- Soy Anne Di Ángelo. Un placer.- Respondió la chica tras un pequeño bostezo y nos damos la mano.- ¿No sabes donde está tu piso?
- No, solo se que esta en el edificio alfa, planta treinta.- Confesé mirando a los ojos a la chica, me gustaba lo que veía en su mirada. Determinación.
- El edificio alfa es el que está al lado del mío. Ven, sigueme que te acompaño.- Afirmó la chica tras cogerme del brazo y tirar de mi hasta alfa.
Era tonto. En cada edificio ponia en grande la letra que le correspondía al edificio y yo no me habia dado cuenta. La alfa estaba justo encima de la entrada de mi nueva casa.
- Bueno, ésta es tu casa. Mañana nos vemos, buenas noches.- Dijo la joven tras darme dos besos y salir hacia el edificio de al lado.
Mientras, yo entre en el mío, viendo únicamente un ascensor en mitad de una inmensa sala hexagonal. No había nada más que eso y un suelo de color blanco, era muy siniestro, pero quería dormir y la unica manera de hacerlo era llegando hasta el ascensor y subir hasta la planta número treinta. Y así hice.
Subí hasta mi planta en ascensor y las puertas se abrieron para mí en segundos, dejando ver un pasillo de suelo blanco con cristales como paredes. Desde ese pasillo podía ver todo el edificio por dentro. Y, al final, estaba la puerta de mi piso, que abrí introduciendo mi nombre en un teclado al lado de la misma y entré.
Todo estaba ordenado. La casa estaba encendida, como si supieran que iba a llegar esa noche. El salón estaba perfectamente decorado a mi gusto, con muebles blancos y negros y un sofá color crema en uno de los lados. Ademas, había dos puertas, una llevaba hacia la cocina, despensa y trastero, y la otra hacia las habitaciones y los baños, asi que fui por esta última hacia una de laa habitaciones, llegando a una que era más grande de lo normal con una cama de matrimonio y una mesita de noche, además de un gran armario empotrado en una de las paredes. En vez de mirar si había algo, me metí en la cama tras quedarme en ropa interior y me dispuse a dormir plácidamente hasta la mañana siguiente casi mediodía. Serían las doce menos cinco de la mañana. Habia dormido todo lo que no he dormido en los últimos dias, aunque seguía teniendo calor aún estando en ropa interior.
De repente, sonó el teléfono de la entrada, asi que me levanté para ir a ver de quien se trataba.
- Dígame.- Dije con pereza. Hoy no iba a empezar nada porque no estaba ni desayunado a éstas horas.
- Instructor personal. Ábreme chico, que debo saber si estas bien porque no has ido a clase.- Comentó una masculina voz desde el otro lado del teléfono. La voz me llamaba realmente la atención, era atractiva, y no me opuse y le abrí la puerta de abajo.
Como tardaría poco en llegar, me dió tiempo a buscar por el armario algo de ropa, pero el plan fue en vano. Estaba vacío y no me dió tiempo a coger mi ropa cuando llamaron a la puerta.
- ¡Ya voy!- Grité desde mi cuarto y corrí hasta la puerta para abrirla segundos despues.
Detrás de la misma, apareció un atractivo hombre de unos treinta años de edad, con una barba bien cuidada y una caja en sus manos. Además, tenía unos ojos bastante característicos y vestía con un traje de color negro con una corbata roja.
- Buenos dias, niño. Soy Matt Volkov, y desde hoy seré tu instructor hasta que estés a salvo.- Afirmó el hombre entregándome la caja, que pesaba a horrores mientras me miraba con seriedad.- Ahi tienes toda tu ropa básica, ahora iremos a hacerte varias pruebas y a ver que capacidades tienes.
- Espera, cálmate. Ve más despacito y no me estreses, que he llegado hace unas horas.- Comenté abriendo la caja y llevándola a mi cuarto, notando que el hombre me seguía como si de una lapa se tratase.- ¿Hace falta que me sigas hasta mi habitación?
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Pulsiones
Hombres LoboUna pulsión es un término que se utiliza en psicoanálisis para designar aquel tipo de impulso psíquico característico de los sujetos de la especie humana que tiene su fuente en una excitación interna y que se dirige a un único fin preciso: suprimir...