AFRAID

Capítulo 1.

Dedicatoria: A ti, que decidirás el camino de Afraid.

Mis piernas pesan. Desenfrenadamente hurgo en el fango con mis pies e intento obtener la liberación total de los mismos. Tengo éxito. En un descuido, mi pie derecho se desliza en la resbalosa superficie y mi único instinto es hacer sostén con ambos brazos para no darme de bruces en el fango.

Escucho detrás de mí la risa de Zach. Me incorporo con aire malhumorado, intentando persuadir su expectativa de mi reacción. Sus pasos se vuelven lentos, brindándome indicios de su arrepentimiento, limpio el fango de cada mano con delicadeza, sosteniendo en mi palma el desperdicio que se ha desprendido con facilidad. Una vez que Zach está a mi alcance, lo lanzo con dirección a su impermeable.

Giro sobre mi eje con dificultad y mis pasos se guían hasta la tierra firme con yacimiento de hierba.

—¡Lo vas a pagar, Cadwell! —su voz tiene aire circunspecto.

Observo cuesta arriba y Santana tiene su celular enfocado en nosotros. No dejo de correr.

—¿Lo has grabado? —inquiero una vez que estoy a centímetros de ella.

—¡Sí! —ríe.

Desabrocho el impermeable amarillo y lo retiro con cuidado para no mancharme de lodo. Tomo asiento a su lado y me inclino hacia la izquierda permitiéndome tener acceso visual a su celular.

«No sé qué estaba pensando al meterme ahí» 

Observo mis botas negras contra el agua cubiertas de fango fresco.

—Mira los impermeables de ellos—señala a un grupo de chicos cubiertos de pies a cabeza por barro seco. Portan bolsas de plástico, utilizándolas como medio de transporte sobre el fango para su propia diversión.

—No quiero imaginar cuanto pesan.

Frente a nosotras cruza una pareja que usan los Converse más relucientes que he visto en todo el Festival, rio para mis adentros.

—Bastarán quince minutos—la voz de Santana me da el indicio telepático que necesito para soltar una carcajada.

El error más común de Glastonbury es asistir con zapatos no aptos para la tierra húmeda que acostumbra darnos junio, ya que suele abrir metros de lodazales, donde la mayoría se divierte deslizándose sobre ellos o enterrando sus pies hasta el fondo. La denominaría una de las atracciones más importantes del Festival.

—Lloverá en cualquier momento—Zach se deja caer brutalmente contra la hierba y provoca un brusco movimiento cuando choca su hombro con el mío—lo siento— sonríe amistoso con una doble intención.

—Cállate—Santana lo reprende por su comentario, como si así pudiera evitar una llovizna.

—¿Quieren ir a algún lado esta noche? —pregunta Zach.

—¿Tienes algo planeado? —lo observo.

—¿Dónde esta el mapa? —Santana rebusca en su bolsillo y se lo entrega.

Lo extiende con facilidad y comienza a inspeccionarlo.

—Estamos en Silver Haynes, hay dos bares cerca. Pero me recomendaron Stonebridge para la ocasión—acto reflejo de su inspección frunce el ceño.

Tomo de un extremo el pedazo de papel para ayudar en la búsqueda. Mis ojos viajan de las señalizaciones a los colores que identifican a cada uno, el naranja esta esparcido por todo el mapa e intento encontrar el nombre "Stonebridge".