Acero [SANGRE & ACERO #2]

Capítulo 49 - Renacimiento.

Recomiendo releeros el anterior minicapítulo ya que sigue desde ese cúmulo de sensaciones que describí.

El último capítulo antes del epílogo.

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Así mi cuerpo reaccionó. Sentí como ese calor inundó todo mi cuerpo para luego desaparecer. Dejé de ver nada, para comenzar a verlo todo. Deje de sentirlo todo, para comenzar a no sentir nada.

Abrí mis ojos, los cuales ni siquiera tuvieron que adaptarse a la poca luz del lugar dónde me encontraba.

Me sentí ligera. Mis brazos no pesaban, tampoco lo hacían mis piernas.

Me levanté lentamente. Mi corazón no latía, no sentía calor, tampoco frío. No sentía absolutamente nada salvo mi tacto con la cama.

Observé mi alrededor, notando una figura sentada justo en frente de mi, en el interior de aquella pequeña habitación rústica de madera.

- ¿Cómo te sientes? - Preguntó Jayce acercándose un poco más, dejándome ver su rostro en la oscuridad de la habitación.

- Muerta. - Me limité a contestar.

- Lo estás, todos lo estamos.

- ¿Dónde están los demás? Los chicos, mi hermano .. - La imagen de Ryan cayéndo al suelo recorrió mi mente. - Ryan.

Su expresión lo dijo todo y a la vez no dijo nada, y simplemente desvió la mirada.

- Tendrás las respuestas, pero no ahora.- Extendió su mano.

La cogí con duda y me ayudó a levantarme de la cama.

Me sentía rara, inhumana. Quizás porque lo era.

Avanzamos por el áspero suelo de madera y salimos de la habitación, mostrándome una elegante y acogedora pequeña casa de madera.

- ¿Dónde estamos?

- No puedo decírtelo.

- ¿Puedes decirme al menos que hacemos aquí?

- Yo te he convertido. Es mi deber guiarte y enseñarte lo básico. Estaremos aquí hasta que aprendas. En mi familia lo hacemos así, como una tradición.

- ¿Que pasó exactamente?

- Moriste. Las balas atravesaron tu cuerpo, no teníamos otra opción salvo convertirte.

- Los demás, ¿están bien?

Se limitó a asentir, aunque hubo algo en su mirada que no me gustó.

- ¿Que pasó con Ryan? ¿Él está bien?

- Tendrás tus respuestas, pero no ahora.

Asentí. No me gustaba la idea de tanto misterio, pero no había otro camino.

- Lo primero ... - Tiró de mi mano hasta un espejo, dejándome ver mi reflejo, dejándome totalmente petrificada.

Estaba mucho más pálida, las facciones de mi cara habían cambiado notablemente, mucho más marcadas que antes, estaba notablemente más delgada, y mis ojos azules claros habían sido sustituidos por unos rojizos.

- Estás mucho más delgada porque no te has alimentado, en cuanto lo hagas volverás a ser tu. En cuanto a tus ojos .. es normal. Volverán a tu color natural en unas semanas, siempre y cuando no te alimentes de sangre humana.

Un extraño sentimiento recorrió mi cuerpo al siquiera escuchar la palabra sangre.

- Se lo que estás pensando, estás hambrienta. - Murmuró. - Sígueme.