Capítulo 17

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Después de sacar los juegos que me hacían falta, me refugie en el baño con mi bolsa, me corregí el maquillaje, bueno hice lo posible por hacerlo, cepille mi cabello con la esperanza de que no se viera de "recién cogida". Luego de un rato de intentar parecer lo más decente posible, salí del baño hacia la oficina.

Acomode los juegos de copias en cada carpeta individual, la verdad no sabia si mi jefe estaba en su sitio, para olvidarme un poco voltee a ver las flores que había colocado en un jarrón de vidrio, las flores amarillas daban un color primaveral al lugar.

Mas tarde vi que mi jefe entraba en su oficina, así que me acomode y me levante con las carpetas en mano, sonreí ante la hoja que tenia en mi otra mano. Toque su puerta y entre cuando el dijo –Pase- estaba sentado en su silla, solo ¿En donde se habrá metido Rubí? Lo encontre leyendo los correos que le han mandado.

-Aquí le traigo los juegos de copias que me pidió- los acomode en su escritorio frente a el.

-Le dije que los quería en mi escritorio en 20 minutos ¿Por qué ha tardado tanto?- pregunto con una ceja levantada. Me estremecí ante el recuerdo de lo que paso hace menos de media hora. Cuando volví a mirarlo estaba sonriendo de manera triunfante, condenado ególatra, sabia perfectamente porque me había tardado y por eso mismo se estaba riendo.

Me aproxime a él lo suficiente para estar cerca pero sin tocarlo, note que abrió los ojos por la sorpresa de mi movimiento y yo le sonreí en respuesta y le entregue la hoja en blanco y negro.

La observo confuso, no sabía que era e intento encontrarle forma dando varias vueltas al papel antes de volver a verme. Lo bueno es que había cerrado la puerta cuando entre, así que lo tenía para mí unos minutos. Con valor dirigí mis manos a mi pecho y saque mis senos del escote de mi vestido. El abrió la boca de sorpresa pero no dijo nada.

-¿Y ahora?- pregunte esperando una respuesta.

El observo mi pecho desnudo y volvió a ver el papel, de pronto abrió los ojos de golpe e intento reprimir un gemido, lo había captado, la hoja que tenia en sus manos era una copia de mis pechos, me la hice cuando me tenia atrapada entre el y la maquina.

-Por dios- gimió de excitación, mientras me volví a colocar bien el escote, dejando a mis nenas dentro. El volteo a verme, sus pupilas estaban dilatas por el deseo que nacía en él. Yo sonreí, di media vuelta y salí.

Estaba sentada frente al escritorio, cuando vi que el ególatra de mi jefe salía con la hoja en la mano, yo lo mire de manera indiferente, pero la verdad es que no podía aguantarme la risa. Él se apoyo en el marco de la puerta, se veía tan sexy, este hombre es un pecado con patas, verdad de Dios; estaba súper guapo sin su saco y con las mangas hasta el codo, lo vi sonreír y sentí que mi corazón dio un brinco (yo lo hice reír, yo) pensé para mi, se veía tan joven, tan despreocupado, me encanto verlo así.

El momento mágico se rompió cuando Rubí entro en escena moviendo sus caderas hasta la oficina de mi jefe. Los dos entraron y cerraron la puerta, mientras yo me quede en mi escritorio, sola.

Por fin llego la hora de salida, desde que se encerraron en la oficina de Ricardo estuve de muy mal humor y lo que quería era irme ya, así que apague todo, tome mi bolsa y salí sin siquiera decirle que ya me iba.

En el trayecto a casa hice una escala en el supermercado, para surtir algo de despensa; me encontraba en el pasillo de blancos cuando mi cel comenzó a sonar, era Zea.

-Hola mujer- salude alegremente.

-Hola tu, ¿Dónde andas?- ¿hola tu? ¿Qué clase de expresión es esa?

-En el súper, me hacen falta unas cosas así que pase a comprarlas antes de ir a casa y ¿tu?- pregunto mientras toco la tela de unas sabanas.

-En casa de Antonio, quiere ir al cine y a cenar, creo que planea algo porque esta muy nervioso, solo espero que no me salga con alguna tontería-

-jajaja no te oyes muy feliz ¿por eso me has llamado verdad?- ya sabia yo.

-La verdad si, me encerré en el baño para hablarte, la verdad es que tengo un poco de miedo, él se comporta muy extraño- cuando apenas voy a responderle oigo como Antonio la llama – Hablamos mañana y te platico como me fue hoy.

-De acuerdo, no duermas tarde mañana será un día un poco pesado-

-Lo se, nos vemos mañana- y cuelga.

Después de comprar lo que necesito, lo subo a la cajuela y me dirijo a la avenida principal que me lleva a mi hogar.

Ahora que ya estoy fresca gracias al baño que acabo de tomar, me dispongo a guardar las cosas que compre y a hacer de cenar

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Ahora que ya estoy fresca gracias al baño que acabo de tomar, me dispongo a guardar las cosas que compre y a hacer de cenar. Es una noche agradable así que decido cenar en la pequeña terraza. Coloco un mantel rojo sobre la mesa, saco los cubiertos y me sirvo el espagueti con albóndigas y lo acompaño con una copa de vino.

La noche es maravillosa, con un clima súper agradable y una cena riquísima que ha hecho que me olvide del día de hoy. Disfruto de estos momentos de soledad pero claro que me gustaría tener a alguien especial a mi lado con quien compartirlos.


Desastre... A corto plazo. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora