Capítulo 11.

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Jake Frost.

Había caído al suelo de mi habitacion, seguramente por culpa de Matt. Siempre igual, molestandome y haciendo de las suyas. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, una silueta femenina apareció frente a mi en mi mente.

Antes de que pudiera hacer nada, esa silueta altero toda mi mente, controlando mis sueños y mis pensamientos, haciendo que mi alrededor fuera mi casa de Amberes, vacía y a oscuras.

- ¿Q-qué pasa aquí?- Pregunté empezando a caminar por la casa, encendiendo las luces.

Al encenderlas, la silueta subió escaleras arriba, sin mostrarse aún frente a mi, y eso ya me tocaba la moral. Deseaba saber quién era aquella persona, así que subí también hasta llegar al cuarto de mi madre. Allí, la silueta se esfumó, dejándome ver a la persona que ocultaba, mi madre.

- ¿M-mamá?- Pregunté acercándome unos pasos hasta ella, observando que lo que estaba viendo era real, tenía que ser mi madre.- ¿Eres tú?

A continuación, mi madre se giró hacia mi y me dedicó una sonrisa mientras asentía. No sabía si todo esto era real, ya que estábamos en casa, y ella estaba viva, pero la vi morir delante de mi. No podía creerlo, pero quería hacerlo.

- Sí, soy yo cariño.- Dijo ella viniendo hacia mi y acto seguido fundiéndose en un abrazo conmigo.- Tenía muchas ganas de verte.

- Pero, espera...- Le respondí yo inmediatamente después del abrazo, alejándome unos pasos de ella, hasta la puerta de mi habitación. Algo me impedía creer todo esto.- Estás muerta. Todo es un sueño. Hace nada estaba en mi cuarto con el pesado de mi instructor...

- Lo se. Déjame hablar, hijo.- Interrumpió ella sin borrar la sonrisa de su cara.- ¿Prometes no hablar hasta que acabe?

- No prometo nada.

A continuación, empezó a contarme varias cosas, no lograba entender muy bien todo, pero poco supuse que iría entendiendo las cosas. Al menos, quien me hablaba era mi madre, y debía escucharla.

- Todos nosotros tenemos un poder, Jake. Tú tienes el hielo, ya lo sabía desde que me dijiste que tenías calor a tres grados bajo cero. En cambio, yo tengo el poder de la proyección astral. Aún estando muerta, mi espíritu está vivo y puedo adentrarme en la mente de personas vulnerables.- Comenzó a narrar ella, mientras, yo tomaba asiento en lo que era la cama donde ella dormía todos los días. El tacto también era real, y el olor a mi hogar se hacía notar.

- Por eso estás aquí y ahora, ¿No?- Corté su monólogo, a lo que ella asintió y tomó asiento a mi lado.

- Si, pero déjame seguir.- Ordenó mi madre, y a continuación siguió.- Desde que aquella chica me mató, he estado en ésta forma a tu lado, y he visto como tú poder va aumentando poco a poco. Y por eso estoy aquí. He venido a advertirte.- Afirmó ella volviendo a levantarse para caminar por su habitación, tocando todo a su paso.- A advertirte de que te mantengas alejado de todo y de todos, te querrán por el poder que tienes aún dormido en tí.

- Espera, ¿Qué dices?- Cuestioné poniéndome en pie yo también segundos después.- No entiendo varias cosas. ¿Qué poder? ¿Y por que yo y no otro?

- Es fácil, Jake. Tú lograste sacar tu arma de la pluma en cuestión de horas. Aquí hay gente que aún no lo ha conseguido y lo tuyo lo hacen muy pocas personas.- Respondió ella, cogiendo mi mano y mirando las líneas que dibujaba mi piel.- Y todos mejoran, pero ellos no son parte de algo vital como lo eres tú.

- ¿Algo... Vital?- Pregunté en un hilo de voz mirando hacia el suelo de la habitación.

- Si. Si quieres saber más, tendrás que entrar en la biblioteca de la Academia. Allí debes encontrar un libro con tu nombre.- Confesó la mujer posando una de sus manos en mi rostro.-No te diré más, debes despertar.

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