Por la mañana me despertó la voz de Guillermo, podía escuchar como decía mi nombre así que abrí los ojos y lo encontré sentado junto a mí.
—Buenos días y disculpa que te despierte. —Me tendió un vaso de café... ¿Cuándo salió de la casa que ni siquiera lo escuché? — Creo que estabas muy cansado, pero creo que era mejor que despertaras para que vayas a tu cama, yo iré a casa. —Me senté aun un poco desubicado y tomé el vaso.
—¿Qué hora es? — Di un sorbo al café y el calor invadió mi boca, bajando por la faringe.
—Son las nueve de la mañana. — Dormí más de lo que tengo acostumbrado. —Recuerda que debes descansar mucho. —
—Está bien, creo que podré dormir una o dos horas más. —Me puse de pie y rápidamente Guillermo se puso a levantar las frazadas. —Déjalo, puedo hacerlo yo. —
—No, no. Mejor ve a dormir ahora o el sueño se irá. —Dobló las frazadas y las dejó sobre uno de los sillones. — ¿Yo... puedo venir más tarde? —
—Claro que sí, yo— Lo pensé por un momento, ¿qué se supone que diga? —Estaré aquí todo el día, supongo. —¡Cómo es posible que pueda dar conferencias y no sepa qué decir en éste momento!
—Entonces vendré más tarde, iré a ver a mi madre ahora. —Tomó su móvil del sillón y volteó hacia mí. —Ve a descansar ahora, más tarde no dejaré que lo hagas. — ¿Qué? —Así que es mejor que tomes energía ahora. — ¡Qué! — Por favor no malpienses nada de lo que te acabo de decir. —
— ¿Qué, por qué lo haría? — ¿LEE MI MENTE?
—He leído tu mente. —
— ¡¿Qué?! —Soltó una carcajada sonora y sus ojos desaparecieron
—Me voy ahora. —Seguía riendo, podía escucharlo. —Nos vemos más tarde. — Fue directamente a la puerta y salió de casa. Por unos segundos me quedé quieto viendo hacia la puerta, me acerqué y puse el seguro. No quise detenerme a pensar en nada, corrí hacia mi habitación y me metí entre mis frazadas dispuesto a dormir. Lo cual al parecer funcionó, porque cuando menos lo pensé estaba abriendo los ojos de nuevo debido a una voz que decía mi nombre, al aclarar mi vista encontré a Samantha frente a mí.
—¿Sam? — Me senté en la cama. — ¿Sucedió algo en el hospital? —Mi cerebro comenzó a funcionar de nuevo
—Hola querida Sam, gracias por venir a verme. —Sonreía, pero se veía completamente falsa. —Te apuesto veinte euros a que no has desayunado hoy. — Le sonreí con culpa. —Lo sabía. — Volteó los ojos y después se dirigió a la puerta. —Dúchate y vienes, te traje almuerzo. — Asentí sonriendo y ella salió de la habitación. Tomé un cambio de ropa no sin antes observar el armario por un tiempo, hace mucho no venía a casa.
—No, no pensaré más en ello. — Cerré mi armario y fui directamente a la ducha, fui rápido no quería pensar en nada. Al terminar de ducharme me puse el cambio de ropa y salí del cuarto de baño yendo directamente a la cocina, Sam estaba revisando mi refrigerador.
—Por dios, Samuel. ¿La persona que te ayuda a limpiar no traía alimentos? —
—No, yo le dije que dejara de hacerlo, solo se perdían en el refrigerador, era un desperdicio. —Samantha me miró por un momento y yo no sabía que comenzaría a hablar sobre el tema de la casa de nuevo, no quería hacerlo aún. — ¿Qué hora es? — Vi como desbloqueó su móvil y eso me hizo preguntar, ¿dónde está el mío?
—Faltan quince para las dos de la tarde. —
—Sam, ¿dónde está mi móvil? —
—Lo vendí y usé el dinero para comprarme ropa. — Me dijo esto con una expresión completamente despreocupada en su rostro. Espero no hable enserio.
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