Capítulo 10

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Elizabeth.

-Este es el baño de mujeres.

-Es mi más grande fantasía. -dijo él. -Me encantaría follar en un baño público, de restaurante donde metros nuestro hay gente comiendo o en una gasolineria donde hay camioneros a la espera de cargar gas y volver a su mierda de viaje.

-Permiso.

Cuando quise salir del baño, Chrisitan me agarró por la cintura y me pegó a la pared dejando nuestros cuerpos juntos, uno casi encima del otro. Estaba completamente descolocada porque me gustó la manera en la que me agarró. Era estúpido dejar que me haga todas esas cosas y más estúpido era que yo lo deje y que no haga nada. Era como si no me respetara como persona, como mujer.

-Es un placer volverte a ver. -me dijo él.

-Sal de mi camino. -quise salir pero Christian me lo prohibió.

-No, nena, no seas mala. ¿No es un placer para ti volverme a ver?

-Va a entrar alguien y nos van a sacar a las patadas, maldito agrandado.

-Y vamos a mi casa así te follo toda la noche.

-No pienso volver a tu casa. -susurre, bastante acalorada.

-¿Por qué? -su pregunta estaba llena de altanería.

-Porque no quiero que me sigan usando ni que me falten el respeto. ¿Acaso olvidas los mensajes?

-¿Tan dolida con la verdad estás? -preguntó Christian con una sonrisa. -Fue lo que pasó.

-Y lo que nunca más va a volverse a repertir.

-¿Estás segura?

-Como que me llamo Elizabeth.

-No lo creo, nena.

Christian apretó su cadera con la mía haciendo que un gemido salga de mi boca sin que yo quiera para luego sentir los labios de él sobre los míos con bastante urgencia. No pude detener mis labios, y continue el beso. No podía negar que me gustaba aquel hombre, ni tampoco podía negar que no quería volver a estar en su cama por más que él me haya tratado como una zorra cualquiera de las que él conocía porque odiaba que me denigre como mujer como lo hizo antes. Aunque quisiera volver. Háblame de bipolaridad.

La mano de Christian fue subiendo por mi pierna mientras yo suspiraba de placer porque él era un todopoderoso para mí que me hacía sentir una simple mortal que moría de placer cuando me tocaba. Me levantó la pierna y la subió hasta su cadera para poder pegar más nuestros cuerpos. La boca de Christian fue a mi cuello donde pasó la lengua mientras escuchaba un gemido que se escapaba de mi boca.

-Vamos, sé que quieres. -me dijo él al oído y luego me mordió el lóbulo.

-Sueltame. -mi respiración estaba entrecortada.

-Vamos a mi casa.

-No quiero.

-Mientes.

-Y eso es lo peor de todo. -suspire mientras que Christian me soltaba.

Christian abrió la puerta del baño y se paró para salir, me estiró la mano para que decidiera lo qué iba a hacer. Me toqué las mejillas, miré mi reflejo en el espejo. ¿Quería ser su muñeca? Esas muñecas a las que se las tiras y al otro día ya no le importa y al segundo día ya no se acuerdan su nombre. ¿Él se acordaba mi nombre?. No, no quería ser ese tipo de mujer. Pero también deseaba a ese hombre y esa situación le hizo recordar a una frase de Charlie:

Hoy disfruto, mañana me quejo.

Agarré la mano de Christian tan segura como si fuera la de su papá. ¿Tanto confiaba después de todo y sabiendo cómo era él? Sí, así que apartir de ahora pueden llamarme ilusa e idiota que te voy a dar la razón. Christian sonrió satisfecho debido a que acepte como si fuera una idiota. Y sí, tal vez lo era. Me quiso llevar a la salida pero me detuve.

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