Capítulo 20

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El día había sido muy largo, gracias a Dios que ya estaba en casa sumergida en mi tina, tomando un baño anti estrés. Como al día siguiente tenia que llegar mas temprano de lo normal, no podía quedarme mucho, pero disfrute tanto como pude.

Eran las 8 de la mañana y ya estaba organizando todo en la oficina, cuando llegue a la sala de juntas, la mesa ya estaba arreglada al igual las demás en donde se podrían los aperitivos y el café, no podía faltar ese elixir negro con sabor amargo, todos en este edificio bebían café.

Me puse a comprobar que tanto la laptop y el proyector funcionaran al 100 % y que no hubiera ninguna falla. Comencé a colocar las carpetas azul rey con el logo de Pink Inc. Impreso en el centro frente a cada lugar, junto a un lápiz del numero 2 ½. Verifique que no hubiera papeles o alguna otra cosa tirada en el suelo, reconté las sillas, las carpetas, las asistencias confirmadas, di un ultimo vistazo al salón, antes de bajar a la oficina.

Cuando entre en la oficina, note que la puerta del despacho de Ricardo estaba abierta, mi corazón dio un brinco y mi cuerpo comenzó a vibrar al saber que estaba a unos metros de mí. Me propuse ignorarlo lo más posible, pero sabia que no podría.

Me senté y comencé a revisar los correos y otros papeles, sentí que mi cuerpo se tensaba así que sabia que esta cerca de mí. Levante la cabeza despacio y lo vi mirándome desde el marco de su puerta.

-Srita Miller ¿Puede venir un momento?- dijo y entro de nuevo.

Me levante alisándome el vestido y me dirigí a donde el estaba. Cuando entre su imagen me golpeo de pronto, no traía saco ni corbata, los dos primeros botones de su camisa blanca estaban fuera del ojal, sus mangas estaban arremangadas y su cabello despeinado pero perfecto, llevaba un pantalón negro de marca y se ajustaba a el perfectamente, Dios este hombre no puede ser legal, mire el reloj de mi muñeca izquierda, eran las 9:20 de la mañana y ya estaba mojada, lista para que me tomara como quisiera.

Me lamí los labios e intente tranquilizarme, imaginármelo desnudo y encima de mi no me iba a ayudar mucho, así que respire y hable.

-Buenos días sr. MacCaa- yo si saludo, no como usted que no tiene modales -¿En que puedo ayudarle?- el me miro y una sonrisa traviesa se poso en su hermosísimo rostro, lo vi moverse hasta cerrar la puerta con seguro y regresar a su asiento, frente al escritorio.

-Dígame, a ¿Qué hora comienza la junta?- pregunto juntando sus manos sin apartar su vista de mi.

-A las 10:30- no es posible, a ¿Qué estaba jugando? Sabia la hora, no entiendo para que me pregunta.

-Ya veo- vi como sus ojos recorrían mi cuerpo de arriba abajo, se nota que le gusta lo que ve, menos mal que me puse un vestido formal, color café chocolate y en la parte de arriba era de color blanco, la falta llegaba hasta la rodilla y la verdad estaba tan cómoda con el, era de mis favoritos, parecía que no tenia nada puesto, se levanto y extendió la mano, sin dudarlo mi mano se poso en la suya y ni siquiera se como, terminamos en el baño encerrados.

-Ya veo- vi como sus ojos recorrían mi cuerpo de arriba abajo, se nota que le gusta lo que ve, menos mal que me puse un vestido formal, color café chocolate y en la parte de arriba era de color blanco, la falta llegaba hasta la rodilla y la verdad...

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-Pero que...-dije sorprendida.

-Eres una asistente muy mala- dijo mientras me tenia presa entre la pared y su cuerpo –Mira que ponerte ese vestido- proclamaba mientras acariciaba mi cuerpo por encima de la tela –Este maldito vestido color chocolate- sus manos recorrían todo mi cuerpo y el reaccionaba ante sus caricias.

Me dio la vuelta, para quedar frente a la pared, sentí como deslizaba el cierre, para sacarme del vestido y vi como lo colgaba en un gancho –Para que no se arrugue- había dicho el.

Acaricio mi espalda, mis muslos, mis piernas... Dios si seguía acariciándome de esa maneja no aguantaría mucho ya de por si estaba bien mojada. Él detuvo el recorrido y sentí como se colaba entre mis piernas, hasta llegar a mi sexo y juro que oí un gruñido muy salvaje.

-Estas tan mojada- dijo con voz grave por el deseo –Y solo para mí- fue bajando mi panty hasta que se quedo en los tobillos, oí como baja el cierre de su pantalón y sin más preámbulo me penetro.

-Ahhh... Dios- gemí ante la embestida de sorpresa y me sentía tan bien; Ricardo me coloco las manos en los hombros y con eso comenzó a penetrarme de una manera rítmica y deliciosa, Dios ¿Cómo podía sentir tanto placer? Con los 2 novios anteriores jamás, pero jamás me había sentido así. Cada que me acercaba al orgasmo el disminuía su ritmo y cuando sentía que me tranquilizaba volvía a su movimiento rápido.

El maldito cabrón me estaba retrasando el orgasmo. Tenía los puños cerrados sobre la pared y me sentía llena de frustración por lo que me estaba haciendo.

-¡Maldito cabrón!, quiero venirme- le solté llena de malicia y rabia, solo esperaba que no me dejara con estas horribles ganas.

-Confía en mi nena, cuando lleguemos a la culminación será arrollador- y así continuo con sus tormentosos vaivenes, era tan frustrante sentirme así, hasta que sentí que sus manos se tensaban en mis hombros, él estaba muy cerca.

Su ritmo pausado se volvió rápido y violento, agarrándome con fuerza y arqueando mi espalda para que entrara más profundo en mí.

-Vente Nathaly- y a su orden mi cuerpo comenzó a convulsionar, el orgasmo era tan fuerte que mis piernas ya no podían soportar mi peso y sin pensarlo me deje caer. Ricardo me tomo de la cintura y me pego a su cuerpo, cayendo los dos al suelo y quede yo encima de el.

-¿Te gusto?- pregunto mientras su mano acariciaba mi cabello y mi respiración intentaba volverse normal. Era tan difícil hablar que solo logre mover la cabeza de forma afirmativa.

-Te dije que seria arrollador- dijo con una risa y sabía sin verlo a la cara que estaba realmente feliz. Nos quedamos acostados por lo que me parecieron horas, estaba tan cansada, pero mi cuerpo se sentía tan relajado.

Hice un movimiento para levantarme, pero el me detuvo, con una rápida agilidad se levanto el primero y me ayudo a ponerme de pie, era muy raro ya que sentía mis piernas como gelatinas, me daba la impresión de que me caería en cualquier momento.

Vi como Ricardo sonreía muy satisfecho por su azaña, se acerco a mí y se inclino para besarme, pero fue un beso dulce y tierno y mi corazón dio brinquitos de felicidad, cuando nos separamos, los dos estábamos sonriendo de una manera sin igual. Tomo una pequeña toalla blanca y la mojo, se incoó ante mí y comenzó a limpiarme los restos de su semen.

-Espera- dije sujetándole la mano para detenerlo –No es necesario, yo puedo hacerlo- el me miro aun sonriendo y me embobe.

-No me molesta, yo quiero hacerlo- y sentí como me limpiaba con cuidado y dedicación. Después de unos minutos me subió el panti y se levanto, quedando frente a mí con una sonrisa triunfante.

-Me encanta verte sonreír- y cuando termine de decirle eso, me arrepentí de inmediato.

-Así que te gusta mi sonrisa ¿Eh? Y se puede saber ¿Por qué?- dijo el muy cretino.

-La mayoría de las veces siempre estas enojado o molesto, es bueno ver que puedes sonreír, para variar- y era la verdad, desde que lo conocí, siempre estaba molesto y aunque él podría decir que no, su cara lo demostraba todo.

Su sonrisa se ensancho mas, mientras veía como se limpiaba el pene y lo guardaba en esos pantalones -¿Te gusta lo que ves?- alce la vista y vi como se lamia los labios y yo lo imite.

Me aleje un poco y agarre mi vestido, pero Ricardo me lo quito de las manos –Yo te lo pongo- y así fue, me ayudo a vestirme y cuando ya estaba dentro de el susurro –Maldito vestido chocolate-


Desastre... A corto plazo. (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora