Capítulo 13.

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Anne.

"Que mal genio", pensé cuando Matt se llevó a saber donde a Jake. Me sentía enormemente preocupada por él. Todos sabíamos lo cruel que podía llegar a ser el instructor con la gente, y tras tantos años aquí nadie sabía el por qué. Sólo yo sabía que alguna relación tenía con Sara, pero porque lo oí una noche de fuertes tormentas cuando era pequeña, y llevaba un año en la Academia. Él se encargó de mi toda la noche, que fue cuando le noté más cercano y tierno de lo que siempre solía estar. Sin embargo, el resto de ocasiones era frío con todos. No tenía sentimientos ni debilidades. Y desde que mi hermano se fue de aquí no hemos vuelto a hablar el uno con el otro.

Todo eso ocurrió hace varios años, cuando yo era aún menor de edad y mi hermano era uno de los alumnos favoritos de Matt. Sin embargo, un día caluroso de abril salió de misión y no volví a saber nada de él. Al principio pensé que había fallecido y estuve varias semanas encerrada en mi piso de mi edificio pensando en el, pero cuando me enteré de que le tenían cautivo en la Grieta cambié de parecer. Mis poderes se acentuaron más y casi provoque la destrucción de todo el edificio. Desde entonces me medicaba cada día para no provocar daño alguno dentro de la Academia.

Mientras caminaba por los pasillos recordé que Jake necesitaba su libro y paré en seco, cambiando de dirección hacia el despacho de Sara. Sabía exactamente que debía hacer en estos casos, y por ello siempre llevaba mi móvil encima por si lo necesitaba y poder anotar y fotografiar lo que creyera necesario para él. Seguro que querría todos los detalles del mismo cuando Matt dejara en paz a su nuevo alumno.

Al llegar al despacho, caminé unos pasos cuidadosos hasta el aparador que tenía en la estancia la princesa y lo truqué, haciendo que se abriese como otras tantas veces que lo hice, dejándome ver el mármol blanco de aquel pasadizo y posteriormente de la gran sala donde estaban todos los libros de los Driffers que alguna vez estuvieron en la Academia y no desertaron a la grieta. Yo lo llamaba la gran biblioteca.

Contemplé la gran cantidad de libros y colores de los mismos allí presentes. Solo con mirar a mi alrededor ya me abrumaba con tanto libro en tan poco metro cuadrado y en estantes de por lo menos una decena de metros de altura. Sólo debía buscar entre todos los libros el de mi amigo. Para ello, me sitúe en el centro de la sala y empece a pensar el método que debía seguir para encontrarlo.

Vamos Anne... No eres tonta...- Dije en voz alta mientras golpeaba con mis dedos la rústica mesa de caoba situada justo detrás de mi. Había estado mas veces ahí dentro buscando mi libro, encontrándolo en uno de mis intentos fortuitos tras burlar la seguridad del despacho de Sara y vacilar a Matt. Aquel día había estado fuera en los jardines, leyendo uno de los libros de la historia de los Driffers hasta que por casualidad di con un mensaje oculto en la tapa del mismo. Aquel libro viejo tenía un pequeño relieve en la esquina superior derecha, que coincidía con una especie de llave que era el buscador del libro que querría en aquel momento. Pero... No recordaba el relieve.

Si, a veces soy así de tonta y se me olvidan las cosas mas elementales, pero solo vi una vez aquel dibujo y habían pasado años de aquello, y debía tirar de ingenio y memoria para ello.

Era... Como una cabra...- Empecé a recordar algo del relieve de hace mas de un lustro. La silueta era la de un animal, como una cabra o un ternero, sin saber realmente lo que era.- ¡Joder!

Con el paso del tiempo me iba enfadando un poco más, no pudiendo evitar caminar alrededor de la susodicha mesa de aquella madera tan resistente aunque, si seguía aumentando mi enfado, no habría madera que aguantase mis formas.

Mientras eso ocurría, la tarde se iba oscureciendo poco a poco en Ginebra, y yo era consciente de ello, y de que la princesa podría volver en cualquier momento y pillarme dentro de aquella sala prohibida para mi. Por tanto, antes de irme, decidí hacer algo de gala de mi don secreto: la furia, una furia que nunca aprendí a controlar, y que probablemente me costaría bastante mantener bajo control mientras yo me encargaba de buscar el libro de mi amigo. Por tanto, dejé salir mi don, comenzando a invadir mi cuerpo un calor casi sofocante, y un aura que rodeaba mi propio cuerpo mientras me elevaba del suelo levemente, levitando. Mi vista, por otra parte, se agudizaba y mis oídos también, pudiendo ver y oír lo que antes para mí era imperceptible.

- Veamos... ¿Dónde estará la llave...?- Me atreví a preguntar antes de que los libros empezasen a pasar por delante de mí, leyendo los nombres de cada uno de los Driffers de cada libro en tiempo récord. A falta de una llave, tendría que hacerlo de otras maneras más efectistas. Y si ello significaba leer en tiempo récord cerca de medio millón de libros, eso haría.

Todo ello me recordaba a tiempo atrás, en el cual jugaba con mi hermano y buscabamos nuestros libros. A medida que leía mas libros, más recuerdos me venían a la cabeza sobre aquella estancia y como acceder al contenido que necesitaba. Como consecuencia, dejé los libros en su sitio y mi don volvió a quedar en estado latente tras recordar algo crucial sobre la llave.

La llave siempre estaba a mano de la princesa, aunque ella tenía una copia en su colgante por si ocurria algo con la original. Pero... La verdadera llave no era lo que tenía en mente. Era... ¡Su mismo libro! ¡Sólo tenia que poner el relieve de la cubierta de su libro en su sitio! Para ello, cogí de su sitio el libro, habiéndolo leído antes usando mi don, y finalmente lo coloqué correctamente justo antes de buscar el libro de mi amigo, pensando en Jake Frost.

Un libro no tardó en salir de las profundidades de las estanterías, siendo éste diferente a los demás. Todos los libros solían ser de un color en concreto, que definiría la personalidad de cada uno de nosotros. El mío era de color verde selva, pero como el mío había varios allí. Pero... Como el de Jake... Sólo ese ejemplar. Era un libro blanco. No sabía que significaba, y que podría decir aquello sobre mi amigo, pero esperaba que él pudiera aclararme algo de ello.

Una vez llegó a mis manos, dejé el libro de la princesa en su sitio y salí rapidamente de allí sin dejar rastro, como si nunca hubiera estado en ese lugar. No me llevó mucho tiempo hacerlo, y en pocos minutos me encontraba de nuevo en el pasillo del edificio principal, en la primera planta. La misión había sido todo un éxito. Sonreí con una sonrisa dibujada en mis labios antes de poner rumbo a mi habitación, aunque era mas bien todo un piso para mi sola desde que mi hermano desapareció. Éramos los dos únicos italianos (ahora, la única) que no habíamos desertado a La Grieta o muerto intentando parar a Fiona.

El camino pensando en mi hermano se me hizo algo largo, pero llegué sin ser descubierta por nadie, suponiendo que Matt estaría castigando a Jake y los demás estarían a lo suyo. Así que eso me dejaba en una posición algo ventajosa. Pero, al llegar, tomé asiento en mi cama antes de mirar con más detalle el libro entre mis manos.

La cubierta no era común. El nombre del propietario estaba escrito en el lomo y en la portada éste tenía un símbolo raro, como una "I" dentro de un rombo, sin tener mucha relación lo que quería decir. Cada vez más Jake despertaba en mi una gran curiosidad. Y sólo tendría preguntas para él cuando fuera libre de Matt y sus métodos poco convencionales.

Sólo me quedaba rezar por que no fuera muy duro con él, era nuevo y seguro que estaba muy perdido intentando buscar el lugar al que pertenecía dentro de ésta institución.

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⏰ Última actualización: Apr 14, 2019 ⏰

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