Capítulo IX

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—Cuando Sebastián estaba aquí, escuché a Samantha y a ti hablando, le dijiste que “nadie reemplazaría a Santiago”, supongo que lo amabas mucho. —
—Lo amaba y aun lo amo, como nunca amaría a nadie… Pero Santiago no era mi novio, Santiago era mi hermano menor. — Sus ojos se abrieron con asombro.
— ¿Tu hermano menor?  ¿Me estás jugando una broma?  Déjame decirte que es de muy mal gusto. — Su semblante se había tensado completamente
—¿Por qué bromearía con algo así? —
—Yo acabo de perder a mi hermano menor... Si esta es una manera de tratar de animarme o algo así, te agradecería que pararas. —
—¿Por qué clase de persona me tomas?—
—Lo siento, lo siento, estoy volviendo a actuar como un idiota. Es solo que me es difícil creer que algo similar te hay pasado. —Nos quedamos en silencio unos segundos que me parecieron una eternidad. —Creo que he pedido perdón ya muchas veces, ¿no?—Su expresión me mostraba lo avergonzado que estaba
—"Amar significa no tener nunca que pedir perdón" — Se escuchó a una voz en la puerta. —Sam me dijo que estabas enfermo. — dijo Patricia
—Hola Patricia. Él es Guillermo. — Ella lo observó y le tendió una mano con una sonrisa en el rostro
—Hola Guillermo, soy Patricia —
—Patricia es madre de Samantha. — Aclaré
—Oh, es un gusto conocerla. — Le saludó él
—Igualmente querido. — Le dejó una última sonrisa y su atención se dirijo completamente hacia mí—Y bien, ¿qué ocurrió? — Preguntó
—Yo… me pasé algunas comidas y a consecuencia de ello he terminado aquí. —
—No sé por qué me da el no creerte. —
—Será porque no fueron “algunas comidas” fue casi una semana. — Dijo Sam mientras entraba en mi habitación empujando un carrito de comida. —Las chicas de la cafetería te han mandado esto. — Dijo esta vez ya estando junto a mí
—Oh, agradéceles de mi parte. —
—Claro. Ahora come. —
—No puedo comer con ustedes observandome. Guillermo vete a casa. —
—No, no puedo ir a casa mientras estás aquí. — Se sentó de nuevo
—Vamos, solo estaré aquí un poco más y volveré a trabajar. —
—Claro que no, tú vas a casa por lo menos tres días. —
— ¿Cómo?—
—Ya he pedido el permiso por estupidez, te vas a casa más tarde. —
—Entonces te esperaré para acompañarte a tu casa. — Me sentía incómodo
—No era necesario ese permiso, comeré mejor, puedo volver a trabajar. —
—Tú mejor que nadie sabe que necesitas descansar. Además, ¿No tenías algo pendiente en casa? Aprovecha estos días, que tampoco es que te vayas un mes. —
— ¿Cuándo me darán el alta?—
—Más tarde la tendrás, así que ve preparando tu mente para el descanso. — Guillermo y la madre de Samantha rieron
—Wow, no he tenido un descanso tan largo en tres años. —
—No seas exagerado, solo son tres días. — Sam revisó mi expediente y anotó algo, supongo que era sobre el suero.
— ¿Puedes pedirle a Simon que me dé un sedante?—

—Puedo golpearte si quieres, es más efectivo. —Sam puso mi expediente en su lugar y se acercó a mí.

—Samantha. —Le reprendió Patricia

—Está bien, está bien, lo entiendo. —

—Iré a la cafetería a comer algo y vendré para acompañarte a casa, ¿está bien? —

—Está bien, gracias. —Guillermo tomó un suéter de la silla

—Permiso. — Salió de la habitación

—Así que te va a acompañar a tu casa... Como te cuida el chico, ah. — Dijo Sam

—Eso es muy lindo de su parte. — Dijo Patricia

—Pero no lo viste hace unos días, mamá, era como el cuchillo más filoso del mundo. —

—Samantha, así pueden ser las personas cuando están pasando por un dolor como el de la pérdida. —

—Eso no lo justifica mamá. —Samantha se acomodó el uniforme. —Mamá, podrías pedir un pase de salida para mí y llevarme a casa. —

—Ya no estás en secundaria Samantha. —Ambas rieron.

Dr. De Luque  {WIGETTA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora