Capítulo 6.

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—Ha sido un error del sistema, señoritas—la conversación se logra escuchar a través de la puerta.

—¿Hay algo que podamos hacer? —percibo la voz preocupada de mi compañera, Stella.

—No hay lugares disponibles. La clase está saturada.

Golpeo dos veces en la puerta de la oficina y después de eso entro a la habitación para reunirme con mis seis compañeras, que al igual que yo, se han quedado sin materia optativa.

—Buenos días, disculpe que entre así, me habían pedido que fuera a buscarlo al salón veinticuatro—me excuso con el profesor por mi repentina presencia.

Cuando lo observo me quedo sin aliento por un momento. Intento que mi impresión no se vea reflejada y me pongo a un lado de Stella.

Es muy atractivo y parece tener veintisiete o veintiocho años.

—Terminé la clase antes, mi secretaría me ha ido a buscar por la situación que se presenta aquí—no aparto la mirada de sus hipnotizantes ojos azules—¿usted también ha perdido su lugar?

—Sí, hace una semana que realice mi solicitud. Tomamos clase con la profesora Analisse, ella fue quién lo recomendó a usted, es por eso la insistencia de tomar su clase.

—¿Han considerado segundas opciones?

—Lo he hecho, todas las clases están saturadas, y sinceramente, no me agrada la idea de tomar un taller de cuatro horas vespertinas. ¿Existe alguna posibilidad de que usted nos ayude o nos programe horas extra dentro de nuestras horas libres?

—Honestamente, no hay mucho que yo pueda hacer—intento que mi malhumor no se vea reflejado en mi rostro.

Me molesta que ni siquiera se tome la molestia de auxiliarnos a encontrar una solución.

La habitación se queda en un silencio sepulcral.

—Entiendo—digo con tono circunspecto—viéndolo así, creo que iré a realizar mi solicitud a algún taller, gracias por su tiempo. Tenga un buen día—me vuelvo únicamente para rodar los ojos.

¿Acaso es tan difícil ayudar a un estudiante a sobrellevar una situación de error de la Universidad? ¿Cuesta mucho hacer excepciones necesarias? No ha sido culpa mía.

Es claro que el profesor no está abierto a un diálogo y mucho menos a perder algo de su tiempo con situaciones académicas. Y yo tampoco pienso perder mi tiempo pidiendo algo al aire.

—Uhhh—Zach suelta con sorna la verme.

—No puede hacer nada.

He estado las dos horas de mi clase de Régimen Jurídico deambulando por toda la Universidad intentando encontrar al profesor; otra hora más buscando entre miles de solicitudes de materias optativas la mía, para poder comprobarle a la secretaría que ha habido un error; treinta minutos esperando que ella hablara con el rector acerca del problema en el sistema; sumando que mis compañeras no son nada cooperativas que esperan que yo hable por ellas sin brindarme ningún tipo de apoyo.

Me he perdido los únicos diez minutos que tenía para ingerir mis alimentos, ahora tengo que ir a mi siguiente clase, con duración de tres horas, que se basa únicamente en teoría sin tener nada en el estómago. Y, por si eso fuera poco, quedarme a llenar mi solicitud para un taller vespertino al que no quiero ir después de clases porque me veré obligada a renunciar a mi empleo. En caso de que no lo hiciera, tendría que tomar de siete a diez de la noche el maldito taller.

—Hablaré con el profesor George, tal vez él pueda aceptarte o ayudarte a buscar una solución.

—Zach—hago una mueca, podría llorar sin problema—sabes lo que es tomar un taller. Todo por su maldito sistema, he hecho mi solicitud a tiempo, no es justo—mi amigo se aproxima a mí para darme un abrazo de consolación sin ser respondido, pero sí deseado. —Quiero morirme.

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