El viaje en el auto fue silencioso, no es que estuviera incomodo, solo estaba nervioso, aun no entendía muy bien el cómo nos dejaba esta situación, pero cuando lo veía podría decir que él estaba completamente cómodo, conducía con una sola mano y había una sonrisa en su rostro por todo el camino hacia el hospital. No tenía nada para decir y eso me tenía a punto de decir cualquier tontería, pero mi móvil se escuchó cortando mi nerviosismo de golpe, lo saqué de mi bolsillo y tomé la llamada. ─Hola guapo, ¿hoy vienes al hospital, cierto? ─ Samantha estaba al otro lado de la línea
─Sí, de hecho estoy en camino hacia allá, ¿ocupas algo? ─Mi mirada se centró en el camino
─No, solo que apenas llego, te esperaré en la puerta. ─Samantha siempre me hacía sentir querido, esa era una de las razones por las cuales la aprecio tanto.
─No es necesario Sam, hace un poco de frío. ─
─No hace frío.─ Pero sí hacía, porque el clima había enloquecido y aunque el día anterior había sido algo cálido, este día había amanecido helando. ─Te esperaré, apresúrate. ─ Terminó la llamada justo después de decir aquello. Observé la pantalla sin poder creer que realmente me había colgado y logré escuchar la risa de Guillermo
─ ¿Tu...─ Automáticamente asintió
─No es que Samantha tenga un tono de voz muy discreto. ─ Reí un poco avergonzado, aunque no se tratara de mí.
─Lo sé. ─Pude observar como entrabamos en el área del hospital. ─No era necesario que me trajeras hoy yo...─ Lo vi sonreír de nuevo mientras hacía algunas maniobras con el volante para estacionarse y después apagar el auto, ¿no era que estaba fallando?
─Claro que lo era, y seguirá siendo cada vez que haya una oportunidad. ─Había girado un poco su cuerpo para observarme.
─Muchas gracias por traerme. ─Abrí la puerta para salir. ─Aunque como te dije, no era necesario, te agradezco que te hayas tomado el tiempo para esto. Y también te agradezco por estar conmigo estos últimos días. ─ Bajé del auto tomando mi mochila y colocando las correas sobre mis hombros, lo observé bajar y después llegar hasta donde estaba yo de pie
─No tienes que agradecer por eso, más bien yo te doy las gracias por dejarme compartir estos días contigo, y por ser tan guapo. ─ Me guiñó un ojo y después rió. ─Oh. ─
─ ¿Fue demasiado? ─ Él seguía riendo y yo solo podía pensar en lo hermosa que era su sonrisa.
─No yo...no. ─ Me rasqué un poco el brazo porque de alguna manera había comenzado a picar furiosamente. Él seguía con esa sonrisa en su rostro.
─Vendré a traer comida para ti más tarde. ─
─No es... ─ Me cortó la frase
─Lo es, así que por lo pronto ve adentro y ve la falta que haz de hacer. ─Se acercó a mí y acomodó el cuello de mi ropa. ─ Nos veremos en unas horas. ─Su rostro se acercó al mío y dejó un pequeño beso en mi mejilla antes de dar otro sobre mis labios. Volví a llenarme de dudas. ─Hey...─ Me llamó aún muy cerca y cuando nuestras miradas se encontraron me sonrió ampliamente, tan hermoso.
Se alejó de mí y volvió al auto, pude ver como se colocaba el cinturón y después encendió el auto, el cual lo hizo sin problemas. ─Por cierto, Samantha está esperándote justo frente a la puerta. ─Se despidió con la mano y puso su auto en marcha.
Tardé unos segundo en entender lo último que había dicho y volteé hacia la puerta, ahí estaba Samantha con los ojos un poco más grandes, ahí me atacó la vergüenza y podía sentir como la sangre viajaba más rápido por mi cuerpo.
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