EL PERDÓN

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CAPÍTULO 15 PARTE 1 

–No tenemos ya nada que arreglar –contestó mi esposa.

–Eso es mentira. Si dos personas que vivieron juntas no pueden darse la mano para, al menos desearse buena suerte con sinceridad, significa que aún tienen cosas pendientes que arreglar.

_______ enmudeció. Cuando yo estaba a punto de decir que no valía la pena continuar con eso, ella levantó la voz visiblemente airada:

—¿Y cómo quiere que arreglemos las cosas? Siwon me ha herido mucho. Las heridas del alma no cicatrizan de inmediato.

–¿Y usted no lo ha herido a él?

— Tal vez. Pero no de la misma forma.

Aparentemente el pozo estaba seco y las posibilidades de hallar un nuevo venero eran casi nulas.

—Bien –declaró leeteuk con energía–. Ambos formaron una familia hermosa que ahora está deshecha... Independientemente de la enfermedad del niño, ustedes la deshicieron. Los dos se han herido, están llenos de un natural resentimiento, los dos sienten que su vida va a cambiar radicalmente y por supuesto los dos tienen miedo al futuro. Ante tan graves emociones compartidas ¿no creen que valdría la pena hablar un poco al respecto?

–Pierde su tiempo señor. Siwon y yo jamás podremos volver a unirnos.

–Nadie dijo eso. No vine a hacer el papel de conciliador romántico. Ustedes son adultos y saben lo que hacen, pueden seguir cada uno su rumbo a partir de aquí, pero lo importante es sufrir lo menos posible, enfrentar con serenidad el futuro y dejar de perjudicarse uno al otro.

Tomé asiento con lentitud, realmente interesado en el tema que se acababa de tocar.

______ no podía ocultar su pena. Miraba a Leeteuk con los ojos brillantes por las lágrimas, como si el hombre fuera un salvador que pudiese sacarla del infierno.

— Los seres humanos nos dañamos unos a otros –continuó Jung Soo con decisión-. Hay muchas personas acusadas y sentenciadas injustamente a diario, cientos de chicas seducidas, miles de mujeres abandonadas, millones de hombres asaltados o golpeados; a nuestro alrededor pulula la sevicia, el abuso sexual, el chantaje, el fraude, la violencia familiar, el incesto y, lo más frecuente, la falta de consideración de nuestros seres queridos. Cuando hemos sido afectados por algo así, sobreviene en nosotros un odio natural, un deseo de tomar revancha y una terrible soledad. Nadie está exento de ser lastimado por otro ser humano, es más, me atrevería a decir que a todos nos seguirá ocurriendo y debemos de desarrollar un mecanismo de defensa para no permitir que, por atropello de alguien, nuestra vida pierda sentido.

–¿Mecanismo de defensa? -cuestioné-, ¿a qué se refiere?

–Sólo alcanzan la plenitud de la vida quienes asimilan y practican el perdón. La única manera de extraer de nuestro cuerpo el veneno que nos inyectan otros, es perdonando. Así como lo oyen. De nada sirven parapetos. La gente los vas a herir a menos que se vuelvan ermitaños encapuchados. Perdonar es abrir una puerta que los sacará del recinto de la amargura. Corrijan el concepto en su cabeza por favor: Al perdonar a la persona que me daño; no le estoy haciendo un favor a ella, me lo estoy haciendo a mí mismo; cuando perdono sinceramente a mi agresor, la paz me inunda aunque mi agresor no se entere; de la misma forma, cuando lo odio, me invade la pesadumbre aunque igualmente mi ofensor esté totalmente ajeno a lo que siento por él.

Recordé un anécdota leída muchos años atrás: cierto oficial del ejercito americano que había estado en la segunda Guerra Mundial se enteró de que uno de sus más queridos compañeros se hallaba solo y enfermo. El exitoso militar buscó la casa de su amigo. Entró a ella y reconoció en un sujeto pobre y acabado a su viejo compañero de guerra. Al poco rato de platicar, el hombre fuerte le preguntó al débil si ya había perdonado a los nazis a lo que éste respondió con una vehemencia inusitada: "No. De ninguna forma. Todavía los odio con toda el alma". " Entonces le contestó su amigo entristecido - te tengo una mala noticia, si aún no los perdonas, eso significa que ellos todavía te tienen prisionero ".

– Es terapéutico aprender a perdonar –continuó Leeteuk hablando, con volumen alto y rapidez efusiva–. Deténgase en esto: a perdonar se aprende. No es instinto ni basta con decir "ya lo olvidé". A mí en lo personal me ha costado trabajo ejercitarlo. Les confieso que durante mucho tiempo estuve buscando la fórmula, leí cientos de libros y consulté a decenas de consejeros y guías espirituales. Ninguno de ellos ayudó. Sabía que el perdón era la respuesta, pero no hallaba la manera práctica de llegar a él.

Finalmente dedujeran una técnica de tres pasos. A mí me funcionó y desde entonces la comparto con mis amigos. Por favor pongan mucha atención. ¡Es importante! Para perdonar alguien se requiere: Número uno ENFRENTAR ABIERTAMENTE EL DOLOR por lo que nos hicieron. Número dos, EVALUAR LO QUE NOS CUESTA AQUELLO QUE PERDIMOS, y números tres: REGALAR MENTALMENTE LO QUE PERDIMOS. Para dar el primer paso, dejemos de racionalizar diciendo "no ocurrió nada, a fin de cuentas no me afecta en lo absoluto la conducta del otro, algún día me las pagará, pero definitivamente yo estoy bien". Esta actitud es absurda ENFRENTAR ABIERTAMENTE EL DOLOR es reconocer que estamos terriblemente heridos, que el proceder de aquél sí nos afectó, nos hizo daño, nos duele definitivamente...

El segundo paso, EVALUAR EXACTAMENTE LA PERDIDA, significa calibrar lo que nos quitó, hacer un recuento real de lo que perdimos y reconocer el valor que eso tenía para nosotros.

Hizo una pausa con la intención de permitirnos ir punto por punto en nuestros razonamientos. ____ tenía la vista extraviada, definitivamente atrapada por el tema. ¿Qué fue lo que le quité a ella? Seguridad, auto respeto, alegría de vivir, la oportunidad de culminar su carrera, la tranquilidad de sus padres? ¿Qué fue lo que ella me quitó? ¿Mi familia? ¿Mi paz? ¿Mi hijo? ¿Cuánto nos dolía a cada uno la pérdida?

-El tercer pasó, -continuó Leeteuk-, es el más difícil, es el salto de la muerte, el punto es culminante y definitivo. Sin el tercer paso, los dos no sirven más que para reconocernos abiertamente como mártires; con él, en cambio, la formula hace estallar el mal y nuestra vida se llena de energía positiva otra vez. Hemos reconocido el dolor y evaluado lo que perdimos, ahora debemos REGALARLE A NUESTRO AGRESOR AQUELLO QUE NOS QUITO, pensar que decidimos obsequiárselo; no se lo merece, definitivamente, pero como de cualquier modo, ya no lo tenemos, vamos a volvernos mentalmente su amigo, tratar de ponerme en sus zapatos, comprender sus razones, justificar sus impulsos y decirle con nuestro pensamiento: "Eso que me quitaste (ya sé perfectamente qué es y cuánto me duele haberlo perdido), quiero que sepas que te lo regalo..." Este último paso es el verdadero perdón, es el giro definitivo, el último dígito de la combinación. Sin él no hay nada, con él todo.

-Poniendo los pies en la tierra, ¿no sería más realista –pregunté-, una vez evaluado lo que perdimos, exigirle al agresor que nos lo devuelva, para después perdonarlo?

-¡De ninguna manera! La mayoría de la gente cree que el perdón debe ser así, pero es una reacción absurda. Si usted, por ejemplo rompe un jarrón en mi casa, yo se lo cobro y cuando me lo pago le digo "lo perdono", en realidad no lo estoy perdonando, sino haciendo tonto y burlándome de usted. Al cobrarle el importante de un error, estamos a mano, en cambio, si verdaderamente perdono, el ofensor ya no tiene que pagar.

-Ya entiendo. Sería ilógico decirle a un hombre que estuvo diez años en la cárcel...   

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besos a tod@s

"La Última Oportunidad"  -adaptada- Siwon Y Tn___Donde viven las historias. Descúbrelo ahora