me sentí estúpido que, lo menos que podía hacer, era defender su integridad. 

¿Por qué los varones nos creíamos con derecho a ser infieles? ¿por qué nos gustaba hacerla pero no que nos la hicieran? 

-Sí tiene alguna solución -contesté-, de no creerlo, en este momento estaría contigo dentro de las sábanas. 

Aridai se separó. La escena fue para ella contradictoria y tétrica. 

-No te entiendo - me dijo irguiendo el busto desnudo-. Estoy empezando a creer que eres un sádico pervertido. Tú provocaste todo esto. 

Podía ser. La solución mágica que usé no fue sino sacar un clavo con otro clavo y es que, estando hembra y macho solos, el embrollo tenía que desembrollarse de alguna forma. 

-Creo en los mensajes callados -continuó-, y tú me enviaste muchos indicándome que deseabas mayor intimidad... Ahora que la tienes te acobardas... ¿Eres impotente o te gusta burlarte de las mujeres? 

Estuve a punto de disculparme, de agacharme, de explotar ante tanta presión, de abrazarla continuando el juego hasta el final, ya no respondiendo al deseo erótico sino a la vergüenza de alguien, que aunque inerme y perdido, se negaba a dejar de ser un caballero. 

Aridai había comenzado a vestirse y a decir maldiciones mientras lo hacía. 

Me acerqué a ella e intenté tocarla pero me rechazó. 

-Eres un tonto -masculló-. ¿Por qué no lo detuviste antes? 

-Es que en realidad te deseaba mucho... Eres una amiga a quien adoro, pero no estuve seguro de lo que tenia que hacer hasta que te vi conmigo. 

-Tonto -repitió -. Tu misma esposa fue la que me platicó que firmaste los papeles. Ella no te quiere... Entiéndelo... Te vas a quedar solo... Evita llamarme entonces... 

 Mi zozobra se torno en ira repentinamente.

-¿Mi esposa te platicó? ¿Dónde la viste?

Terminó de vestirse. 

-Te burlaste de ella y ahora de mí. Tendrás que pagarlo. 

-Espera -le dije- no quise ofenderte. 

Pero la chica salió y me dio con la puerta en la nariz. 

.....

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"La Última Oportunidad"  -adaptada- Siwon Y Tn___Donde viven las historias. Descúbrelo ahora