Capítulo 10

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Matt Volkov.

"No entiendo nada", pensé tras desconectarme del chico. Todo lo que había sucedido en unos simples minutos había cambiado gran parte de mis pensamientos.

Para empezar, antes de la acción pensaba y tenía claro que el chico belga era un niñato más que viene aquí y en la primera misión abandona, pero cuando me adentré en sus pensamientos sentí como una especie de calor. Un calor embriagador que recorrió todo mi cuerpo en una fracción de segundo e hizo que mirara... Diferente, al niño. Creo que se lo que podido ser, pero eso sería mejor que lo hablara con Sara.

Sin embargo, antes de poner rumbo a sus aposentos y contarle todo, vi como el chico caía al suelo frente a mí, inconsciente.

- Mierda, mierda.- Salté de su cama a la velocidad de la luz y comencé a moverlo suavemente tras comprobar que respiraba.- ¡Jake, despierta!

No había manera de que despertara así como así. Sabía que no podría, pero al menos debía intentarlo. Acto seguido y sin esperanza alguna, le cogí en brazos y salí de su casa hacia la enfermería con él sobre mi cuerpo. Además, no pude cerrar la puerta como el me pidió, creía que no era importante ahora.

Tras correr durante unos minutos, llegué hasta la enfermería y lo dejé en una camilla con una joven enfermera castaña.

- Fue la conexión.- Afirme con total seriedad, esperando que pudiera traerle de vuelta. Ella, sin embargo, me miró con desaprobación y me pidió "amablemente" que me fuera.

"Qué borde...", pensé. La enfermera según le dejé y me fui, cerró la puerta en mis narices tras mirarme con desprecio, aunque tampoco le di más importancia. Simplemente me fui y camine hasta el despacho de Sara. Debía contarle todo lo ocurrido a ella, no sólo por ser la princesa, también porque me acogió cuando todo en mi familia se complico. Al llegar, toqué la puerta dos veces y entré, viendo a la mujer sentada en un sillón color crema mirando sus cuadros.

- Sara... Debemos hablar.- Dije en un susurro para captar su atención. Debía hablarla así cuando estaba concentrada sí no quería acabar mal. Sara a veces podía ser muy explosiva en cuanto a carácter.

- Sí, ya me he enterado de lo que ha pasado. Pero... ¿Por qué lo has llevado a la enfermería?- Preguntó ella dejando sus cosas para entablar una conversación conmigo. Ella sabía algo, estoy seguro, y creo que yo iba por el mismo camino.

- Pues, de eso quería hablar, aunque tu sabes perfectamente de lo que hablo, ¿Me equivoco?- Devolví la pregunta con una evasiva, a lo que ella asintió con una sonrisa amplia dibujada en su rostro.- Me conoces desde que me salvaste aquel día, y desde entonces hemos sido inseparables.

- Si, por eso te llamo hermano. Te considero mi hermano, pero se que algún día volverás a tu...

- Manada. Pero no quiero. No quiero saber nada de aquellas personas que casi me matan por poder.- Suspiré a continuación y la miré. Ella sabía todo lo que me pasó cuando aun era un chaval de dieciocho años, sin idea de la vida real.

- Dejemos ese tema. Volvamos a lo importante.- Ordenó la mujer tras una incómoda pausa. Se sabía toda la historia de memoria, porque ella estuvo allí. Por eso soy su "hermano" pequeño.

Sara, acto seguido, se levantó y caminó hasta un gran aparador empotrado en su pared. Una vez allí, tocó un botón y una puerta de gran tamaño se abrió delante de ella. Yo la seguí, ya que ella me hizo un gesto con la cabeza para ir tras ella a un pasadizo de piedra con suelo de mármol blanco. Por lo que sabía, antes de que Sara tomara el mando de la institución, esto existía y guardaba grandes misterios, aunque siempre lo usábamos ella y yo para hablar en privado en otro lugar.

Una vez acabado el estrecho pasillo, llegamos a una habitación más amplia, con amplios ventanales y centenares de archivos agrupados en altas estanterías, como si fuera una biblioteca. Pero esa habitación la llamábamos en realidad: "el cementerio de los valientes".

- ¿Para que venimos aqui, Sara?- Cuestioné entrando hasta el gran escritorio que había en el centro de la estancia, tomando asiento segundos después en dicho lugar.

- Porque debo comprobar lo poco que sabemos de Jake, y su familia.- Afirmó ella, metiendo en un ordenador el apellido de Jake y sus padres.

De repente, tres libros salieron de una de las baldas de la estancia, bajando solos hasta la mesa. Cada libro era de un color: el de el chico era blanco, el primero que veía en mi vida.

- Jake... ¿Es un libro blanco?- Pregunté abriendo tal objeto, viendo que de él solo había escita una página, y era de lo vivido aquí en un día. No había más datos, sólo el color de su libro.

- Sí, solo ha habido tres libros blancos en la Academia desde que se construyó. Y sabes como acabaron los otros dos, porque son muy especiales.- Dijo ella, comenzando a leer los libros de sus padres atentamente, asi que decidí mantenerme callado hasta que me dijera la conclusión de todo esto.

Mientras, por mi parte decidí leer aquella página del libro de Jake. Y me sorprendió realmente que yo estuviera en ella, ya que yo era el tema de ésta. Aquella hoja sólo hablaba de mi, y de como soy con el.

- Borde, dominante, y falto de cariño.- Pensé en voz alta sin para de leer. Yo no me veía así, porque no era cierto y eso era obvio. Podía tener mis cosas, pero no era falto de cariño, para nada.

- Ha acertado, Matt.- Dijo mi hermana dejando los otros dos libros en su sitio para después coger el de Jake y hacer lo mismo.- Eres así aunque no te veas, pero eso no es importante, tengo mejores cosas que contarte, pero debes responderme unas preguntas.

- Está bien. Empieza.- Asentí con la cabeza mientras hablaba y esperaba aquellas cuestiones.

- ¿Cual fue la sensación al usar la conexión con él?- Preguntó yendo directa al grano. A veces odiaba su manera de ser tan directa con estas cosas, pero ella sabía que no había secretos entre nosotros, y todo lo acabaría sabiendo.

- Calor, pero no un calor sofocante, sino un calor más suave.- Respondí mirándola a los ojos en todo momento.

- ¿Ahora como miras al chico?- Cuestionó ella de nuevo tras responder.

- Pues... Antes no lo soportaba, y ahora le entiendo, no se como decirte.- Dije encogiéndome de hombros.

- Matt... Creo que lo que te pasa es que has encontrado a tu compañero, pero no estoy segura.- Sentenció ella seriamente. 

Nunca pensé que encontraría a mi compañero, y cuando Sara me dijo aquello el corazón se me paró de repente como si acabara de morir ahí mismo, pero seguía consciente. Además, no sabía como actuar frente a esto, porque yo ya sabía después de la conexión que el era el único que debía estar en mi vida, pero eso le traería un montón de problemas tanto dentro como fuera de aquí.

- ¿Matt?- Volvió a llamarme, sacándome de mis pensamientos para volver al mundo real.- ¿Me has escuchado?

- Perdona, estaba pensando...

- Te estaba diciendo que, en unos días, sabré si lo tuyo es lo que te dije antes. Aún me faltan incógnitas por despejar, pero tendrás tu respuesta.- Comentó mi hermana haciendo un gesto para que me fuera y cerrara el pasadizo al salir.

Y eso hice. Cuando llegué a su despacho, cerré el pasadizo y me fui de allí pensando en el chico otra vez, y en como estaría, porque nunca pensé que algo como una simple conexión de pensamientos desencadenaría esto, y menos con alguien nuevo, mayorcito, y que no tenía ni idea de todo lo que se le venía encima. Y era así, porque Jake ya era mayor de edad, y lleva toda su vida alejado de esto y puede que le cueste mas aprender.

Mientras divagaba, llegué a la enfermería y abrí la puerta porque segundos antes la enfermera me dejó paso para verle, y allí estaba él: en la camilla, durmiendo como si fuera un niño pequeño. Gracias al cielo que no fue nada grave, porque si no, se me hubiera caído el pelo. Acto seguido, me senté en un sofá blanco cercano a la camilla y observé al joven ahí tumbado.

- Lo siento, a lo mejor fue demasiado fuerte lo que hice contigo. Discúlpame.- Murmuré desde el sofá, esperando que el joven no me oyera, ya que, era una simple confesión, y hacer una me costaba horrores.

- Disculpas... Aceptadas...- Escuché provenir desde la camilla.

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