Esa tarde con Guillermo fue muy divertida, paseamos por la ciudad en la bicicleta y después de casi ser atropellados dos veces, nos detuvimos en un parque a comer un especie de helado que más bien era hielo molido con jarabe.
Tenía una pequeña cámara pegada a la bicicleta y una en las manos.
Para las cinco de la tarde ya ibamos de vuelta a casa en las bicicletas. Evité preguntarselo pero tampoco quería quedarme con la duda. Así que cuando paramos por un momento para ubicarnos me atreví a preguntar.
—Guille. —El volteó a verme. —¿cómo haz traído ambas bicicletas a casa? —Él río.
—Bueno, me han ayudado a llevar la segunda, un chico del lugar donde las he rentado, así que debemos llevarlas de regreso igual ahí dejé mi coche y así vamos a tu casa.—Debí imaginarlo...
—¿Hacia donde debemos ir? —Su sonrisa lo hacía ver avergonzado pero igual no había por qué estarlo. Hicimos el recorrido hacia el establecimiento y dejamos ambas bicicletas en la puerta del local donde había un chico acomodándolas. Guillermo agradeció y salió junto a mí.
—Mi auto está dando vuelta a aquella esquina, pero ¿no quieres ir a comer algo primero? —aquellas palabras me sonaron a gloria, moría de hambre, no en un sentido literal...
—Eso sería estupendo.— Fuimos a comer en un pequeño establecimiento.Dos horas después ya estábamos en su coche, la radio iba encendida y yo no reconocía ninguna de las canciones. Parecía que hubiera estado encerrado en algún lugar por algunos años.
Cuando llegamos a casa nos sentamos en uno de los sillones. Me había divertido esa tarde pero había algo que no dejaba de rondar mi cabeza.
—Guillermo. —Él estaba tecleando en su móvil.
—¿Si? —volteó su vista hacia mí y me sonrió. —¿Pasa algo? —No quería incomodarlo con mis preguntas.—Anda, dime qué sucede. —Guardó su móvil en el bolsillo y giró su cuerpo.
—Tu-uhm, ¿ustedes, mantienen las pertenencias de Sebastián en su cuarto? — Él me observó por unos segundos
—No, hemos decidido con mamá que debíamos guardarlas. Las hemos llevado al almacén de la familia, donaremos ropa y solo guardaremos las fotos y esas cosas.—Asentí. Yo debí hacer lo mismo desde el principio. —Samuel. Que hayas guardado las cosas de Santiago no está mal, si tu te sientes mejor haciendolo de esa manera está bien. —Vaya
—Lo que pasa es que no me siento bien de ésta manera. Nisiquiera entro a su habitación y sé que el tener sus cosas ahí no hará que regrese, pero no me siento lo suficientemente...no sé cómo decirlo. He venido máximo cinco veces a mi casa en los últimos tres años, prácticamente vivo en el hospital, hasta en mis días libres. Nisiquiera quiero pensar cuando estoy aquí porque no quiero ser débil cuando sé que me he quedado solo. —Y no sabía de dónde habían salido esas palabras, porque nunca le había contado ésto a nadie. Samantha simplemente lo había visto pasar con el tiempo. Sentí la calidad del abrazo que estaba recibiendo y me he sorprendido al sentir las gotas calientes recorrer mis mejillas. Estaba llorando de nuevo.
—Samuel, tu no estás solo, deberías saber eso, por lo que me has dicho, Samantha siempre ha estado a tu lado, tienes a tus compañeros del hospital y ahora me tienes a mi... Y sé que eso no se compara a lo que una familia simboliza, pero debes saber que estamos para ayudarte, recuerdalo. —Nos quedamos en silencio, un extenso silencio. Guillermo pasa su mano por mi espalda y sonaba ridículo estar en esa situación, soy mayor que él, este es el tipo de cosas que yo debería hacer.
—Yo... Yo sé que tu pasaste por un momento difícil con lo de Sebastián... No quisiera ser una carga para ti sino que quiero apoyarte.—
—Entonces déjame apoyarte a mi también. —Pasó una mano por mi cabello. —¡Vaya médico tan despeinado. Podrás saber curar enfermedades pero también hay que saber peinarse. —Reí. Éste chico me hacía sentir más joven aun. —Samuel, realmente quiero entrar en tu vida, y eso significa saber que puedo apoyarme en ti pero también que tu sepas que puedes apoyarte en mi, en cualquier situación, ¿lo permitirás?— ¿Lo permitiría? Si bien sentía que debía ser yo quien debía estar para que él se apoye, sus palabras se escuchaban tan sinceras y yo no me había apoyado en nadie desde la muerte de mis padres. Y ahora sentía que debía hacerlo. No. Que quería hacerlo.
Le dí la sonrisa más sincera que podía dar en ese momento, después de haber llorado y haber tenido esa charla.
—¿Me puedes ayudar a limpiar la habitación de Santigo?......
Vaya, vaya, unas horas se convirtieron en casi una semana 😅😅
Lo siento 💜
Espero que les guste el capítulo. Éste es un paso gigante en la historia aunque no lo parezca 😂😂😂👏
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Aquí §Hdbshsbhsbs
Yo también fangirleo 😂👏💜
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