Capítulo 49

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Elizabeth.

«¿Cómo te fue con tus papás?» -Christian.

«Mal. MAL. MALÍSIMO. MALISIMAMENTE MAL» -Yo.

«Me parece que te fue mal» -Christian.

«No era una broma. Mi papá sabía de tu existencia por Daniel, lo demás lo dejo a tu imaginación» -Yo.

«Otro Morris que me odia, puede que sea yo, ¿no?» -Christian.

«¿Es una rara especie de hacer una broma?» -Yo.

«No estás de buen humor, confirmado» -Christian.

«No, no estoy de buen humor porque mi papá conoce a un Christian y tú eres otro un poco diferente» -Yo.

«Lo voy a tomar como un halago. ¿Nos vemos a la noche y hablamos mejor?» -Christian.

«Lleva helado, por favor» -Yo.

«Y muchas otras cosas» -Christian.

***

-Hola, ¿podemos hablar?

Eran las once de la mañana, estaba en la cafetería junto a Charlie cuando me di vuelta y me encontré con la madre de Christian detrás mío. Trague saliva y sentí que mi cuerpo empezó a ponerse tenso, esa mujer logró ponerme nerviosa en menos de dos minutos.

-Es sobre Christian. -se apresuró a decir.

Asentí con la cabeza y agarré mi taza que tenía café y la invité a sentarse en una mesa que estaba alejada de Charlie y que no había mucha gente alrededor. La moza se acercó a ver si la madre de Christian quería algo y ella, amablemente, se negó.

No me encontré parecida a ella físicamente y estaba segura que de aspecto personal tampoco. Nunca le haría lo que ella le hizo a Christian a un hijo. Sin tener derecho estaba enojada con ella, sentía que todo lo que yo sufrí fue por su culpa. Mi razonamiento me decía que no porque fue Christian y fue él el que aceptó la mierda en su vida cuando podía cambiar por más que haya sufrido por su mamá.

-¿Tu nombre es Elizabeth? -me preguntó con las cejas enarcadas.

-Sí.

-¿Habla de mi con odio?

-¿Qué es lo que quiere? -le dije para no tener que responder a esa incómoda pregunta.

-Sé que el sábado consumió cocaína...

-Hace años que lo hace, ¿por qué se mueve ahora?

-Porque mi hijo es incapaz de llevar a una chica a cenar si no es que siente algo, en este caso, por ti. -me contestó. -Quiero que lo ayudes, lo único que hago yo es que lo vuelva a hacer. No quiero ver a mi hijo morir, no podría vivir eso.

-Estoy haciendo todo lo que tengo a mi alcance para que él se sienta mejor y no tenga la necesidad de hacerlo por más que siga sufriendo.

-Sé que mientras me decía que me odiaba, me estaba gritabando que lo ayude. -los ojos de aquella mujer eran iguales a los de Christian. -No pude hacerlo. No sabía cómo hacerlo.

-No lo hubiese abandonado constantemente de chiquito.

-¿Él te dijo eso?

-Y le creo. Mientras estaban sus hijos en su casa familiar, usted llevaba hombres. -le dije de mala manera. -Vi los ojos de Christian y no me mintieron, él nunca mintió y no lo hace porque sabe que las mentiras no llevan a nada bueno.

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