Capítulo 8.

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(Narra Jake Frost)

Desperté finalmente en otra sala totalmente diferente a en la que estaba anteriormente. Era como una sala de psicólogo, y yo estaba tumbado en el sofá granate que había. Además, a mi izquierda estaba el anciano de antes con una libreta y una pluma roja en mano, mirándome interesado.

- Al fin despiertas, Jake.- Dijo el mayor con una dulce sonrisa en sus labios.- Tenemos que empezar a hablar sobre tí.

- ¿Qué hay que hablar?- Pregunto aún un poco adormilado por la hipnosis.

- Sencillo, tus poderes y tu historia, además de lo que quieras saber. ¿Empezamos?- Cuestionó el anciano tomando nota de a saber qué, a lo que yo asentí.- Bien, pues primero que todo enhorabuena, sabemos que tu poder es el hielo, seguro que habrás notado ciertos sintomas, como el calor sin motivo, o el carácter tan distante o cambiante.

- Ahora entiendo todo... Llevaba varios dias durmiento en ropa interior y con la ventana abierta.- Confesé mirando al techo.

- Pues entonces es lógico. Bueno, debería explicarte un poco algunas cosas de nosotros...- Suspiró el hombre apuntando en su libreta sin parar.- Para empezar, somos humanos, pero nos mantenemos en secreto para no desequilibrar las cosas en el mundo. Seguro que lo entenderás.

- Si, porque sería injusto participar en una guerra de gente normal, porque ellos no participan en las nuestras o usar nuestros dones para esos males.- Dije poniendome a pensar en que hubiera pasado si en la II guerra mundial hubieran participado antepasados nuestros.

- Exacto. Además de que no podemos poner en riesgo a nuestros compañeros por eso.- Afirmó el anciando segundos después.- Si eso pasa y nosotros fallecemos, ellos tampoco pueden reponerse y fallecen tiempo después.

- No entiendo eso. ¿Me explicas?- Le pregunté tomando asiento en el sofá de aquel color semejante al rojo.- ¿Parejas? ¿Compañeros?

- Desde nuestra aparición, siempre hemos sentido la necesidad de tener a una persona vinculada a nosotros. Asi nacieron los compañeros y los vinculos entre nosotros.- Empezó a explicar el mayor con bastante tranquilidad.- Solo tenemos un compañero en nuestra vida, y no lo elegimos. Nos lo da el destino y lo sabemos cuando el alma lo siente así.

- Como si te enamoras de una persona, vamos.- Murmure tras meditarlo unos segundos, intentando establecer una comparativa.

- Si, pero mucho más. Y solo que no te puedes enamorar de alguien porque tu quieras, y si uno fallece, el otro también. Recuérdalo.- Comentó el hombre tras terminar de apuntar varias cosas y se levantó de su sillón.- Seguiremos la semana que viene. Hablaremos de tu familia.

Asentí y me levante para darle la mano y despedirme de él. Sin embargo, cuando salgo de la sala me choco de lleno contra el pecho de mi instructor.

- ¿Qué te han dicho?- Cuestionó el atractivo hombre rodeandome con sus brazos y empezando a aspirar mi pelo.

- Nada de tu interés. Eso es más bien solo mi problema.- Afirmé con seriedad, apartando sus brazos de mi y me puse a caminar hacia el jardín donde estaban todos.- Deja de estar tan encima de mi, que no eres mi madre, ¿Vale?

- Cuidado con como me hablas, niñato. Quien juega con fuego se quema, y aquí dentro soy el fuego más potente que hay.- Dijo el instructor quedandose en el pasillo hasta que desaparecí de allí y llegué al gran jardin, encontrandome en el templete de hace un rato a Danny y Katia.

Asi que fuí hasta allí. Quería contarles lo que me acababa de pasar.

- Hola chicos...- Suspire con pesadez una vez llegué a su lado.

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