Parte 23 Desesperación

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V- Te rescataré, sea como sea. Te amo.

Me dijo en un susurro a la vez que sentí una mano rodear mi cintura y tirar de ella.

W- Yo también te amo.

Le susurré y le dí un beso rápido antes de que ese brazo tirase de mí y me levantase hasta que ya no toqué el suelo. Me llevaba el mismo hombre que había salido antes de la habitación. Me revolví lo más que pude entre sus brazos, pero no parecía importarle en lo más mínimo. No podía dejar de llorar. Vegetta...

W- ¡Déjame! ¡Déjame joder!

L- No tengo mucha paciencia así que mejor quédate quieto.

El tío entró directamente al ascensor y pulsó el botón más bajo, sólo estábamos nosotros, Mike y Carlos se habían quedado arriba con los otros lobos...¿Qué le estaban haciendo a Vegetta?

Me soltó de repente y caí bruscamente al suelo. Me alejé lo más que pude de él pegándome contra la pared del ascensor.

L- No te creas que voy a estar todo el tiempo cargando con una molestia como tú.

W- Mucho mejor para mí, tampoco quiero que me toque una mierd...

Me había pegado un puñetazo en el estómago que había conseguido sacarme todo el aire. Joder... Caí de rodillas al suelo tosiendo a la vez que agarraba mi estómago e intentaba coger aire.

L- Así estás mucho mejor.

Le miré con odio, pero él no me volvió a dirigir la mirada hasta que las puertas del ascensor se abrieron. Sin darme tiempo a reaccionar, me cogió del brazo y me sacó del ascensor. Estábamos en el parking... Intenté soltarme, pero no bajaba la guardia en ningún momento. Llegamos a un Jeep negro con ventanas polarizadas y él abrió la puerta metiéndome de un empujón, a los dos segundos ya estaba sentado a mi lado y había puesto el seguro a las puertas. 

L- Nos iremos antes. Estate tranquilo, no quiero tener que volver a golpearte.

W- Déjame volver...

Se giró y me miró sin hacer nada. Ahora que me fijo, debe tener los mismos años que Vegetta. Tenían la misma altura y al parecer el mismo tipo de cuerpo. Era moreno de piel, pelo negro azabache y algo largo y ojos verdes. Sólo se parecían en la altura y en la complexión.

Veo cómo se gira y busca algo en el respaldo del asiento, mientras aprovecho para abrir la puerta pero no sirve de nada. De repente me coge de la muñeca y esta es rodeada por unas esposas. Se inclina un poco sobre mí y engancha la otra parte a la manilla que había por encima de mi cabeza.

L- Así no me darás tantos problemas.

No...Intenté desesperadamente tirar de ellas, pero no sirve de nada, sólo para hacerme daño en la muñeca. No me había dado cuenta desde cuándo el coche se había puesto en marcha, ahora pasábamos por calles por las que Vegetta no me había llevado cuando habíamos ido a pasear.

Paro de intentar soltarme cuando veo un hilo de sangre bajar por mi brazo desde la muñeca. Apoyo mi cabeza contra la ventana y muerdo mi labio. Esto no puede estar pasando...Por fin habíamos arreglado todo...por fin todo estaba bien...

Sorbo mi nariz y con la mano que tenía libre limpio las lágrimas que amenazaban por salir. 

W-...¿Qué me vais a hacer?

L- Lo que mande Carlos.

Eso no es bueno. Por favor...no quiero que pase esto, quiero volver con Vegetta. Quiero verle a salvo y sonriendo, sólo quiero verle.

No volví a hablar con él durante todo el tiempo que duró el camino. Por fin, después de más de una hora de viaje paró el coche delante de una casa enorme, parecía cara.

Soy...¿su compañero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora