Capitulo 36

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—Tienes razón, no lo es. —Hace un intento de apartarse, pero la sujeto junto a mí.

—Lo siento, Sara. No pretendía decir eso. —Me mira—. Querías saberlo y esto es lo único que me viene a la cabeza. Por nada del mundo me aprovecharía de una situación así.

—Izan. —Cada vez que mi nombre sale de su boca siento que floto.

—Lo sé. —La interrumpo y acaricio su rostro con tristeza. No soporto verla sufrir—. No quiero perderte... Y en el momento en que certifiquen tu pureza... —Cierro los ojos tratando de borrar las imágenes que se agolpan en mi mente.

—Yo tampoco a ti —niega con la cabeza mientras se esfuerza por contener las lágrimas.

—Me siento impotente, Sara. No sé qué hacer... —Bajo la mirada.

—Hazlo.

—¿Qué? —Debo haberlo oído mal.

—Hazlo, Izan. —Comienza a desabrochar su camisa.

—¿Eh? No. No, no... —Ahora el que se aparta soy yo—. Tápate, Sara. No pienso hacerlo. —Me giro—. Debe de haber otra manera. No sigas por ahí —digo mirando a la pared.

—Eres mi única esperanza, Izan. Prefiero que seas tú antes que cualquier otro bárbaro de estos. Al menos sé que me tratarás con cuidado.

—No. No, no... —Siento el corazón en la boca.

—Solo tú puedes evitar que me lleven. —Se arrodilla a mi lado y toma mi cara con sus pequeñas manos—. Mírame, Izan. —Me niego—. Mírame, por favor. —Lentamente hago lo que me dice—. No permitas que me alejen de ti. No quiero convertirme en su esclava sexual. Tienes que ayudarme.

—Sara, yo...

—Por favor. —Varias lágrimas corren por sus mejillas—. Por favor... Esto va más allá del sexo. No tiene nada que ver con el placer. Es una situación límite.

—Pero debe de haber otras formas. No sé... —Nunca antes había sentido tanta presión.

—Por favor. —Pega su frente a la mía—. Solo tú puedes evitarlo.

—Sara...

—Hazlo, Izan. —Mueve sus manos hacia mi cuello y tira de mí mientras se echa sobre el suelo—. Ayúdame. —Me arrastra y quedo entre sus piernas.

—Así no puedo. No voy a poder —digo cerca de su cara.

Antes de que siga negándome, pone su húmeda boca sobre la mía, y aunque soy consciente de lo que está intentado, no puedo negarle el beso. El roce de sus labios y de su adictivo sabor me domina por completo. Lucho interiormente conmigo mismo, pero es imposible. La necesidad que siento por ella es más fuerte y no puedo parar.

Mi mente se queda en blanco y me dejo llevar. El calor que desprenden sus piernas anula todos mis sentidos y enciende mi cuerpo. Trato de centrarme, pero estoy tan absorto en mi estado que incluso me cuesta recordar dónde estamos.

Sus manos tiran de mi ropa y consiguen sacarla sin problema. Se mueve debajo de mí y cuando me quiero dar cuenta Sara está prácticamente desnuda. Por un segundo vuelvo a mi cuerpo e intento buscar voluntad para detenerme, pero sus brazos me rodean al darse cuenta y me pide que continúe. Su voz temblorosa consigue que recapacite y comienzo a sentirme mal por estar disfrutando en un momento así. Cuando abro los ojos está llorando, y mi mente comienza a funcionar. Varias ideas se cruzan en mi cabeza y me detengo de inmediato. Si hacemos esto, será peor.

—Sigue, por favor —hipea cuando nota que paro.

—No voy a seguir. —Me aparto de ella y comienzo a vestirme. Tomo sus ropas y se las acerco—. Vístete.

La Marca de Sara - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora