AFRAID

Capítulo 14 [segunda parte].

A lo lejos puedo ver a una señora de edad adulta con un traje sastre beige, con cabello canoso corto rizado y con bastón en mano. Tiene un aspecto demasiado pulcro y hogareño, que hasta cierto punto me hace recordar a mi abuela.

—Oh, buenas tardes—siento como el calor sube hasta mis orejas—se lo agradecería mucho—ella camina a mí con una sonrisa amigable.

—No quise asustarte, es solo que vi a una damisela en apuros—rio avergonzada porque llevo mi espalda completamente desnuda.

—Se lo agradezco mucho—cuando está a unos centímetros de mí puedo ver sus ojos esmeraldas que me recuerdan tanto a Harry, diría que son una copia idéntica—usted debe de ser la abuela de Harry, ¿cierto?

—Sí, lo soy.

—Un gusto, señora—extiendo mi brazo—Claire Cadwell.

—Amelie Cox—ella acepta mi mano con un apretón caliente y piel tersa.

Su olor frutal enseguida me envuelve y hay algo de cálido en su mirada al verme.

—Quiero agradecerle por dejar que mi hermana hiciera su trabajo aquí—siento que en cualquier momento podría tartamudear—es muy amable de su parte recibirnos.

—Oh, cielo—ella ríe, y su risa me recuerda a Harry—yo estoy agradecida con ustedes por hacerme compañía, siempre disfruto de las visitas porque no es cosa que se vea a diario—hay algo en el deje de su voz que me hace tomarlo como una tristeza oculta—da la vuelta—me pide sin quitar la sonrisa.

Hago lo que me pide.

—Creo que es el vestido el que ya no me queda—suelto una risa nerviosa—no hay problema con el cierre.

Siento su tacto cálido en mi espalda; cuando intenta subir el cierre mi cuerpo entra en estado de sofocación extremo y era lo que me temía.

El vestido no me queda más.

—Al parecer si es un problema con tu desarrollo—me murmura.

Me giro.

Apostaría a que tengo las mejillas de un rojo chillón.

—Mi hermana empaco el vestido, pero no contaba con que ya no me quedaría—murmuro avergonzada.

—¿Para qué necesitas el vestido?

—Mi hermana está concursando para una revista de diseño interior y exterior. Se le hizo buena idea que yo saliera en sus fotos.

—Eso lo sabía, pero lo que no, era que necesitaba modelos. No puedo elegir a una mejor modelo, eres muy hermosa y joven, Claire—me toman por sorpresa sus palabras.

Eso es suficiente para que continúe apenada.

—Oh, muchas gracias—bajo la mirada.

—Tengo algo que se te podría ver mejor—luce entusiasmada—claro, si me lo permites. ¿Qué tipo de vestido quieres?

—Creo que me veo obligada a aceptárselo—me rio avergonzada de la situación—tal vez uno elegante.

—Es justo lo que tenía en mente—se apoya en el bastón—sígueme, no es muy lejos. Y por favor, no me hables de usted.

Caminamos hasta una puerta de espejo, y cruzamos un pequeño salón con diseño renacentista, que cuenta con un piano blanco en el extremo derecho de la habitación y con sillas vintage con forro de pana.

Sin pensarlo veo de nuevo el piano y muerdo mi labio. Es demasiado hermoso; hace años que no toco uno.

—Toma asiento, Claire. No tardaré—hago lo que me pide curiosa del lugar donde me encuentro.