Capítulo XIV

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— ¿Estás seguro de esto? —Guillermo aceptó a ayudarme con la habitación de Santiago. 
—Sí. ¡Oh! Espera debo traer algo antes. — Fui a mi habitación y busqué en mi mochila la carta que la madre de Samantha me había pedido escribir, la guardé en mi bolsillo y volví con Guillermo. Estábamos frente a la puerta y él solo me observaba. Después de algunos segundos empujé la puerta lentamente y entré, todo seguía en su lugar, la cama de Santiago estaba completamente hecha, las cortinas cerradas. La habitación de Santiago había estado sola desde mucho antes que él muriera porque tuve que internarlo en el hospital. 
—Es una habitación muy bonita. —Guillermo estaba detrás de mí, aun sin entrar completamente. — ¿Puedo pasar? —
—Claro que sí, por favor. —Entró y fue directamente a mi lado. 
— ¿Quieres un momento antes de empezar?—Preguntó con su mirada en la mía. Y yo no sabía si quería tiempo ahí, solo. —Escucha, iré por las cajas que trajimos, ¿está bien? —Su mano recorrió la extensión de mi brazo y solo asentí. Guillermo salió de la habitación y yo me senté en la cama por un momento, acostumbrándome al silencio. Saqué la carta de mi bolsillo y la desdoblé. 
Me dispuse a leerla, con voz clara, esperando que de alguna manera él la estuviera escuchando. 
—Santi, te extraño demasiado. Y espero que esto no te moleste. Quiero mi vida de vuelta y aunque no estés aquí, seguiré amándote como siempre lo he hecho. — Dejé la carta debajo de la almohada y me quedé sentado en la cama por unos minutos, en silencio, hasta que se escucharon golpes en la puerta, después la figura de Guillermo se asomó por esta. 
— ¿Listo? — Asentí.
—Ahora estoy listo. —

Pasamos el resto de la tarde acomodando las cosas en cajas, en no más de dos horas el cielo había oscurecido. —Este muñeco se lo dio mi tía a Santi cuando cumplió cinco años, no se despegaba de él. — Tenía en mis manos un muñeco que tenía orejas de conejo pero parecía más un perro. — Guillermo sonrió.
— ¿Tiene algún nombre? — Lo tomó de mis manos.
—Sí, Perpensky. —Guillermo asintió
—Sebastián tenía un muñeco con forma de gato, se llamaba “Botitas” — Dejó el muñeco sobre la cama. —Estoy seguro que quieres conservarlo. — Asentí y le di una sonrisa, porque este chico no me estaba esforzando a alejarme de todo completamente,  y me sentí agradecido. —¿Dónde guardarás la ropa y estas cosas? — Ya habíamos puesto la ropa de Santiago en cajas, junto a sus zapatos.
—Mañana iré a donarlas, les servirán a otro niño. — Él asintió y paseó su vista por  la habitación, cerciorándose tal vez de que no dejáramos algo más atrás. —
—Está bien, entonces mañana vamos a donarla. —Lo miré fijamente, porque cuando lo escuché decir aquello sentí un dolor en el pecho, pero no un dolor malo, un dolor que me hacía sentir bien, que me hacía sentir tranquilo. — ¿Qué pasa, no quieres que vaya contigo? — No sabía qué decirle, definitivamente quiero que vaya conmigo. — Tengo auto. —Sé que eso era una broma, pero yo no podía reír si quiera, tenía esto invadiéndome y no sabía cómo expresarlo. —Vaya, ¿qué pasa aquí? — Me acerqué hasta donde él estaba y lo rodeé con mis brazos, bajé mi cabeza hasta recargar mi frente en su hombro, sentí que era la única manera en que podía soltar este sentimiento
—Por favor, acompáñame. — Sentí como acomodaba sus brazos para devolverme el abrazo.
—Aunque no lo quisieras, iba a hacerlo de cualquier manera. — La palma de su mano llegó hasta la mitad de mi espalda y regresó hacia arriba. —Me gusta esto. — Asentí. —Después de esto sacaremos las cajas y las llevaremos a la sala. —Asentí nuevamente. — Después cenaremos. —Asentí repetidas veces. —Después te llevaré a la cama. —Detuve mi cabeza, me quedé quieto por un momento, ¿Pero qué acababa de decir este chico? — Por favor, no lo malpienses. — Dios, ahora no podía despegarme de él, sentía el rostro arder. —Por favor…me harás avergonzarme por haberlo dicho. —Rió. Me solté del abrazo y caminé hacia la puerta, la abrí y hablé un poco bajo.
— Saquemos las cajas. — Guillermo tomó una de ellas y pasó junto a mí, salió de la habitación y yo tomé otra haciendo lo mismo. Diez minutos después ya habíamos sacado las cajas con ropa.
— ¿Pido algo para cenar o quieres que prepare algo? —Me preguntó y yo aún sentía un poco de vergüenza.
—Realmente no tengo mucha hambre. —
—Creo que traje una caja de cereal, ¿quieres un poco? —
—Yo lo traeré. — Me puse de pie y fui a la cocina, saqué dos platos y cucharas. 
—Y si mejor lo comemos aquí. —Entró en la cocina y se sentó a la barra.
—Si quieres. — Dejé el plato frente a él. Puse uno frente a mí y puse cereal en ellos. — Aquí está la leche. —Puse el envase frente a él y se sirvió un poco. —Por cierto, gracias por traerme estas cosa, los alimentos. —
—No es nada. Creo que ahora pasarás un poco más de tiempo en casa. — Asentí. Quería eso. Comimos en silencio, pero su móvil no estaba de acuerdo con eso, se escuchaba como hacía ruido, lo tomó y podía ver la sonrisa en su rostro aunque se notaba que trataba de esconderla.
— ¿Sucede algo? — Me miró.
— ¿Por qué lo dices? —
— ¿Tienes que irte o algo así? — Fijé mi mirada en su celular y al parecer lo notó.
—No, solo son notificaciones de twitter, subí una foto y mis seguidores están reaccionando. —
— ¿Twitter, qué es eso? —
—Una red social, después podemos hacerte una cuenta. — Me sentía perdido con eso. Últimamente pasa mucho.
—Está  bien. — Seguimos en silencio y después de terminar tomó ambos platos y los llevó al lava trastes,  vi cómo se puso a lavar su plato. — No es necesario que lo hagas, puedo hacerlo yo en un rato. — El seguía con la tarea
—Puedo hacerlo. — Me sonrió. —Y debes ir a dormir, mañana vendré temprano por ti, ¿Como a las ocho estaría bien? —
—Yo creo que sí. — Terminó de lavarlos.
—Me iré ahora para que vayas a descansar. —Caminé detrás de él mientras recogía su mochila en la sala. Caminamos hasta la puerta, revisó su móvil una vez más y abrió la puerta. — Recuerda, a las ocho de la mañana. — Asentí. — Me voy ahora. — Caminó hacia afuera y sonrió. Y algo extraño pasó cuando le sonreí de vuelta, porque su rostro se puso serio y después volvió hacia la puerta, se acercó hacia mí y me miró directo a los ojos, volvió a sonreír y después sentí como sus labios chocaron en mi mejilla, el toque fue tan cálido que sentía como quemaba en la zona, pero no me dolía, nada dolía en ese momento.
—No pienses mucho. —Me susurró. Se acercó  a mi oído y lo escuché decir. —Y gracias por el abrazo. —Volvió a sonreír mientras sus ojos se escondían. —Nos vemos mañana. — Se alejó de la puerta nuevamente y caminó hacia su auto. Yo seguía estático en el sitio, viendo como el auto salía de mi patio y se perdía por la calle… porque Guillermo Díaz me había dado un beso y apenas comenzaba a asimilarlo. 




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GG. Bueno, corto pero debía dejarlo ahí 😏😏😂
Espero que les guste.
La semana pasada no actualicé porque se abrió una puerta a otra dimensión justo debajo de mi y caí en ella, en esa dimensión no se permite escribir así que no pude actualizar.

Pero aquí estoy de vuelta, con nuevo capítulo.

Espero que realmente les guste.

Y también espero que dejen un comentario de lo que les pareció.

Aquí~~°

Por cierto. Si les gusta BTS y le gusta el Jikook pueden ir a mi perfil a leer un OS que subí, se llama "Gemelos Park", igual si no les gusta el Jikook pues esperen porque quiero subir de otras ships, más de Yoonmin porque es mi favorito 😂💜😏😏😏👏👏😅

Si es que mi cerebro frito me lo permite.

Espero que les guste.

Y ahora me voy.

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Dr. De Luque  {WIGETTA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora