Capitulo 17

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Viajamos en silencio. Viene sentado a mi lado y parece bastante serio. Tiene las manos ligadas entre las piernas y juguetea con los dedos, pensativo. Parece triste.

—¿Cómo supiste que estaba allí? —pregunto para romper el hielo. No parece el mismo chico prepotente con el que me he estado viendo.

—Llamé para concertar otra cita hoy, y me dijeron que no podía ser porque estabas con otro cliente. —Mira por la ventana.

—Amm... —Es lo único que sale de mi boca. Me gustaría seguir preguntándole, pero no me atrevo a hacerlo. Que haya venido expresamente a ayudarme me deja sin palabras.

—¿Cómo sigue tu herida? —Gira por fin la cara hacia mí. Sus ojos son tan negros y profundos que me dejan sin habla.

—Siento... algo de dolor... pero es soportable... —Pestañea y le miro fijamente. No entiendo cómo un gesto tan normal como ese puede llamar tanto mi atención.

—Déjame ver —dice inclinándose hacia mí y poniendo las manos sobre mi cabeza. Me ladeo para darle mejor acceso, y noto cómo sus dedos separan varios mechones de mi cabello para buscar la herida. Tira de mí con cuidado para ver mejor, y acabo con la cara apoyada en su duro torso.

—Creo... que ya no sangra —digo nerviosa. Su aroma, junto al contacto y su cercanía, llenan mi pecho de sensaciones. Él parece notarlo y se aparta.

—Lo vemos después, cuando haya más luz. Ahora es difícil. —Expira hasta soltar todo el aire. ¿También se habrá sentido incómodo?

—Mejor... —respondo sin pensar.

Veo como busca en uno de sus bolsillos y estira las piernas con dificultad para poder sacar algo de él. Es tan alto que apenas cabe en el coche.

—Deberías llamar a tu familia —me entrega un teléfono y rápidamente recuerdo algo terrible.

—¡Dios mío! —grito y hasta el conductor mira por el espejo retrovisor—. ¡Mi familia!

—Eso acabo de decirte —dice extrañado.

—¡No lo entiendes! —vuelvo a gritar y antes de que se dé cuenta, ya tengo el móvil en las manos. Con nerviosismo marco el número de Lucas, sin olvidarme del prefijo esta vez.

—¡LUC! —Hablo cuando le oigo descolgar y antes de que conteste—. Luc, soy Sara. Estoy bien, pero tienes que poner a salvo a mi familia.

—¡Sara!

—¡Escúchame! —No le dejo terminar y mis manos tiemblan—. Tienes que llevarte a mi madre y a mis hermanos de la casa. ¿Me oyes?

—Sara, ¿qué ocurre?

—No preguntes, Luc, no podemos perder tiempo. Sácalos de allí, por favor —lloriqueo—. Están en peligro. Me amenazaron con hacerles daño si no hacía lo que me pedían, y es lo que acaba de pasar. He conseguido escapar con ayuda de... —le miro— de alguien, y necesito que les lleves a un lugar donde estén seguros. Habla con la policía, ellos les protegerán.

—Tranquila. Entiendo lo que dices. Entonces... ¿de verdad has escapado? ¿No me mientes? —Noto emoción en sus palabras—.
¿Estás bien?

—Sí... —mis lágrimas salen solas—. Estoy bien, Luc, solo me falta que tú te encargues de ellos. Ve ya, por favor, no te demores. Están en peligro.

—Así lo hago, Sara. Tranquila, cariño, todo saldrá bien. Por favor, si puedes llámame cuanto antes.

—Lo haré.

—Te quiero, Sara, te quiero mucho.

—Yo también a ti, Luc. Ten cuidado. —Cuelgo y le entrego el teléfono a la montaña mientras seco mi cara.

La Marca de Sara - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora