Capítulo 40 - La calma antes de la tormenta.

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Me senté en mi silla y lo miré fijamente. Estaba harta de esconderme, harta de huir. Acabaría con esto de una vez por todas, definitivamente. Cortaría el problema de raíz, como debí haberlo echo hace mucho tiempo.

- ¿Para esto me has invitado? ¿Invitarme a un té y hacer las paces? - Murmuró con esa lengua venenosa.

- No te confundas Colton, estás aquí para acabar con esto, no quiero ningún tipo de paz.

- Parece que tienes ganas de morir. - Tomó un sorbo del té y volvió a dirigir su mirada hacia a mi.

Mis guardias dieron un paso hacia adelante, al igual que los suyos. Ambos levantamos la mano

- Vamos al grano. Mañana, en la pradera a unos kilómetros al Norte. Un sitio apartado, sin armas de fuego, como pactamos.

- ¿Cómo sé que no es una emboscada?

No pude evitar reirme.

- Seamos claros, el más deshonesto y despreciable de los dos eres tú, yo soy la que tendría que estar preocupada sobre emboscadas. Si te quisiera matar lo haría ahora mismo.

- Touché. - Rió un poco. - ¿Sabes? Me gustas, Sophie. Una pena que no estemos en el mismo bando.

Sonreí al imaginarme lo mucho que iba a disfrutar matando a ese bastardo.

La puerta se abrió de un golpe, y Aiden apareció por la puerta.

Me levanté rápidamente, esto no tendría que estar pasando.

Sacó una pistola y apuntó a Colton. Sus guardias rápidamente apuntaron sus rifles hacia mi hermano.

- Aiden baja el arma. Ahora. - Ordené.

- ¿Ni siquiera puedes controlar a tus propios aliados? - Dijo Colton con altanería.

- Aiden baja el arma. - Ordené de nuevo.

- ¿Traes al enemigo a nuestra sede y lo invitas a té? - Murmuró incrédulo, dirigiendo la mirada hacia a mi.

Xavier apareció por detrás y tocó su hombro.

- Baja el arma, Aiden. - Murmuró.

Aiden hizo caso y bajó el arma, conteniéndose.

- En fin. Una visita encantadora pero tengo mejores cosas que hacer, como preparar a mi ejército. - Se levantó de la silla y sus guardias lo rodearon de inmediato. - Nos veremos mañana. Buena suerte, la necesitaréis.

Y salió por la puerta trasera por la cual había entrado.

La bomba de relojería que era Aiden no tardó en estallar.

- Era la oportunidad perfecta. ¿Y lo dejas escaparse? - Gritó incrédulo.

- No es la manera. Morirá, limpiamente. - Me senté de nuevo, tratando de tranquilizarme.

- ¿Acaso él juega limpiamente?

- No somos como ellos, Aiden.

- Bueno quizás deberíamos comenzar a serlo. - Levantó la voz más de lo normal.

No respondí. Nos quedamos callados por unos minutos, con el único ruido de nuestras respiraciones.

La puerta se volvió a abrir, y esta vez pude distinguir a Lexa y Axel entrando en la habitación.

- ¿Es cierto? - Preguntó Lexa mirándome fijamente.

- Lexa ... - Intentó explicar Xavier.

- Es cierto. Ha estado aquí. -Le interrumpí.

Acero [SANGRE & ACERO #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora