☁ El desecho del miedo | SuChen

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➝Lugar: Armario

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➝Lugar: Armario

➝Autora: ohbany

➝Palabras: 1260


EL DESECHO DEL MIEDO.


A Jongdae le agrada la noche oscura, le gusta cuando la lluvia enmudece el augurio de la tormenta, se deleita cuando el césped más allá de su ventana se moja completamente hasta convertirse en fango; a Jongdae le agrada sobremanera la noche. Es de noche, es durante las sombras y la escasez de luz donde Jongdae percibe en carne ardiente los olores, los sabores, las texturas. Es un pequeño niño de apenas diez años, pero a conciencia sabe que cuando se quita la sábana de encima es momento de que la negrura absoluta perpetué en medio de su ancha y lujosa habitación.

Tiene los juguetes tirados por doquier, cajones abiertos esperando ser cerrados, la ventana está abierta y las cortinas ondean con el movimiento reacio de la lluvia que arremete; ventila un poco, y hace un pequeño barrizal en la orilla muy cercano a la ventana, pero eso es algo que para el sol de mañana estará seco y no dejará manchas.

A Jongdae le gustan esos sonidos que a la mayoría de los niños suele perturbarles, las ramas, las escaleras chirriando, las sombras haciendo figuras por encima de la poca luz que se cuela por aquí y allá, le gusta el olor que a partir de las doce ambienta, las criadas lo describen como nauseabundo pero a Jongdae... a Jongdae le excita sobremanera.

En el pleno de la madrugada, Jongdae patea las sábanas al suelo y cierra los ojos a la espera; hace algunos años este tipo de manifestaciones le atemorizaban en demasía, pero descubrió que más le atemorizaba la soledad. Estar solo en su casa era la perdición para alguien como él, permanecer en una misma instancia, sin nadie más haciéndole compañía era como ahogarse en un mismo pesar, uno demasiado crudo para un pequeño de siete años, pero Jongdae describió la clave.

Jongdae dominó sus temores.

En el pleno de la madrugada, la puerta del armario que se alza desde el raso del piso hasta el techo, empieza a abrirse y la emoción comienza a azotar a Jongdae con la fuerza de un torpedo; todos sus sentidos se ponen en alerta y su pecho comienza a latir conmocionado, con rigor, con el palpitar de la noche.

—Jongdae...

El susurro rompe el silencio, y a Jongdae más que miedo o escalofríos, le produce un gozo efusivo que no puede contener, porque sea como sea a Jongdae no le gusta la soledad y las huestes que habitan con afán en su armario en la suficiente compañía para ya no sentirse solo. Nunca más. Jongdae ha aprendido a vivir del miedo, con el miedo, y para el miedo.

—Estoy aquí —musita él desde su lugar en la cama, tan lleno de expectación, rozando la cúpula de su propia exacerbación.

La presencia que en primera instancia es como oscura bruma, toma la forma más febril de una persona, una que sonríe de forma cándida. Se para al pié de la cama, y el niño le mira desde su posición, acostado, con la pijama, y el montón de aguardo mermando de él como aroma que embelesa. La forma de unas manos se alza en lo alto, como si la presencia se estuviese presentando, como si Jongdae no lo conociera, como si no conociera cada minúsculo espacio de él.

—Sentí tu miedo, sabes... tan lacerante, burbujeando, carcomiéndome las energías.

Jongdae lo sabe, sabe que a él no le gusta cuando muestra miedo pero a veces es inevitable, siente miedo de que un día no se manifieste, no se haga presente delante de él.

Que no lo toque.

Manos ásperas comienzan a hacer caminos rasposos a través de las piernas pequeñas de Jongdae, pero a él no le moleste; es esa sensación cruda la que le recuerda sus propios miedos, le recuerda que es especial y que ningún niño ha podido vencer sus miedos como él lo hizo. No lo hizo su primer amigo Sehun, el primer niño a quien trajo a casa, a quien le mostró la magnificencia del Gran Armario. Sehun le tenía miedo a las arañas, describió su miedo con despreocupación porque Lo estoy superando sabes, hace unos días vi una en el zoológico y no lloré. Pero era mentira, no lo había hecho, ni por asomo, porque cuando las puertas de madera se abrieron en todo su esplendor y de ella salió una innumerable cantidad de seres arácnidos, Sehun se volvió el cúmulo de miedo y temor lo que le sirvió de banquete a él.

Adiós, Sehunnie.

Así mismo, en un abrir y cerrar de ojos, Baekhyun estaba siendo tapizado por el agua que sólo habitaba en su mente, ahogándose con su mayor miedo, Kyungsoo padeció mientras el armario se tragaba sus ojos porque él temía perder la visión y nunca más ver la maravillosa naturaleza que se realzaba día a día. Y ni hablar de esa tripofobia de la que absurdamente padecía Jongin, todo un brebaje de miedos y sabores.

Adiós a ellos.

—Lo siento, temí que no volvieras.

Jongdae comienza a exaltarse porque aquellas ásperas manos barren por sus piernas, desprendiendo el pequeño pantalón de pijama y haciéndolo un lío de sensaciones porque las caricias no se detienen, no menguan y en su lugar se acrecientan dejando que fluya el más mundano de los sentires; Jongdae es apenas un niño de escasos diez años pero él tiene conocimiento de la fuerza que lo posee, de la presencia oscura, sabe de qué se alimenta, sabe que le gusta y sabe cómo complacerlo.

—Tenía que hacer mi digestión —sisea aquella voz, está un poco lejos aunque se escucha cerca mientras trabaja en su zona inferior, esa que advirtió era suya y de nadie más—. Fue un verdadero banquete.

Jongdae sonríe porque cuánta razón hay en aquella palabras; su nuevo amiguito Luhan fue un verdadero cóctel de dolores y miedo, Jongdae nunca pensó que sentir temor a las alturas llevara al pánico y al horror; pero el armario se abrió y Luhan cayó en ese abismo y gritó pidiendo que alguien le diera la mano, que desde donde fluctuaba podía ver las casas y las puntas de los edificios, pero fue ese mismo miedo la cereza del pastel.

Adiós, Luhannie.

—¿Te gustó? —pregunta aquel pequeño niño que flamea una sonrisa en los labios—. Conseguí a Luhan sólo para ti.

—Me gustó, bebé. Tan obediente como siempre.

La parte favorita de Jongdae es cuando él está satisfecho y de su ser manan las ganas para tomarlo ahí mismo, como una ofrenda más que vuelve al día siguiente, en medio de la noche. Alimentándose puramente de sus deseos.

Porque Jongdae ya no tiene miedos, porque su miedo a la soledad fue superado.

Gracias a él.

A Joonmyun.

Para un niño como él, a quien debería emocionarle el jugar y salir a compartir, se convierte en dicha cuando más allá de eso, el frío de la noche le congela el cuerpo desnudo; es Joonmyun quien con la oscuridad de su ser y con su cuerpo rustico arropa de calor cada espacio de su piel, Joonmyun es grande, y Jongdae tan pequeño, pero de la gloria de los dimensiones viene su dicha, su completo júbilo.

Joonmyun le marca, le besa, lo posee tanto en alma como en cuerpo pero a Jongdae no le importa, porque a mitad de la madrugada él está satisfecho y exhausto pensando quién será la próxima ofrenda para Joonmyun, viéndolo alejarse convertido en bruma devuelta a su hogar.

De vuelta al armario. Hasta que caiga la noche nuevamente y todo se vuelva a repetir.


Monster House | EXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora