El Medium ~• Jicheol

XXVII

Abrió los ojos orientándose de apoco, estaba en el suelo en un espacio completamente negro he infinito, en medio había un cubo trasparente que excluía una habitación del mundo donde él se encontraba y dentro de aquel extraño cubo estaba SeungCheol acostado en la cama, tenía la misma ropa de ese día y jugaba tranquilamente con su teléfono, corrió como pudo hasta aquel cuadrado, pero las paredes lo hicieron revotar, algo malo iba pasar, tenía que salvarlo.

Golpeó repetidas veces aquel trasparente cubo, pero este no parecía afectado, quiso gritar, pero nada salía de su boca, solo sangre espesa que lo ahogaba a cada palabra, sintió como su cabeza dolía y pedía a gritos un poco de paz, un descanso de toda aquella locura, sus ojos perdidos se conectaron rápidamente con ese SeungCheol y su corazón se rompió al notar que no lo veía, que lo ignoraba, que no existía para aquel chico.

--Tranquilo Jihoon, no puedes romper nada, ya no tienes tus poderes...sólo...disfruta de lo que Balberith te preparo con tanto amor.... --Dijo la rubia llegando a su lado, la puerta sonó dejando ver como el otro Jihoon entraba a la habitación, dentro de su mente algo se desconectó, algo muy malo estaba pasando, sus memorias se iban y estaba empezando a perder el control de sus emociones, lagrimas cayeron sin control mientras gritaba sin sentido destrozándose la garganta, aquel desesperante escenario alimentaba a Soonae, Jihoon tenía miedo.

Aquel Jihoon caminó hasta SeungCheol con total tranquilidad y se sentó sobre el regazo del mayor, este dejó su teléfono a un lado para acariciar tan delicadamente aquel falso rostro que Jihoon se sintió celoso de su reflejó, gritó siendo esclavo de sus emociones, pero nada salía de su boca, no podía pensar con claridad, solo quería estar con él, solo quería morir.

Jihoon siguió gritando silenciosamente mientras Soonae a su lado se deleitaba con la escena, Jihoon estaba roto, estaba mentalmente roto, había perdido completamente la cabeza, rio viendo la mirada perdida del pequeño peligris y con una orden dos demonios agarraron al destrozado meridio de los hombros y cabeza impidiendo que dejará de ver aquella hermosa película.

Fueron cinco minutos de tortura para Jihoon quien sentía como su corazón se rompía, se estaba empezando a ver reflejado en aquel clon, estaba empezando a no diferenciar quien era él en realidad, se estaba perdiendo en las fantasías creadas por la rubia.

El falso Jihoon besó con ternura al mayor, pero en medio de aquel hermoso beso tomó con violencia el cuello del más alto ahorcándolo, se separó sonriente y le dio un golpe que resonó por todo el cuarto, con una rodilla en el pecho del mayor lo ahorcó hasta dejarlo sin aire.

Con fuerza lo tiró a una esquina de la habitación cerca de donde observaba el peligris, los huesos de SeungCheol sonaron ante una clara fractura y el llanto junto las suplicas de piedad perforaron la mente del casi muerto Jihoon.

--Jihoonie... por favor bebé, no otra vez, por favor...se lo suplico gran meridio... -- La voz quebrada y traumada de SeungCheol atrajo de nuevo la mirada perdida de Jihoon, gritó, chillo, lloró en silencio pidiendo que se detuviera, Soonae chasqueo los dedos y su voz volvió, gritó con más fuerza sintiendo como sus palabras salían cortadas y débiles, no quería que SeungCheol sufriera, le estaba haciendo daño, él le estaba haciendo daño a SeungCheol.

--No te resistas Jihoon... ese eres tú y no puedes hacer nada, mírate...disfrutas viendo cómo tu novio se muere en tus brazos ¿acaso creíste que el poder no te corrompería?, mira como usas y abusas de tu novio, mira como lo tratas, no eres más que un reflejo de la maldad, nunca fuiste bueno Jihoon, siempre fuste como yo, sediento de poder, sediento de control... siempre fuiste peor que yo... eres un demonio, eres una mala persona...eres alguien que SeungCheol y el mundo no merece...--Siseó Soonae en el oído de Jihoon rompiendo su última estabilidad mental, desapareció a los demonios que lo sostenían y el cuerpo de Jihoon cayó como muñeco de trapo al piso mientras susurraba en bucle que él era un demonio, que él no era bueno.