Gray se había separado de su hermano y Breen, estaba muy asustado, no sabia que hacer, veía las horribles escenas ocurrir a su alrededor.
Era más que horrible, el no sabía que sus animales favoritos en la historia pudieran acabar con familias enteras, si Zach y el no salían de ahí vivos, se culparía a si mismo, el había arrastrado a su hermano hasta aquí aún cuando el no quería.
En algún punto perdido en sus pensamientos no se dio cuenta que el no había encontrado a su hermano sino que Zach lo había encontrado a el.
—¿Qué pasa? Te ves perdido.
—Zach, si no salimos de esta, es mi culpa.
—¿Qué? ¡Claro que no! Esto sería mi culpa, ¡yo debería de cuidar de ti!
—Yo te arrastre hasta esta isla aún cuando tú no querías, claro que sería mi culpa.
—Mm, no quiero arruinar su momento pero por qué no nos enfocamos en vivir en vez de discutir acerca de quién sería la culpa cuando estemos ¡muertos! —dijo Breen alterada.
—Si claro —dijo Zach.
—Iugh —exclamó Gray—. Eso es asqueroso —dijo apuntando hacia el porque.
Owen y Claire compartían lo más parecido al pequeño momento de Zach y Breen. Y se separaron en el momento en el que los chicos llegaron hacia ellos.
—No se que fue eso pero en realidad no quiero saberlo —dijo Zach.
—¡Chicos!, ¡están vivos! Oh no saben cuán preocupada me tenían.
—Si, creo que tenemos asuntos que atender.
—Chicos el es Owen, es... bueno el es el tío de Breen.
Zach se sintió incómodo como cuando conoces al padre de tu novia, tal vez por qué sabía que existía una pequeña posibilidad de que Owen hubiera visto el momento que él y Breen habían compartido.
—Si, por qué no guardamos las presentaciones para cuando, mm no sé... ¡estemos a salvo! —hablo Breen.
—Si, claro, síganme. —dijo Owen y todos caminaron detrás de él, lo siguieron hasta que llegaron a una camioneta, todos subieron viendo las escenas a su alrededor.
Era horrible. En los pocos segundos en los que Breen subía a la camioneta vio como un monstruo tomaba a la madre de una pequeña niña y la levantaba por los aires y sintió ganas inmensas de correr hacia la niña.
Y lo hizo e ignorando a todos corrió hacia la pequeña y la tomo en brazos y cuando quizo correr de regreso la gente se amontonaba, Breen tuvo miedo de no poder salir de ahí con la pequeña niña. Pero ahí con una inmensa cara de preocupación la persona que la ayudo todo este tiempo.
—No vuelvas a hacer eso—le regañó Zach, tomó a la niña en sus brazos y comenzó a empujar gente.
Frente a ellos apareció la camioneta gris y ambos subieron con la niña.
—Breen, ¡¿acaso estás loca?! —gritó Owen.
—Lo siento, no podía dejarla allí, sola.
—Ya cálmate, Owen —hablo Claire.
—¿Y que haremos ahora? —preguntó Zach.
—Tengo un idiota que golpear.
—No lo hizo —dijo Breen—. Dime que no lo hizo.
—Lo hizo.
—¡Voy a romperle la nariz!
