Bienvenido a Monster House, tal vez quieras pasar a la sala por un té... no garantizamos que sea té realmente.
||Colección de relatos oscuros y misteriosos.
Una historia diferente en cada habitación.||
☁ Portada: @Lannyssi
La mitad del tiempo estoy pensando en matarte; la otra mitad, pienso en morir contigo.
Estefanía Mitre.
Con una sonrisa delicada y tímida, observó el cauce que dibujaba el pequeño río escarlata, sin molestarse en limpiar el pintoresco desastre que estaba dejando con su avance. A su espalda, su pareja lo observaba con el semblante estoico, tal y como lo había conocido.
Su sonrisa se ensanchó con alegría y limpió la mesa con un mantel blanco, para luego depositar los trozos de carne en el sartén caliente, donde la cebolla de verdeo y los condimentos se cocinaban a fuego lento, crepitando y sumergiendo la cocina en el exquisito aroma que la mezcla desprendía.
Se lavó las manos y las secó antes de dar pequeños saltitos estratégicos con sus pies descalzos para acercarse a Sehun y besarle la frente, mientras tarareaba una desconocida melodía y sacudía su cuerpo al mismo ritmo.
— ¿Tienes hambre, Hunnie?
Sehun no respondió y Yixing no se molestó exigiendo una respuesta, lo conocía demasiado bien como para entender sus pensamientos sin necesidad de palabras, el coreano nunca había sido muy hablador y el chino se había vuelto un experto en leer sus silencios. Por otra parte, estaba demasiado feliz, casi extasiado, con todo lo que estaba pasando como para molestarse, así que siguió con sus bailes frenéticos y cantos aleatorios, acompañando cada movimiento con una sonrisa que hacía resplandecer el hoyuelo de su mejilla.
Rápidamente, la cena estuvo lista y Yixing se encontraba frente al lavaplatos enjuagando los cuchillos ensangrentados cuando su mirada se cruzó con el reflejo que rostro de Sehun proyectaba en la ventana frente a él. Sehun miraba a la nada, sin percatarse de la insistencia del chino por despertarlo y llamar su atención. Se acercó a él en silencio, lenta y sigilosamente, como queriendo sorprenderlo cuando todo lo que había hecho era provocar ruidos estruendosos con su respiración ansiosa y agitada. Y todo lo que obtuvo al besar castamente sus labios fue el tortuoso desprecio con que su pareja llevaba tratándolo los últimos días.
Sehun siempre había sido distante con la gente, casi insensible, pero esa frialdad nunca se había reflejado en su relación con Yixing, por el contrario, el menor era una masa de ternura y caricias dulces que empalagaban y asqueaban al chino. Y ahora solo había desprecio.
