III

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Luego de ese extraño acontecimiento, el pelinegro decidió ir a relajarse, había ido a visitar a su madre tranquilamente y ahora tenía un millón de preguntas, pero no quería darle más vueltas, tenía miedo de lo que podía encontrar.

Caminó pensativo hasta el parque que quedaba al costado derecho del hospital y se sentó en una de las bancas que se encontraban por ahí, mientras veía las flores y árboles que adornaban el paisaje sintió como sus ojos se iban cerrando, normalmente los días que tenía esos sueños raros no descansaba lo suficiente, era como si no durmiera en lo absoluto, despertaba adolorido, cansado y con ganas de dormir tres días.

Jihoon se acomodó en aquella solitaria banca, escuchaba tenuemente el ruido del viento chocar contra las hojas de los árboles dejándose llevar, relajándose, no le vendría mal una pequeña siesta, no tenía nada más que su teléfono, billetera y llaves en el bolsillo trasero, no creía que le fueran a robar, cerró los ojos respirando suavemente.

Luego de unos minutos el pelinegro estaba cayendo dormido, pero cuando ya se iba sumergiendo en los tan deseados sueños sin personas raras y llantos desgarradores, se vio afectado por los ruidos molestos de los niños que de la nada aparecieron ahí, soltó un suspiró cansado, agotado de todo, el no dormir bien afectaba muchísimo, quizás hasta ese era la raíz de esa extraña alucinación en el ascensor y no el café, resopló. Resopló sentándose nuevamente mientras revisaba en su teléfono la hora, apenas habían pasado cinco minutos desde que se sentó, bostezó, necesitaba una carga de energía inmediata, se levantó de aquella banca rodeada de pequeños humanos incapaces de razonar vestidos de batas blancas y cruzó la calle entrando en la cafetería que queda al frente, siempre la veía de lejos pero hoy era la primera vez que entraba.

El fuerte olor a café y pasteles golpeó su cara, arrugó la nariz sintiendo su estómago rugir y arrastró sus pies hasta una mesa vacía, apenas su trasero tocó la silla su cuerpo se esparció en la mesa cual cama se tratase, realmente estaba cansado.

-- Oye niño, no te acuestes que la acabo de limpiar --Le habló alguien, su tono había sido increíblemente molesto y para variar, queriendo o no, le estaba recordando su baja estatura, chasqueo la lengua y se reincorporó correctamente en la silla mirando a la persona que le había hablado, estaba molesto, aquel chico podía haberle dicho las cosas amablemente.

Era un empleado de la cafetería, un poco moreno de pelo castaño el cual caía cubriendo un poco sus cejas, sus ojos eran cafés muy oscuros, pero sin llegar a que desapareciera la pupila como en el caso de Jihoon, tenía la mirada de un perrito, pero con su increíble altura de por lo menos metro ochenta y mirada hacia abajó levantando una ceja lograba que se viera demasiado intimidante.

— Mingyu...cambia esa cara de perro con rabia y deja el pobre muchacho, ve a la cocina junto a Wonwoo...yo me encargo del cliente — Dijo un chico de cabello grisáceo mientras se acercaba, con pestañas largas y variadas perforaciones en sus orejas, también era empleado de la cafetería y parecía ser muy cercano al tipo llamado Mingyu por la naturalidad e informalidad con la que hablaba.

Jihoon se quedó un rato pegado en la cara de ese hombre sin escuchar que hablaban entre ellos, nunca en su vida había conocido a alguien tan guapo, alguien que le trasmitiera algo tan fuerte como para desconectarlo.

—... ¡Como digas! ...-- Gritó el empleado logrando asustar al pelinegro, este miró a los lados avergonzándose por la cara que debía haber tenido, el chico de brillantes ojos lo miró con una sonrisa y recitó el típico saludó de manual-- Muy buenas Bienvenido al café Pledis, ¿qué desea servirse? — Jihoon sintió como si un ángel le estuviera cantando, creía que hasta podía ver como un aura de luz blanca delineaba el cuerpo de aquel hermoso hombre.

El Medium ~• JicheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora