Había pasado un año desde que habíamos comenzado a salir así que salimos a cenar volviendo a casa temprano.
—Sí. — Guillermo se había desecho de sus zapatos y calzaba unas pantuflas de conejo que le regalé cuando estuvimos en Los Angeles. —A esto me refería. — Se sentó sobre el sofá y sonrió hacia mí. — Que hermoso es pasar nuestro aniversario en casita, cómodos y con una copita de vino.
— ¿Eso es una indirecta para que traiga vino? —Él sonrió asintiendo. — Está bien, primero iré a quitarme el traje y volveré por el vino.
—No, no, no, quédate con el traje por favor. — Su sonrisa tan encantadora.
—Está bien, ahora vuelvo entonces. — Fui a la cocina por la botella de vino y dos copas. — Cuando regresé a la sala de estar, él ya estaba sentado en el piso junto a la mesa de centro. —Creo que estoy teniendo un deja vú. — Él rió.
—Me parece que ambos lo estamos teniendo. — Me senté junto a él y solo lo observé mientras abría la botella y servía ambas copas. — ¿Qué pasa? — Su voz sonaba divertida.
—Nada, solo observaba tu hermosura, chiqui. — Posó la copa frente a mí mientras su hermosa sonrisa le adornaba el rostro.
—Solo bebe. — No pude evitar soltar una risa corta pero sonora. —Estaba pensando hace un rato en la primera vez que te vi... me pareciste tan atractivo.
— ¿Y ya no te lo parezco?
—Creo que ahora me lo pareces más... es como las drogas o el chocolate.
—Este chico...—
—Pero sabes, el recordar aquél día también me ha hecho recordar todo lo que hiciste por mi hermano, y cuan agradecido estoy contigo por aquello... y sé que siempre lo digo, pero estábamos destinados. — Reí, realmente no creía en el destino desde hace un tiempo, pero cada que él lo decía, parecía tan real.
—Yo también estoy muy agradecido contigo, me cambiaste la vida completamente y no tengo manera de agradecerte por eso. — Tomó un sorbo y me sonrió.
—Yo conozco una. — Observé mi muñeca como si tuviera un reloj ahí.
—Por dios, es tan temprano aún y la conversación ya va en esa dirección. — Él soltó una carcajada.
—Esperaré una hora más entonces. — Volvió a beber y se quedó pensativo por unos segundos. — ¿Puedes creer que Samantha se vaya a casar? Es como que hace un par de meses aún seguían bromeando entre ellos... y ahora se van a casar.
—Algunas veces lo pienso, y realmente no sé cómo explicarlo pero me parece que es algo que tenía que pasar, ¿me entiendes? — Él asintió.
—Te digo que es el destino.
—Tal vez lo sea. — Tomé un gran trago de mi copa.
—No sé si sea un buen momento para mencionar esto pero, también sé que quiero casarme contigo, no sé si tú lo sientas igual y tampoco quiero que creas que te estoy presionando, pero realmente quiero, en un futuro, casarme contigo. — Sentí por un momento que el líquido en mi garganta se atoró. — No mueras ahora, por favor. —Se rió pero también se podía notar nervioso. Mi pequeño.
—Yo también lo siento de esa manera... no quería apresurar nada, pero cada que te veo no puedo dejar de pensar en que quiero tenerte a mi lado por mucho tiempo, chiqui. — Se arrastró por el suelo y se sentó junto a mí para poder abrazarme.
—Me alegra mucho que sea así. — Me apretó fuerte y volvió a hablar después de unos segundos en silencio. — ¿Crees que así se sientan Sam y Simon? —