Capítulo 9

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Elizabeth.

Me había sacado el pantalón de ejercicio y la remera Adidas para ponerme una pollera marrón y una camisa sin mangas con algunas flores. Tenía puesto unos zapatos negros que hacia mucho tiempo que no usaba para la cena y me miré con el reflejo del espejo. Mi compañera usó mi cabeza como modelo para hacerme un peinado delicado que consistia en una trenza que pasaba por toda mi cabeza. A la hora de cambiarme me acomode el peinado con un poco de spray ya que lo quería usar para la cena de esa noche. Los aros que me regalo mi abuela hace dos navidades colgaban en mis oídos. El maquillaje era delicado para lo que tenía puesto.

Vi una Elizabeth diferente a lo que era cuando estaba en mi departamento. Agarre mi pequeño bolso y fui al living donde me senté a esperar a mi hermano. Desde hace mucho tiempo que no cenaba con mi familia y semanas sin ver a mi abuela debido a que siempre estaba ocupada con mi trabajo. No tenía muchas ganas de ir pero ya le había dicho a mi papá que iba a ir así que no podía negarme. No tenía ganas de ir porque me sentía cansada. Pero faltaban pocos días para que empiecen mis vacaciones. Estaba ansiosa. Charlie ya se ocupó el segundo día de mis vacaciones porque el primer día era solamente para que duerma todo lo que no estaba durmiendo en estas semanas, según él.

Esa noche Daniel sí llegó temprano y puntual junto a su familia ya que mi sobrina estaba con ellos. Me reí con un poco de desagrado al recordar la noche que fuimos a la casa de Sebastián. Aquella noche que conocí a Christian. Esa noche probablemente fue una de mis noches llamadas «errores». Como aquella noche en la que acepte irme del bar para irme con él, con alguien tan gris como Christian y dejar a mi amigo que sé que no la pasó mal. Aunque la última noche fue asquerosamente buena y la mejor por lejos. Creo que me odiaba porque esa noche me gustó más de lo que quería admitir.

Baje cuando mi celular recibió un mensaje de Daniel avisando que estaba en la puerta. Bajé por el ascensor y luego salí del edificio para entrar directo al auto de Daniel. Saludé a los tres y mi hermano arrancó el auto y nos dirigimos al restaurante favorito de mi abuela que no quedaba muy lejos de mi departamento. Llegamos a los quince minutos los cuales estuve hablando entretenidamente con mi sobrina que me contaba todo lo que había hecho en la semana tanto en el colegio como en su casa. Su vida era más social y activa que la mía.

Bajamos del auto y mi sobrina tomó mi mano para entrar al restaurante. Nos paramos para que mi hermano le pregunté al señor medio gordito la mesa en donde estaban mis padres junto a mi abuela. Nos dejaron pasar y fuimos a la mesa número 12 donde vimos a mi abuela que tenía un vestido plateado impecable con su pelo que ya tenía canas y no le importaba mostrarlas. Mi papá tenía una camisa y un pantalón de vestir y mi mamá un vestido negro que le quedaba hermoso, ella tenía un cuerpo increíble.

Abracé a mi abuela cuando me acerqué a ella y luego a mis padres. Nos sentamos todos en nuestras sillas y empezamos a hablar de nada importante. Miré a la barra que tenía el restaurante sin tener una razón para hacerlo. Pero para ser sincera y sin mentir no sabía por qué había recordado a Christian en el bar aquella noche. No entendía cuando algunas de mis compañeras decían que se habían acostado con algún hombre y no lo podían olvidar pero ahora las entiendo. Suele pasar que un hombre pegue duro en nuestra vidas.

-¿Cómo va el trabajo? -preguntó mi abuela.

-Muy bien. Siempre es muy insoportable y siempre pide mucho de mí. -sonreí. -Pero lo bueno es que gano más si hago más cosas.

-¿Cómo si fuera una comisión?

-Exacto. -asentí con la cabeza. -La semana pasada tuve una comisión bastante grande y eso lo guarde para comprarme el auto.

-Tienes registro pero no auto. -dijo mi abuela y empezó a reír.

-Todo no se puede. -dije riendo también.

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